Pablo Nieto
“The Three Burials of Melquiades Estrada” es uno de esos pequeños films, que con el paso de los años será reivindicado por crítica y aficionados… quienes en el momento de su estreno ni siquiera se molestaron en ir al cine a verlo. Dirigido y protagonizado por Tommy Lee Jones, este western contemporáneo, nos presenta una historia de odio, venganza y posterior redención.
Pete Perkins un ranchero tejano tras asistir al asesinato de su mejor amigo a manos de un contrabandista, decide tomarse la justicia por su cuenta. Así, capturará al responsable de la muerte y lo obligará a acompañarle en un peligroso y utópico viaje a través de México junto al cadáver de su amigo para enterrarle en su pueblo natal.
Acusado a veces de ser un músico sin personalidad, en otras de estar encasillado en cintas de terror adolescente, o simplemente de carecer de estudios orquestales, lo cual para muchos equivale a no poder ser tenido en consideración como músico de cine, poco a poco, Marco Beltrami va cerrando bocas. Con el paso del tiempo, su música va teniendo su propia denominación de origen: profundos temas centrales que en todo momento reivindican la melodía sea cual sea el film, gusto por la experimentación a nivel rítmico-percusiva, creación de atmósferas novedosas a nivel armónico. Cuando uno escucha a Beltrami, escucha a Beltrami, no a una mezcla de Horner, Zimmer, Williams y vete a saber tú que más (qué divertido es ver cómo algunos se amparan, detrás del problema de los temp tracks para justificar su nula capacidad creativa).
Lo del encasillamiento, es algo que desde que ha acabado la saga de “Scream” y ha empezado a trabajar en films como “Hellboy”, “Yo Robot” o “El Vuelo del Fénix”, no pasa de ser ya una mera leyenda urbana. Respecto a su formación académica, es otra de estas divertidas críticas que a los indocumentados les encanta argüir de vez en cuando, pero ciertamente patética. Los libretos están para algo: Marco Beltrami dirige, orquesta, compone, ideada y desarrolla todas y cada una de sus bandas sonoras.
Tres acusaciones tan ciertas, como los tres entierros de Melquíades Estrada… el último trabajo del bueno de Marco. Un score fronterizo, de pequeña pero inteligente instrumentación (guitarra, violines, cello, acordeón, flauta de pan y originales percusiones) y sobre todo de enorme valor cinematográfico. La labor de Beltrami va más allá de la mera ambientación (valor suficiente para encumbrar el “Brokeback Mountain” de Santaolalla), integrándose en la propia trascendencia argumental del film. Modulando las emociones, extremando la tensión, elevando la melodía.
Un score extraño pero disfrutable. Salvando las distancias un trabajo a medio camino entre el glorioso “Grupo Salvaje” de Fielding en cuanto a la búsqueda de nuevas soluciones musicales, el toque mágico-mexicano de “Un Lugar llamado Paraíso” de Grusin y la última composición para desierto de Beltrami, “El Vuelo del Fénix” (pasamos del desierto del Gobi, al desierto de Nuevo Mexico).
El score gira en torno a un omnipresente tema central, presentado en el primer corte del disco “The Three Burilas of Melquíades Estrada”. Un motivo perturbador, de transfondo oscuro, apariencia extraña e inclasificable sentido del ritmo construido sobre percusiones indígenas, con apuntes de acordeón y pequeña formación de cuerdas. Este mismo motivo será objeto de interesantes, y más melódicos desarrollos en cortes como “Entering Town” o “No Jiménez”,donde predominan las cuerdas y la guitarra (guitarron), y el estupendo “Leaving Town”, donde se nos regala una versión donde todos los instrumentos tienen su parte de protagonismo: percusiones, cuerdas, guitarra, acordeón y flauta de pan.
Como complemento al necesario y acertado tema central, nos encontramos un tema secundario, asociado a la amistad de Pete con su amigo fallecido. Un motivo evocador y melancólico, introducido por primera vez por medio de un acordeón en “Cinco Años”, y al que se volverá a recurrir ya arropado por las cuerdas y con mayor desarrollo en “House Building”, “Forgiveness” y por supusto en “Gift Horse”, donde nos encontramos su versión más apreciable.
El score de Beltrami, se complementa con una serie de pasajes de extrañas sonoridades, hermanados con el aire perturbador e insano del tema central (que será apuntado brevemente en algunos de los cortes), pero potenciando como es lógico, el valor descriptivo de la música, con variada y original percusión, forzados pizzicatos y utilización del acordeón y las cuerdas para enrarecer el ambiente. Ejemplos muy claros los tenemos en “Mike Runs Off”, “Can´t Keep it Up”, “Horse of Death”, “Pete Confronts Sheriff”, “Shoot Me” o “Stalking Mike” .
“Goodbye” es el estupendo final que nos regala Beltrami. Aquí se presenta una nueva melodía, utilizada como tema de despedida. Inicialmente presentada por medio de la guitarra, al que posteriormente se incorporarán percusions, cuerdas y acordeón.
La edición discográfica contiene también un repertorio de algunas de las canciones utilizadas en el film. Baladas country, blues, rock fronterizo, Tex-Mex… A destacar el “This Could Be The One” de Flaco Jiménez, “Fair to Midland” de Dwight Yoakam o el spanglish de Freddie Fender en “Before the Next Teardrop Falls”, toda una rareza. Canciones todas éstas, que no sólo no perjudican la composición de Beltrami sino que ayudan a dar cohesión a la banda sonora. A veces, la alternancia entre score y canciones suele ser una buena solución para musicar un film. Eso sí, siempre y cuando primen valores cinematográficos en la elección de canciones (como es este caso), y no intereses comerciales o de puro marketing.
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