Pablo Nieto
Ácida crítica hacia la telebasura, y mordaz parodia de la hipocresía que a veces invade la vida laboral. Un extravagante experimento del genial director Costa-Gavras, protagonizado por Dustin Hoffman, que encarna a un avispado presentador de televisión que narrará para todo el país un secuestro en directo, del que es responsable un guardia de seguridad (John Travolta) que acaba de ser despedido del museo de historia natural.
El otrora fiel colaborador de Costa-Gavras, Philippe Sarde (recordemos su extraordinaria partitura para el que es para muchos el mejor film del director: “La Caja de Música), fue el encargado de escribir la música. Sin embargo, en Hollywood las cosas no siempre suelen funcionar apelando a la lógica, y por supuesto mucho menos a la amistad. En especial, si esa amistad es protagonizada por dos viejos rebeldes europeos, dos artesanos de la cinematografía en sus diferentes ramas (composición y dirección), cuya forma de trabajar y pensar para el cine, aunque les interesa a la hora de la campaña de marketing "film de autor", en absoluto respetan a la hora de las decisiones finales y trascendentes. Quien pone el dinero, impone su criterio.
En el caso de “Mad City”, el criterio fue “sugerir” reemplazar una composición entendida como arcaica, por un trabajo mucho más contemporáneo. O lo que es lo mismo, contratar al compositor responsable de la música que había marcado el tempo de los montajes preliminares, para repetir ideas y esquemas y jugar sobre seguro. Hablamos de Thomas Newman, y su insufrible y sobrevalorado “Unstrung Heroes”. Una de las bandas sonoras más chirriantes, pretenciosas y ridículas del compositor.
Eso sí, conviene recordar que hay algunas escenas en las que aún se mantuvo parte del score de Sarde. Como dirían en “La Vida de Brian”: “Una limosna para un ex –leproso” .
Para no desviarnos del tema, es evidente que sí el estudio buscaba una música capaz de reflejar el esperpento y caótico mensaje del film, acertaron de pleno contratando a Newman. Eso sí, lástima que optaran por la vena “anti-sistema” del autor. Intentar describir, e incluso escuchar el score de Thomas Newman para este film, como ya ocurriera con el ya comentado “Unstrung Heroes”, es poco menos que imposible.
Aún así, los habrá que disfruten con su vena experimental, con el Newman que apuesta por las sonoridades étnicas (casi siempre hindúes), con el lado más oscuro y plano del autor. Raros hay en todos sitios. A algunos, les chifla la banda sonora de “Días de Trueno” de Hans Zimmer, cuando es un trabajo de la que abomina su autor. A otros, les apasiona el Graeme Revell de “Daredevil” aunque no lo quieran reconocer en público.
Entrando en consideraciones puramente temáticas, conviene remitirnos a la edición discográfica del score, que arranca con los agobiantes títulos de crédito del film (“Channel”), donde Newman parece estar más preocupado de “afilar” los violines como si estuviera en una cuchillería, que de crear algún tipo de creación coherente. Un motivo, que volveremos a escuchar en “Pizza Man”.
Una de las pocas partes aprovechables de este trabajo, la encontramos en el corte “Max Goes Out”. Aquí Newman concebirá un tema que vamos a escuchar repetido sin apenas variaciones en otras dos ocasiones más a lo largo del disco, y que será presentado en varios cortes que mantendrán el nombre del primero.
Detenerse en otros pasajes de este score es una absoluta pérdida de tiempo, ya está dicho todo, así que directamente lo mejor es remitirnos a la última pieza del disco: “Unfavorable Light”, sin duda el mejor momento del disco, y no porque siendo el último termina la pesadilla, sino porque al hijo de pequeño de Alfred da por introducir una de sus apreciables elegías para cuerdas y piano, que tan magníficamente funcionan para crear una atmósfera de pesadumbre y nostalgia. Desgraciadamente, tuvo que estropearlo con la introducción de un recordatorio del inolvidables afilamiento de violines de “Channel”. Avisados quedáis.
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