José-Vidal Rodriguez
Cuando en 1986 sonaba el nombre de John Barry en la gala de los Oscars como ganador a la mejor banda sonora original por “Memorias de África”, el aún semidesconocido Bruce Broughton atendía resignado ante la cantada victoria de una partitura irrepetible. Pero lo que había logrado Broughton con su nominación ya era digno de destacar: un compositor recién salido de la televisión, que afrontaba su primer gran encargo para el cine, lograba escribir un sensacional score para un género tan delicado como el western, que marcaría su carrera de por vida y le haría rozar el sueño dorado de la estatuilla.
”Silverado”, como película de acción disfrazada bajo apariencia de western, es una producción atípica en la filmografía de un Lawrence Kasdan que cogería gustillo al lejano Oeste rodando nueve años después ese tostón llamado “Wyatt Earp”. Kevin Kline, Scott Glenn o un novato Kevin Costner se enrolarían en este loable intento de rescatar un género totalmente olvidado a mitad de los 80, respetando Kasdan ciertos clichés clásicos pero dotándole de una estética remozada e indudablemente impregnada de la técnica narrativa de aquella década.
Pero para lo que nos interesa, el filme ofreció una oportunidad de oro a este “joven” compositor (40 años contaba por aquel entonces) para darse a conocer fuera del medio televisivo, donde por otra parte ya comenzaba a convertirse en referente. No en vano, fue en la televisión en donde trabajó por primera vez para un western, aquél “The Blue and The Grey” que esperemos algún día vea la luz en el mercado.
Compuesto en un año glorioso para Broughton (también en 1985 escribiría “El Secreto de la Pirámide”, para muchos su obra capital), “Silverado” se ha convertido con el tiempo en un disco imprescindible en la colección de todo aficionado al mundillo que se precie. Eso sí, hasta la fecha no se había hecho justicia a su calidad en lo referente a su disponibilidad comercial, puesto que tanto el LP original (30 minutos de duración), como el compacto que apareció en 1992 (algo más de 40 minutos) excluían gran cantidad de material sonoro que finalmente podemos disfrutar en esta nueva edición de Intrada, el sello por excelencia del autor californiano.
El compositor aborda el score desde una premisa claramente grandilocuente, mediante una aproximación de indudable calado épico, tremendamente sinfónica y contundente. Buena prueba de ello es el glorioso y conocido tema central, que por sí solo justifica la adquisición del disco -y explicaría la nominación al Oscar de la presente partitura-. Cimentada en esa sensación de “amplitud de espacios” tantas veces cultivada en el género por autores como Jerome Moross, la melodía es una auténtica evocación a la aventura, enérgica y tremendamente retentiva. Si la comparamos con su otra gran sintonía central para el Oeste (aquella escuchada en ”Tombstone”), ésta de “Silverado” se desarrolla en una vertiente bastante más inquieta; bajo estas premisas la escucharemos en el ”Main Title”, tras una serie de disonancias que sirven de prólogo al filme. Su grandeza y el marcado dinamismo de sus acordes, sobre todo esos impagables arpeggios en las cuerdas, la han convertido en uno de esos main themes referenciados continuamente por autores posteriores (aún recuerdo los evidentes guiños de Joel McNeely en cierto corte de “Iron Will”).
Broughton acude a este motivo tantas veces como pretende resaltar algún momento heroico del filme, rescatando de la rutina ciertos cortes que, sin la irrupción de este maravilloso motivo principal, se harían bastante más arduos; al respecto, su versión más vigorosa la escucharemos en los seis emocionantes minutos del ”The Getaway / Riding As One”, corte en el que la melodía es interpretada de forma incluso más dinámica y nerviosa para enfatizar con ello la peligrosa huida de los cuatro protagonistas. La parte dedicada al “Riding As One” es el único instante de la partitura en el que suena la famosa fanfarria a metales incluida en los arreglos de la suite para concierto (minuto 04:54 del corte), aquella pieza que muchos recordarán por formar parte de numerosos recopilatorios.
Al lado de estos temas jubilosos y vivaces, Broughton entremezcla acotaciones del ambiente regional del Oeste mediante melodías costumbristas, en las que predominan las frases suaves basadas en sencillos arreglos de guitarra y maderas (”On To Silverado”). Es curioso, porque como revelan las notas del CD, este estilo era el que precisamente deseaba el autor aplicar en principio a todo el bloque de su música. Esto es, Broughton planificó la partitura de forma mucho menos épica y grandiosa, siendo sólo las indicaciones del director las que le decantaron por adoptar la arrolladora impronta sinfónica que le reportó en último término la fama alcanzada con este encargo.
La principal pega del score es la marcada simpleza en su estructura. No hay prácticamente leitmotivs, o son demasiado difusos y leves -algo que sorprende sobre todo en el caso del malvado McKendrick-; la incidentalidad salpica largos pasajes de la obra, e incluso Broughton repite ciertos recursos, aunque eso si, sin llegar a hastiar en absoluto al oyente.
La variedad lírica cede en este caso ante la descripción de situaciones de manera menos melódica de lo que pudiera ser, por ejemplo, su partitura coetánea para “El Secreto de la Pirámide”. Lógico si tenemos en cuenta que pese a lo que pudiera parecer en un principio, estamos ante un encargo más orientado a la música de acción que a un western puro y duro como los de antaño.
Respecto a los temas nuevos incluidos en esta versión completa (nada más y nada menos que casi 50 minutos), señalar que frente a los clásicos cortes ambientales excluidos normalmente de la mayoría de ediciones comerciales (”Paden´s Horse”, ”That Ain´t Right”), que poco aportan sinceramente al conjunto, hallamos en cambio un grueso de pistas cuya inclusión resulta francamente agradecida.
Ante todo, disfrutaremos de la viveza del ”The Strongbox Rescue”, incomprensiblemente inédito aunque ya sonara allá por el final del “End Credits”; nos sorprenderemos ante el curioso ”Party Crashes”, cuya parte rítmica inicial recuerda bastante a cierto fragmento del “Tiburón” de Williams; aunque probablemente la parte más atractiva no disponible hasta la fecha es aquella con la que Broughton puso música a la confrontación final del filme, incluida en su integridad en el CD 2. De hecho, en las anteriores ediciones sólo se hallaban disponibles cerca de 8 minutos de este desenlace, excluyéndose secciones tan sugerentes como las oídas en ”The Stampede” o ”Jack Gets Tyree”.
Tres bonus tracks se incluyen como cierre al álbum, dos de ellos consistentes en fragmentos de música diegética, (si bien el ”The Silverado Waltz” no fue utilizado finalmente en la cinta) y el tercero conformado por la versión original rechazada del tema ”Jake Gets Tyree”.
En definitiva, la publicación del score completo de “Silverado” resulta la excusa perfecta para traernos de vuelta la impronta de un soberbio compositor, defenestrado en nuestros días hasta el extremo de verse abocado a trabajar en encargos de tan dudosa repercusión como su último “Bambi 2”. Una pena.
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