Pablo Nieto
Mucho se ha hablado de “Brokeback Mountain” , y me temo que mucho se hablará si como parece, termina siendo la película de la temporada a nivel de premios…
Rodada con gran sensibilidad por Ang Lee, e interpretada con serenidad y contención por Jake Gyllenhall y Heath Ledger, “Brokeback Mountain” es una historia de emociones contrapuestas, de encuentros prohibidos, de dos jóvenes vaqueros que encuentran el amor el uno en el otro en la America rural de principios de los 60.
En los tiempos que corren, todavía este tipo de ofertas cinematográficas siguen causando bastante escándalo en la sociedad, o al menos eso dicen. Muchas veces los departamentos de marketing de un film, son los propios encargados de difundir la polémica con la sana y económica intención de beneficiar a su cliente.
Sea como fuere, “Brokeback Mountain” lo único que hace es buscar un poco las cosquillas al núcleo duro conservador norteamericano, ambientando una historia de homosexualidad en el mundo de los vaqueros. A unos les parece bien, a otros mal, sin embargo seguro que donde no hay discusión es en la calidad de la película, y por supuesto, la sutileza y credibilidad con la que se nos presenta la historia de amor.
Los sentimientos no pueden ni deben ser robados o dirigidos por los poderes públicos. Estos tampoco deberían ser desnaturalizados, encorsetándolos en trajes que nada tienen que ver con su identidad.Es lo que tienen las modas.
Y hablando de modas, es increíble el prestigio que ha adquirido Gustavo Santaolalla en los últimos años. A este compositor, productor y sobretodo guitarrista argentino se lo rifan ya no sólo los grandes nombres del cine independiente, sino hasta los grandes estudios.
Si 2004 fue el año de su encumbramiento gracias a “Diarios de una Motocicleta”, score por el que ganó un BAFTA (y la canción un Óscar), 2005 promete ser todavía mejor. Al menos en cuanto a calidad sin duda, sobretodo si pensamos en “North Country”, uno de los scores más interesantes del año pero que sin embargo, más desapercibido está pasando.
Todo lo contrario que con “Brokeback Mountain”, un trabajo admirado y ensalzado unanimemente por la crítica cinematográfica. Para muchos el mejor score de 2005, y gran favorito para alzarse con los grandes premios. Pero, ¿es para tanto?, ¿es realmente la banda sonora de la temporada? Pues sinceramente, no.
“Brokeback Mountain” es un score que ambientalmente "queda" muy bien con las imágenes, que se integra perfectamente con las numerosas canciones que pueblan el film, que acierta en su tono intimista de guitarra, cuerdas y atmósfera etérea por medio de sintetizador, pero ya está. Hablamos de una buena banda sonora, no de una partitura referente para el resto de trabajos del año.
Ganar podrá ganar todos los premios, pero eso significará que quienes dan los premios a la música, siguen sin comprender la verdadera esencia de la composición musical para cine (aunque esto es algo que ya sabíamos de hace tiempo).
El score de Santaolalla no evoluciona con la historia, no asume en ningún momento más función que la de ambientar. Situarse en un segundo plano, renunciar a su propio protagonismo en favor de la historia es una decisión loable y hasta entendible, pero trabajos de este estilo los hay a cientos a lo largo del año.
En tiempos tan difíciles para la música de cine, donde los temp tracks, las decisiones injustificadas de directores y productores, están condicionando cada vez más la libertad creativa de los compositores. Premiar a una banda sonora por el mero hecho de no molestar y realzar las canciones que la acompañan, es sin duda la peor noticia que podríamos tener para empezar el año.
Comparando el trabajo de Santaolalla, con lo hecho por James Newton Howard para “King Kong”, John Williams para “Munich”, Harry Gregson-Williams para “Las crónicas de Narnia” o Philippe Rombi en “Feliz Navidad” y la primera pregunta que deberíamos hacernos es si realmentente alguien ha escuchado estos scores antes de dejarse llevar por la empatía con el film de Ang Lee, para poner en un altar la composición de Santaolalla. La diferencia entre escuchar y oír, sería hasta benévola con aquellos que piensan que porque un score acompañe adecuadamente una velada íntima entre amigos ya merece ganar un Óscar.
Sin embargo, como las injusticias las dejamos para otros, no podemos finalizar esta reseña sin al menos destacar la tranquilidad que nos provoca la guitarra en “Opening”, “Snow” o “Riding Horses”, interesantes cortes intimistas todos ellos, donde las cuerdas y la electrónica se unen para crear un halo de contención y reposo.
La música sigue estos parámetros en los tres cortes que desarrollan, el por así decirlo, tema principal del film. Presentado en “Brokeback Mountain 1”, estamos ante una bonita melodía muy típica en la carrera de Santaolalla, que comparte, sin duda, espíritu con su tema central para “North Country”. Más vibrante se muestra Santaolalla en “An Angel Went Up in Flames”, donde el dobro, pedal y batería crean una dinámica pieza country.
Sin embargo, si algo deberíamos destacar del trabajo del compositor en “Brokeback Mountain” es en el apartado de la producción musical de canciones. En concreto las dos preciosas baladas country, compuestas junto a Bernie Taupin (antiguo colaborador de Elton John), “A Love That Will Never Grow Old” y “I Don´t Want To Say Goodbye”. En especial la primera, una de las canciones más logradas del año (lo cortés no quita lo valiente).
No conviene olvidar tampoco, la colaboración de Santaolalla con Jeremy Spillman en “I Will Never Let you Go”, así como el resto de canciones que completan la banda sonora (y este álbum), comenzando por el clásico “King of the Road” interpretado por Rufus Wainwright, la versión del “It´s so Easy” de Buddy Holly realizada por Linda Ronstadt y por supuesto la inimitable voz de Willie Nelson, interpretando el “He Was a Friend of Mine” de Bob Dylan.
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