Miguel Ángel Ordóñez
Entre 1955 y 1970, Maurice Druon escribió una colección de novela histórica, compuesta por siete tomos, alrededor de una corte francesa en pleno siglo XIV dominada por las intrigas palaciegas, una jerarquía que manipula dando la espalda a la realidad social del momento, donde los Caballeros del Temple ejercen una rotunda influencia.
La cadena de televisión France 2 ha puesto en marcha una serie de cinco capítulos que cuenta con el añadido de ser una de sus primeras producciones disponible a través de la red de cable de fibra óptica, un formato de gran calidad por el que puede descargarse cada episodio por el módico precio de 3 euros. Dirigida por Josée Dayan, cuenta con un reparto estrella donde sobresalen los nombres de Gerard Depardieu, Jeanne Moureau y Philippe Torreton, con un presupuesto altísimo que ronda los 23 millones de euros.
Josée Dayan, director especializado en series de contenido histórico, acude de nuevo al compositor Bruno Coulais, tras sus experiencias conjuntas en las mini-series “El conde de Montecristo” y “Les parents terribles”, para el apartado musical de “Les rois maudits”. Coulais pasa por ser un compositor interesante aunque de indudables limitaciones. Sin duda, no es ese músico que algunos ven como el gran nombre del actual panorama cinematográfico francés. A todos esos imprudentes (que sin duda desconocen su obra) les retaría a demostrar las escasas virtudes de esperpénticos ejercicios sonoros como “Serial Lover”, “Le libertain” o “Comme une aimant”, o los elogios más allá de la mera discreción de títulos como “La riviere esperance”, “Belphegor”, “Harrison´s Flower” o “Agents secrets”, por poner unos simples ejemplos. Donde Coulais sí que ha logrado moverse con mayor tino ha sido en el campo documental con experimentos muy unidos a las imágenes donde intenta dar rienda suelta a la imaginación: filmes como “Himalaya”, “Microcosmos” y las recientes “Génesis” y “Le peuple migrateur” se cuentan entre lo mejor de su filmografía a pesar de la dureza sonora de alguna de estas partituras, a las que habría que añadir la bondad coral de “Les choristes” (obra por la que no siento una especial admiración), el aire malsano y recargado de “Le comte de Monte Cristo”, “Vidocq” y “Les rivieres pourpres”, o la simpleza efectiva de “L´enfant qui voulait etre un ours”.
“Les rois maudits” quedaría enrolada en este ramillete de obras que se cuentan entre lo mas interesante nacido de su autor. Coulais centra su atención en la oscuridad, en los ambientes cargados y opresivos sobre los que transita esta farsa de cortesanos y reyes. Una obra elegante que se apoya en un tema central tenebroso y saturado que hace descansar sobre figuras repetitivas a la cuerda, y que Coulais adorna con orquestaciones de clara referencia elfmaniana en “Genérique” y de alto contenido perturbador y obsesivo a la manera Kilar (me viene a la mente su tema dedicado a los cazadores de vampiros de su obra maestra “Drácula”) en “Les rois maudits”. Ese elemento obsesivo, reiterativo, es utilizado en cortes de acción que emergen como variaciones de la melodía central, aplicado a través de scherzos punzantes (“Premiere attaque”), o de percusiones de certera progresión (“L´arrivée des anglais”), obteniendo como corolario un magnífico tema final (“Les rois maudits-Les blés-La crypte”) donde la contribución al violín de Laurent Korcia, con empleo de notas sesgadas, cortantes y ásperas, sirve de conclusión a la tristeza y dolor expuestas sutilmente en algunos pasajes de la partitura (“Inquietudes-La chute”, “La malediction de Mahaut”).
Frente a estos aspectos turbios y densos, un sombrío empleo de coros (“La chute”, “Inquietudes (choeurs)”, el final de “L´Artois”) y un melancólico tema de amor, que aparece sustentado en cuerda y maderas con “Guccio et Marie” y que obtiene una versión mas trágica durante el corte “Theme d´amour 3”, ejercen de contrapunto a la violencia contenida de las notas de Coulais.
En suma, un trabajo que parece reconciliarnos con un autor irregular, al que le sobran aptitudes para seguir la senda apuntada por los verdaderos abanderados de la nueva música cinematográfica gala, los Rombi, Cassar, Perruchon, Amar, Levy o Azaria.
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