Ignacio Garrido
El periodo de años que abarca este compacto recopilatorio de la obra de Georges Delerue, desde 1970 a 1975, se cuenta entre los más prolíficos de la carrera del genio francés y ya había sido generosamente visitado por esta misma compañía discográfica en sus estupendas monografías dedicadas a Philippe de Broca. Durante dichos años el compositor trabajó infatigablemente tanto en cine como en televisión y aquí quedan recogidas algunas de sus mejores creaciones de este periodo.
El CD se abre con uno de los films que dan titulo a la selección, el dirigido por Alain Corneau en 1975: “Police Python 357”. Se incluyen de dicha película, un thriller policiaco, tres cortes tan dispares entre sí como excelentes en su conjunto. El primero de ellos, es sin duda alguna el más sorprendente de todo el disco, pues desarrolla con coros y cuerda un pasaje árido, fantasmagórico (con Lygheti en la memoria), que casi podría parecer impropio del género donde se ubica el film, pero cuyo efecto de contraste es demoledor y genial. El segundo es un breve fragmento rítmico de suspense con cierta tonalidad barroca que inevitablemente nos recuerda a Herrmann y el tercero un inconfundible adagio para cuerda, solemne y conmovedor, en la mejor línea de Delerue.
El cambio de tercio que se nos presenta con la siguiente película de 1974, “L´important c´est d´aimer”, es considerable si tenemos en cuenta que su tema central es casi una marcha bufonesca a medio camino entre la música de Kurt Weill como se apunta en las notas del cuadernillo y un extraño fandango barroco, que se torna en una especie de vals irónico en su segunda versión. Luego de un rítmico pasaje de acción percusiva, tenso y asfixiante, tenemos un nuevo e intenso adagio de cuerdas y un aterrador e inquietante momento de suspense, casi irreal que cita a Penderecki en su sección final.
Para la serie de televisión “Paul Gaugin” en 1975 Delerue realizó una composición plenamente clasicista, que arranca en el primero de los tres cortes seleccionados con una fuga de construcción nuevamente barroca para dar paso a una melodía triste y esperanzadora al mismo tiempo, dando otra vez más pruebas de su increíble talento como alquimista musical de los sentimientos. El segundo tema es la delicadeza y la elegancia en estado puro, una exquisita melodía para flauta arropada por esos mágicos violines de Delerue en los que Rachel Portman encontraría la inspiración para uno de sus mejores trabajos en “Sirens”. Finalmente el tema central se retoma maravillosamente para cerrar esta breve y magnífica selección.
“Police Python” recuperaría su idea inicial de coros de “Quelque part, quelqu´un” de 1972, pero aquí tres años antes Delerue volcó la expresividad de la orquesta en una atonalidad más sobrecogedora, y sus tres temas son la prueba de esta experimentación, no demasiado lejana de lo que sería “La Profecía” de Goldsmith, teniendo en cuenta siempre que la inspiración a estas inquietantes ideas de mezclas corales y atonales provienen de nuevo de Penderecki, músico que personaliza la institucionalización de la música de terror.
Los dos cortes de “Jamais plus toujours” de 1975, suponen la creación más sencilla y comedida de todo el recopilatorio, con un melancólico tema interpretado por un piano desnudo como base de la creación y una hermosa melodía para acordeón punteada por arpa y acompañada de una pequeña sección de cuerda, que casi parece evocar la nacionalidad francesa de su autor con refinamiento y cierto cariz nostálgico.
Especialmente trabajada y elegante en su vertiente clásica es la música entresacada para la selección dedicada al film de 1972 “Malpertuis”, de generosa duración (la más extensa de los films representados). Film de suspense cuyas mejores bazas musicales las encontramos no obstante en su delicado intimismo melódico, que hace su aparición tras un comienzo agresivo y amenazador para cuerda; correcto pero no especialmente destacable, cuyas ideas de terror y susto genérico volverán a aparecer posteriormente en algún momento de sobresalto (en la línea de aquella creación de Sarde para “Ghost Story”) intercaladas con intervenciones de un hermoso motivo sosegante en los violines tras la obertura estruendosa. Este a su vez da paso a un delicado pasaje para flauta, momentos con órgano y percusión, e incluso arpa, mucho más inquietantes y sutiles que el tópico estruendo orquestal, que no obstante ejerce de adecuado contrapunto hasta el desarrollo completo y lamentablemente breve del bellísimo tema central para cuerda con el sello inconfundible de Delerue, uno de esos temas que elevaron al compositor al olimpo del sentimiento musical donde habitará para siempre. Tras este momento de poesía, la resolución del score en la suite se torna desesperada con gran intensidad dramática y coda final esperanzadora retomando el tema para flauta ahora romántico y sentido. Un broche de oro para una pieza que por si sola justifica la adquisición del compacto incluso con sus pequeños altibajos.
El único corte representativo de “Les aveux les plus Doux” de 1971, incluye tanto un tema principal particularmente hermoso y romántico para piano y cuerda, como una sección central inquietante, rítmica y tensa más adecuada a la temática de thriller que la cinta desarrolla según las notas del cuadernillo interior. Pese a esto, es la belleza de su tema central y su segundo desarrollo para piano y cuerda como cierre del corte lo que cautiva de esta excelente pieza.
En “Paul et Virginie” de 1974 encontramos una composición volcada en el intimismo y el romanticismo, interpretada por pequeñas secciones orquestales, prácticamente de cámara, donde en cada uno de los tres cortes Delerue ofrece una nueva idea. En el primero una sencilla y delicada melodía a guitarra acompañada por la flauta. El segundo se abre colorista y pletórico para cuerda, dando paso a un nuevo tema vivaracho para viento que se cierra primero con una noble intervención de los metales y finalmente plena orquesta. El tercero, el más intenso y emotivo de los tres se desarrolla inicialmente con una voz solista femenina junto a un punteo de arpa y luego por coros con toda la sección de cuerda, un conmovedor tema que cierra el disco de forma pletórica. Lo más curioso es que estos tres cortes pertenezcan a un folletín televisivo francés de la época con amoríos varios y localización exótica, algo realmente increíble si comparamos la música con la que suelen contar este tipo de producciones hoy día con la calidad, talento e inspiración que el genio de Delerue derrochaba por aquel entonces en cualquiera de las producciones en las que participaba.
En resumen, un disco prácticamente imprescindible ya no solo para amantes del genio francés, sino para cualquier aficionado que guste de un plato exquisito, servido en tiempos de comida rápida.
|