Miguel Ángel Ordóñez
Para cerrar su trilogía fantástica, Irwin Allen acudió a la novela de Julio Verne “Cinco semanas en globo”, su primer éxito literario, mostrándonos el viaje de tres intrépidos exploradores en su afán por recorrer de este a oeste el continente africano, aventura peligrosa en nombre del imperio británico y nacida del deseo de acrecentar el conocimiento de esa Tierra inexplorada.
“Viaje al fondo del mar”, considerado primer filme de catástrofes cuyo éxito originó una serie televisiva, se había saldado con formidables ganancias para las exhaustas arcas de Allen tras el derroche presupuestario de “The Lost World”, a pesar de generar no pocas suspicacias entre la comunidad de científicos por el escaso rigor aplicado por este. Paul Sawtell y Bert Shefter habían logrado un muy buen trabajo gracias a una perfecta mezcla entre aventura épica, un bucólico romanticismo de influencias debussyanas, agresivo tratamiento del metal y empleo de tradicionales figuras asociadas al mar como el uso del arpa y de arpegios a la cuerda muy conectados al “Beneath to 12-Mile Reef” del Maestro Herrmann.
Para “Five Weeks in a Balloon”, Bert Shefter era descolgado del proyecto y Paul Sawtell asumía la autoría completa del trabajo. Si bien el nombre de Sawtell se ha venido asociando a productos fantásticos y de terror de serie B, en gran parte gracias a sus éxitos bajo las órdenes de Irwin Allen y Kurt Neumann, sería injusto no mencionar la enorme contribución del músico polaco al terreno del western de bajo presupuesto. Verdadero artesano del género, junto a otros reivindicables compositores como David Butolph y Leigh Harline, compuso para un innumerable número de filmes cuyo reclamo principal se centraba en el actor protagonista de turno, situado siempre en un mundo hostil donde su hombría quedaba al margen de cualquier duda. Vehículos diseñados por la Paramount para Edmond O´Brien (“Denver and Rio Grande”, 1952) o Charlton Heston (“Pony Express”, 1953), que Sawtell acompaña de certeras marchas épicas que se encuentran entre lo mejor del género, con una adaptación de la americana tradicional asociada a espacios abiertos, donde empleaba vigorosos diálogos rítmicos sostenidos por trompetas y cuerdas, rivalizaban con productos para Compañías fantasmas como la Missouri Productions, cuyo único filme construido a mayor gloria de Robert Taylor (“Cattle King”, 1963) y dirigido por Tay Garnett (condenado a vagar en sus últimos años de cineasta en episodios de series de éxito como “Rawhide” y “Gunsmoke”), contaba con un score algo mas sombrío pero con uno de sus temas centrales mas bucólicos y hermosos (aquí con la ayuda del inseparable Shefter), o por poner un último ejemplo con “Ten Wanted Men” (1955), de la productora fundada por Randolph Scott, la Ranown (solo produciría dos filmes mas entregados al interesantísimo Budd Boetticher, “Cabalgar en solitario” y “Estación Comanche”), en películas donde el héroe solitario lleva la marca de las arrugas del camino en su rostro, más humanizado y por tanto con un score más íntimo y sombrío, entregando el tema central a una sencilla melodía para guitarras sobre la que yuxtapone amenazadoras ráfagas de metal.
Aún pudiendo considerarse un filme de aventuras, Allen carga demasiado las tintas hacia la comedia en “Five Weeks in a Balloon”. Como resultado, Sawtell prolonga la sensación de encontrarnos ante un score híbrido de estilos, poco definido, atractivo a la par de disperso. De este modo, partes que pueden considerarse convencionales conviven con elementos tímidamente audaces ya desarrollados en la precedente segunda entrega de la trilogía, “Voyage to the Bottom of the Sea”.
Un tema central, que siguiendo los designios de la época se presenta en formato vocal (sin acreditación en el “Main Title”) y que sufre numerosas variaciones para quedar asociado al viaje de los protagonistas, se presenta según las necesidades narrativas de la acción: cómico en su desarrollo al metal (“The Rescue of Makia”), como continuación de un excesivo mickey-mousing aplicado por Sawtell en cortes de cierta convencionalidad descriptiva (“Advanced Publicity”, “Cute Chimp”, “The Hunted Hunter”), lírico y bucólico (“Jungle Landing”, el final de “The Sand Storm”), o militarista y agresivo en su acercamiento a la acción (“The Escape from Hezak”).
La mayor innovación presentada por Sawtell radica en el empleo de orquestaciones étnicas que van desde la introducción de danzas de sabor africano (“Jungle Drums”, “Spear Dance”, “Signal Drums”) hasta el empleo de melodías polifónicas de influencia arábiga entregadas al viento y la percusión (“Arrival of Hezak”, “Bacchanale”, “Timbuktu Dungeon”, “The Auction”), focos localistas sobre los que el compositor asienta la aventura.
Siendo un trabajo apreciable, “Five Weeks in a Balloon” adolece de un excesivo convencionalismo. Un score construido de manera metódica que abusa de los clichés y que, dentro de su aparente variedad, descansa sobre melodías simples que Sawtell repite de manera esquemática. Los personajes se muestran desdibujados, empujados por la propia acción. La música sin profundizar en sus roles, se deja arrastrar, lamentablemente, por la simplicidad narrativa empleada por Allen.
|