Pablo Nieto
Harry Gregson-Williams ha tardado en ganarse un hueco en el corazón de los aficionados. Su tendencia hacia sonoridades electrónicas, su afán por la experimentación, por la fusión de música contemporánea con sonidos étnicos (que quizás le venga inspirada por su estancia en África, dando clases de música a niños) y sobretodo, un excesivo sometimiento a los clichés de su mentor y amigo Hans Zimmer, no le han hecho más que granjearse detractores y críticas, en muchos casos injustificadas.
Sin embargo, cuando alguien tiene talento, ganas y espíritu de superación es capaz de convertirse en un icono de la música de animación (junto a su amigo John Powell), con obras como “Antz”, “Chiken Run”, “Simbad” o la saga de “Shrek” (donde coincide con el director de "Narnia", Andrew Adamson); dar continuidad a la tradición británica en el clasicismo de las cuerdas y las orquestaciones reposadas y elegiacas como “The Magic of Marciano”, “Verónica Guerin” o “Bridget Jones 2”; y por supuesto, introducir la cabeza en grandes superproducciones, como “El Reino de los Cielos” y ahora “Las Crónicas de Narnia: El León, La Bruja y el Armario”.
Basada en la aclamada obra de C. S. Lewis, la historia narra las aventuras de cuatro hermanos: Lucy, Edmund, Susan y Peter, que durante la Segunda Guerra Mundial descubren el mundo de Narnia, al que acceden a través de un armario mágico mientras juegan al escondite en la casa de campo de un viejo profesor. En Narnia encontrarán un mundo fantástico habitado por animales que hablan, faunos, centauros y gigantes al que la Bruja Blanca –Jadis– ha condenado al invierno eterno. Con la ayuda del león Aslan, los niños lucharán para derrocar a la Bruja, y traer de nuevo la paz a Narnia en una espectacular y dramática batalla.
Harry Gregson-Williams compone la partitura más ambiciosa, compleja y a todas luces, exitosa de toda su carrera. Un trabajo de exuberante riqueza temática, preciosismo melódico, original y variada orquestación, y sobre todo de contrastes, pasando de un intimismo new age a contundentes y espectaculares pasajes de acción, con omnipresencia de coros.
Introducirnos en el universo musical ideado por Harry Gregson-Williams, es una experiencia difícilmente olvidable. La trascendencia de su música con las imágenes es tan importante, que podríamos decir que el score es “el armario del film. Si Harry no llega a abrirlo, el resultado final habría sido todavía más cuestionable.
Tematicamente, los niños son la clave de la partitura. Para describir su indefensión, el dramatismo por haber tenido que abandonar a su madre, e incluso las dudas entre los propios hermanos, Gregson-Williams utiliza una bonita pero triste melodía, que contrasta con el tema de los Reyes. Motivo que será clave en las secuencias de acción, y que de nuevo se refiere a ellos. En concreto a su futuro, a su heroísmo, a su determinación.
Por supuesto, el mundo mágico de Narnia también tendrá su propio tema, al igual que Aslan, y su antagonista la Bruja Blanca. El aporte narrativo, y no mera descriptivo, de estos temas es uno de los elementos más apreciables y logrados del score de Gregson-Williams. Otra de las múltiples razones por las que debemos considerar “Las Crónicas de Narnia”, como mejor su composición hasta la fecha.
Tema a Tema
1. The Blitz, 1940 (02:32)
Los primeros compases de la música en el film, nos presentan intensa y dramática overtura para percusiones y metales, aderezada con efectos de sonido de los bombarderos alemanes que amenazan a la población de Londres durante uno de los múltiples ataques que sufrió la población durante la Segunda Guerra Mundial. Gregson-Williams nos presenta el tema “antagonista”, utilizado indistintamente en el film siempre que los protagonistas sufren alguna amenaza (como posteriormente ocurrirá durante las apariciones de la Bruja Blanca y sus aliados, como ocurre con los lobos). La evolución temática nos llevará al tema de los niños, presentado eso sí, en su vertiente más dramática.
2. Evacuating London (03:38)
La evacuación de Londres, la huída de los hermanos Pevensie, la separación de su madre… todo ello le invita a Harry a presentarnos el tema de los niños con un aire melancólico, pero aún así, con la sensación de tener un trasfondo optimista, en el que todo volverá a ser como antes. La secuencia se funde con los títulos de créditos que acompañan el viaje de los niños en tren hacia su nuevo hogar. Es una fase que nos introduce un dinámico y contemporáneo pasaje lírico con la voz de Lisbeth Scott solapándose con atemporales, pero efectivos, ritmos electrónicos, donde aparecen apuntes del tema de Narnia y el tema de los niños.
3. The Wardrobe (02:54)
Madera con madera. El descubriendo del armario por parte de la pequeña Lucy, y su entrada en el mundo de Narnia, es uno de los momentos más mágicos de la película, y del score. Flauta, arpa, piano (interpretando el tema de Aslan) acompañarán a Lucy en su camino a lo desconocido. La entrada de coros, el crescendo de cuerdas y la inserción de campanillas nos terminan de situar en un mundo diferente, lleno de magía… que pronto será interrumpida con la aparición de Mr.Tummus (el fauno).
4. Lucy Meets Mr. Tumnus (04:10)
La búsqueda de sonidos propios para Narnia le lleva a Gregson-Williams a contar con su amigo Hugh Marsh, virtuoso intérprete del violín eléctrico, para dotar a las explicaciones de Mr.Tummus a Lucy, de un aire cuasi-místico y surreal. Un precioso pasaje, contenido, íntimo donde el tema de Narnia vuelve a ser retomado, en su parte final, por medio de clarinete primero, y luego cuerdas y coro (elementos indisolublemente unidos durante todo el score).
5. A Narnia Lullaby (01:12)
Sin duda, uno de los momentos álgidos del score. Mr. Tummus quiere dormir a Lucy para entregarla a la bruja blanca, y la opción que escoge es interpretar por medio de su flauta mágica (que Gregson-Williams asocia al sonido del duduk). La melodía, de claras sonoridades orientales, va in crescendo a través de la inserción de coro y el mayor protagonismo de la orquesta, hasta alcanzar su culmen sinfónico por medio de los metales. Toda una metáfora de la evolución dramática y épica de la película.
6. The White Witch (05:30)
Es tiempo de dedicarle un espacio musical a la Bruja Blanca. Logicamente, la atmósfera se oscurece, las percusiones se vuelven más agresivas, los coros adoptan un aire diabólico, y en general los peores temores se desatan. Una dinámica sólo interrumpida por un “interludio” para flauta más contenido y etéreo, que anticipa lo que será un “finale” abrupto. Un corte, que fácilmente podría haber sido parte del “The Brothers Grimms” de Dario Marianelli.
7. From Western Woods to Beaversdam (03:34)
Para dulcificar un poco la dureza y agresividad del corte anterior, se vuelve a recurrir al tema del viaje de “Evacuating London”. La estética new age domina esta primera parte, a través de las percusiones y la cálida voz de Lisbeth Scott. La segunda parte, en cambio, se centra más en el desarrollo del tema de Aslan. Contenido (flauta), evocador (cuerdas) y noble (metales).
8. Father Christmas (3:20)
Quizás uno de los pasajes más “surrealistas” de la película, se produce con la aparición de Papa Noel, en una secuencia en la que los protagonistas creen estar siendo perseguidos por la Bruja Blanca. Gregson-Williams escribe una preciosista pieza tipicamente navideña (coros, campanillas, cuerdas), que precede a la entrega de regalos por parte de este a los niños. Regalos a la postre decisivos, y cuya trascendencia para el futuro de Narnia, es reflejada por el compositor por medio del tema de Narnia y el de Aslan, interpretados con gran solemnidad y nobleza por medios de coros y gran orquesta.
9. To Aslan´s Camp (03:12)
Primera aparición del tema de los Reyes, en este caso por medio de emocionante fanfarria, justo en la escena en la que los hermanos comienzan a reivindicar su valía. En concreto, en la secuencia del río helado, donde Peter utiliza la espada para salvarlos a todos. Tras un arranque tan espectacular, y una breve transición de música contenida, entra en acción el tema de Narnia, seguido de la cuasi-mística aparición de Aslan saliendo de su tienda. El corte finaliza con una nueva referencia el tema de los Reyes, en este caso en una versión más noble y menos dinámica que en el comienzo de la pieza.
10. Knighting Peter (03:48)
Tras un inicio pausado, con predominio del tema de Aslan, pasamos a un breve pero intenso tema de acción, que coincide con la escena del enfrentamiento entre Peter y los lobos. Su triunfo, descrito musicalmente con moderación y contención, lleva a una nueva presentación del tema de los niños, por medio de los flautas, en el momento en el que Peter es nombrado caballero por su destreza y valía con la espada. Él será quien debe guiar a Narnia en el glorioso futuro que la espera.
11. The Stone Table (08:06)
Trascendente pasaje del film, cuyas connotaciones religiosas condicionan todo su desarrollo. La figura de Aslan, sacrificándose por los suyos, permitiendo ser ejecutado en público, y su posterior resurrección (no presentada en este corte), en mucho recuerda a la Crucifixión de Jesucristo. La ceremonia, pagana donde las haya, dirigida por la Bruja Blanca y alentada casi lascivamente por sus súbditos, es uno de los momentos musicales claves de la partitura. Gregson-Williams elabora una pieza dominada por las percusiones, las voces étnicas (tibetanas), con la orquesta en todo momento incrementando la tensión, al compás de un ritmo que va in crescendo. Este tempo será clave en el momento de la ejecución, con la voz de Lisbeth Scott, evocando al drama que está a punto de vivirse. Una aceleración de la música, que lleva la tensión a límites insospechados… y de repente todo se detiene. El tiempo se para, y el tema de Aslan se transforma en una dolorosa elegía para cuerdas. El llanto por la muerte del líder, será transmitido al campamento por los árboles a través de sus hojas, y por Gregson-Williams por medio de la percusión, acompañada por una versión grave y oscura del tema de los Reyes.
12. The Battle (07:08)
Una de las razones por las que esta partitura de Gregson Williams será recordada, es sin duda esta pieza para orquesta y coro. Una de las mejores fusiones música e imagen logradas por el compositor británico a lo largo de su carrera. Un largo corte de acción de siete minutos, de arranque contenido y grave, presentando el tema de los Reyes, en clara metáfora de la preocupación que invade a los protagonistas ante la final y definitiva batalla a campo abierto ante el ejercito de la Bruja Blanca. Sin embargo, este arranque no será más que el preludio de una sucesión de crescendos heroicos de un tema fabuloso, perfectamente acompasado, que alcanza su climax justo cuando llegamos el minuto 04:30. Ahí coro y orquesta, se fusionan para elevar el misticismo y la magia de la batalla, la valentía de los combatientes, el sacrificio de uno por el grupo… Conviene destacar un elemento, en principio cuestionable como es el uso de ritmos con cierto aire a pasadas composiciones de la ya extinta Mediaventures. La cuestión no es el por que de la introducción de dicha base rítmica, sino el tempo de la misma. Un tempo que va varios compases por detrás de la orquesta y el coro. Una decisión acertadísima teniendo en cuenta la cantidad de escenas a cámara lenta y planos aéreos de la batalla.
13. Only the Beginning of the Adventure (05:32)
No es el “Throne Room and Finale" de "Star Wars” pero sí un pasaje musical muy disfrutable, utilizado para acompañar toda la escena final en el Castillo de Cair Paravel. Un corte, que en realidad es una suite “no declarada”, que arranca con el tema de los niños, apuntando el de Aslan y el de Narnia, antes de llegar al lógico, evidente y necesario tema de los Reyes, más que nada porque es el momento de la coronación de los cuatro hermanos. La vaga referencia al tema de Mr.Tummus, en el reencuentro de este con Lucy, no será más que una excusa para que el tema de los Reyes de Narnia coja carrerilla antes de su desenlace final. Emocionante broche de oro a la edición discográfica del score.
El trabajo de Gregson-Williams en ”Las Crónicas de Narnia”, no se ha limitado sin embargo a escribir sólo score y a olvidarse después de todo lo demás. No, Harry ha conseguido una implicación total, creemos que buscada, en las canciones que completan la edición de la banda sonora, y que aparecen en los títulos de crédito del film. La primera de ellas “Can´t Take It In”, interpretada por Imagen Heap del grupo Frou, Frou, es una canción de gran vitalismo y magia, que sirve como aperitivo a la mejor canción del disco: “Wunderking”, interpretada por Alanis Morisette, y que tras ser nominada a los Globos de Oro, parece que empieza a ser tomada más en serio por los aficionados. La participación de Gregson-Williams es más limitada, de hecho no está acreditada, pero sí que existió. Lo mismo ocurre con “Winter Light”, cantada por Tim Finn (del grupo Crowded House), quizás la canción más floja de todas. El disco cierra con la breve pero hermosa “Where”, interpretada por la musa de Gregson-Williams, Lisbeth Scott, y de medio Hollywood en los últimos años (John Williams ha contado con ella en “Munich”, John Debney en “La Pasión de Cristo”). Con apunte del tema de los niños, y un elegante arreglo orquestal, “Where” es también una canción que puede optar a los grandes premios. Su corta duración es una verdadera lástima, pero aún así es un cierre perfecto para la cuidada edición discográfica de la banda sonora.
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