Pablo Nieto
”Doom” marcó un antes y un después en cuanto a las aventuras gráficas interactivas en el campo de los videojuegos. Su alto grado de violencia, realismo, y sobretodo, la opción de que el jugador adoptara el punto de vista del protagonista, lo elevo muy pronto a los altares de los aficionados.
16 años después de su lanzamiento, la leyenda del videojuego cobra vida en la gran pantalla, de la mano del prestigioso director de fotografía polaco Andrzej Bartkowiak ("La Fuerza del Cariño", "Speed", "Pactar con el Diablo"), pero pésimo director de productos de acción para mentes aburridas como “Cradle 2: The Grave”, “Exit Wounds” o “Romeo Must Die”. Como cabía de esperar, una adaptación absolutamente infumable, siguiendo la estela de la saga “Resident Evil” o “Tomb Raider”, y que nos hace plantearnos la pregunta de ¿por qué no hay ni una sola adaptación de videojuegos medianamente decente? Desgraciadamente, la pregunta nos la volveremos a hacer con “Alone in the Dark”.
Clint Mansell fue el compositor contratado para poner la música ”Doom”. Muchos, tras su maravilloso score para “Sahara” esperábamos lo mejor de Mansell. Sin embargo, el resultado final es un tanto descorcentante. El score que nos ofrece no se acerca ni de lejos a lo que se preveía, pero aún así, es justo reconocer que su testosterónica ópera techno-rock es justo lo que necesita un film de estas características.
En una primera audición, fuera de las imágenes, no serán pocos los que se lleven las manos a la cabeza ante “tal aberración sonora”, sin embargo es lo que tiene el hard rock llevado a sus últimas consecuencias. Es lo que tiene ser compositor de música de cine, y encima hacer bien tu trabajo.
Quienes conozcan la obra de Mansell, encontrarán un claro precedente en su inédita e interesante partitura para “11:14”, donde el británico ya introduce apuntes de rock, y desarrolla sin complejos su vena más salvaje con batería y guitarras eléctricas.
Para “Doom” , el autor de la inolvidable “Réquiem for a Dream”, eleva a la máxima potencia la experiencia de “11:14”, multiplicando la intensidad de la batería, “endemoniando” todavía más las cuerdas de las guitarras y colapsando los loops metálicos de los sintetizadores. Si de lo que se trata es convertir la experiencia musical de “Doom” en un “infierno” , Mansell lo consigue.
Tematicamente, nos encontramos un omnipresente tema central (“Doom”), que sienta las bases estructurales del resto de la partitura. La violencia y agresividad de esta pieza será repetida en fantásticos cortes de acción como “Taking Control” (uno de los mejores temas del disco), “Containment Breach”, “Mac Attack”, “Destroyed”, “Mass Onslaught” y el rock progresivo de “First Person Shooter”.
De corte más atmosférico y contenido tenemos “Searching” y “The Lab”, aunque este, tras una primera parte protagonizada por la guitarra acústica, pronto se transformará en un violento pasaje de rock duro.
Interesante también el aire heroico que Mansell imprime a la música por medio de los metales, que se elevan sobre las disonancias eléctricas y la trepidante musica de acción, en “Olduvai/Fancing Demons”, “Go to Hell” y “Superhumans and Monsters”.
Finalizamos, esta visita al “infierno” quedándonos con el uso de los coros de “Kill´Em All…” (una melodía interpretada por coro de niños, ya apuntada en el tema central de la película), y el aire bizarro “coral y disonante” de “Resurrection”, cuya estética nos recuerda en parte a los ambientes opresivos ideados por John Carpenter a principios de los 80. Y es que, ya que estamos, la influencia de Carpenter va más allá de la mera creación de atmósferas insanas. Y sino, sólo hay que recuperar el último trabajo del Maestro del cine de Terror: “Fantasmas de Marte”. Es evidente que el uso del hard rock como lenguaje básico de “Doom” no es un recurso muy original, pero es justo reconocer la valía de una partitura realmente difícil de asimilar y comprender en una escucha aislada.
|