David Rubiales
Atendiendo a la manida frase que asegura que es más difícil arrancar una sonrisa a la audiencia que una lágrima, bien podríamos asegurar que a lo que a las formas musicales del género cómico se refiere, y salvo honrosas excepciones, esta supuesta máxima se cumple con demasiada asiduidad en los últimos tiempos como queda demostrado, una vez más, a tenor de lo oído en la última obra del joven compositor Michael Giacchino.
El primerizo director y guionista Thomas Bezucha nos presenta en "La Joya de la Familia" una prototípica comedia romántica con aires navideños, y leves toques dramáticos, en la que asistimos a un sin fin de rocambolescas situaciones vistas una y mil veces anteriormente.
Meredith Morton (Sarah Jessica Parker) acompaña por primera vez a su novio, Everett (Dermot Mulroney), a la cena de navidad de la peculiar familia Stone. Las cosas, por supuesto, no saldrán todo lo bien que cabría esperar, dando lugar a disparatados equívocos que variarán el planteamiento inicial con el objetivo de desencadenar, o no, la hilaridad y los buenos sentimientos de los sufridos espectadores.
Afectado quizá por la monotonía del argumento, Michael Giacchino materializa, en lo que representa su tercera aproximación a la comedia después de las inéditas "My Brother the Pig" y "The Trouble With Lou", un rutinario y redundante trabajo que tiene como principal defecto su excesivo sustento en todos y cada uno de los clichés propios del género.
Los alegres y desenfadados scherzos, repletos de juguetonas campanillas navideñas, joviales pizzicatos para cuerdas, burbujeantes y frívolos metales y pizpiretas figuras con ritmo caminante para viento madera son, a grosso modo, las previsibles armas exhibidas por Giacchino que, sin lugar para la sorpresa, nos hace transitar en "La Joya de la Familia" por pasajes musicales de sobra conocidos retrotrayéndonos, cual máquina del tiempo, no sólo a los cercanos tiempos de los reyes de la comedia ligera contemporánea, como Randy Newman, Randy Edelman o Marc Shaiman, sino también al lejano 1990 y al, por entonces, refrescante contrapunto musical elaborado por John Williams para las peripecias de ese irreverente infante llamado Macaulay Culkin en "Sólo en Casa".
La edición se abre premonitoriamente con "The Family Stone Waltz". Un disparatado homenaje a Strauss tan ostentoso y demencial como equivocado en el tono que, sin motivo aparente, flirtea peligrosamente con la característica línea sobreinterpretativa del mickey-mousing, no se sabe muy bien con qué propósito, proyectando inevitablemente, y equivocadamente, la imaginación del oyente hacía las plásticas imágenes de planchas voladoras, en la mejor tradición del maestro Tex Avery o artefactos explosivos marca ACME.
Las subsiguientes pistas, casi todas en clave de comedia, no deparan sorpresa alguna manteniendo un tono agitado y poco concreto que, unido a la insignificante duración de la gran mayoría de ellas, resultan de poca ayuda a la hora de encontrar una línea musical reconocible, ahondando más si cabe en la sensación de indefinición que rodea a la mayor parte de la partitura.
Harina de otro costal son los temas secundarios de corte más intimista, que casualmente son los más extensos de la edición si exceptuamos la suite final. “It is Snowing" o "A Very Good Tree" nos reconcilian felizmente con el talentoso compositor de "Perdidos" y con su reciente predilección por la música camerística. Compuestos expresamente para una pequeña agrupación de instrumentos, con especial protagonismo para las cuerdas, ambos temas dejan atrás la pompa y el boato exhibidos hasta ese momento para transitar sendas musicales más minimalistas, con especial predilección por los colores solistas, consiguiendo que entre tanto empacho navideño y tanto gélido paisaje nevado esa sucesión de notas resulten acogedoramente cálidas.
Lamentablemente las dos piezas mencionadas, y la más que recomendable suite final, no consigan elevar a tiempo el tono de una obra que, aunque amable en la escucha, resulta poco recomendable salvo por su tramo final. Esperemos que en futuros proyectos Michael Giacchino sea capaz de exprimir con mayor acierto todo el potencial como músico que lleva dentro.
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