José-Vidal Rodriguez
El conocido cómic de “El Castigador” ha sido llevado a la pantalla grande en dos ocasiones hasta la fecha. La más conocida es sin duda la versión rodada en el 2004 con Thomas Jane interpretando al vengador Frank Castle y John Travolta en el papel de villano. Pero ya en 1989, la infame New World Pictures produjo un bodrio a la mayor gloria de Dolph Lundgren, dirigido por uno de los montadores de mayor prestigio en el cine de acción, Mark Goldblatt.
Mientras la versión del 2004 resulta un pasable filme con ciertas dosis de regusto visual, el filme de Goldblatt fue un auténtico fiasco en taquilla, precisamente en una época en la que las adaptaciones cinematográficas de comics empezaban a resurgir tras el fenómeno “Batman”. La película no pasa de ser una farragosa serie B rodada con tan poca imaginación como exiguo presupuesto, que curiosamente tuvo más éxito en su distribución en VHS que en el circuito de salas comerciales.
Perseverance Records publica ahora su score original, obra de un desconocido Dennis Dreith, en una muy cuidada edición que ha sido anunciada a bombo y platillo por la discográfica “ante los fervientes deseos de los aficionados por ver la obra finalmente editada”. Curiosa forma de promocionar un disco que ni de largo tiene las cualidades que promete. No obstante, tanto su presentación como el hecho de incluir una entrevista con el músico y el director del filme, son detalles a tener en cuenta que esperemos se repitan en un futuro (ya podían haber hecho lo mismo con “Loch Ness”).
Las comparaciones son odiosas, pero en este caso inevitables. Una vez escuchado el presente trabajo, uno no puede sino aferrarse al score compuesto por Carlo Siliotto para el Punisher de 2004. Sobre todo por el original acercamiento melodramático del italiano, que contrasta con lo absolutamente previsible y anodino del material escrito por Dreith.
Mientras Siliotto centró sus esfuerzos en subrayar el lado trágico de la historia, desde una aproximación sumamente melódica y poco incidental (chocante en una película con tal estética de cómic), Dreith escoge el camino fácil y planifica su partitura con todos los clichés y tópicos de cualquier score de acción de bajo presupuesto, con el lastre añadido de fracasar en la composición de un tema central de la suficiente contundencia musical requerida por el género.
Al respecto, el “Main Title” introduce aquél leitmotiv asociado al personaje de Frank Castle, en forma de stacatto de cuatro notas tan simple y desangelado que lo olvidaríamos al momento si no fuera por su constante aparición a lo largo y ancho del disco. La verdad es que si ya el autor se muestra tan básico en el tema central, muchos podrían temer lo peor en cuanto al resto de música compuesta. Y en parte no se equivocarían.
Siendo sinceros, el compositor se mueve entre dos aguas usualmente insalvables para todo artista: La falta de presupuesto y la deprimente calidad visual del filme; quizás por ello Dreith se revela tan poco inspirado por las escenas como para acudir a formas musicales planas y del todo olvidables, que no obstante cumplen siquiera decentemente en su simbiosis con las imágenes.
El autor huye en todo momento de la melodía, creando una atmósfera musical basada en la disonancia y el efectismo. Así compone una música básicamente oscura, difícil de disfrutar fuera del contexto visual puesto que el americano parece limitarse a subrayar la tensión siempre desde un punto de vista exclusivamente incidental. En tal sentido, hace gran hincapié en la sección rítmica, mediante la inclusión de curiosas sonoridades en la percusión, creadas ex profeso. Pero en último término, Dreith acaba resolviendo muchos minutos del score con el uso de los sintetizadores, para disimular con ello la ausencia de instrumentos en una orquesta muy eficaz, pero claramente insuficiente.
Probablemente sean aquéllos cortes rítmicos lo poco rescatable del álbum: “Harbor Shoot-em-up”, ”Party Pooping Punisher” o el ”Bulletproof Bus” aprovechan al menos el peso de los metales para imprimir cierto dinamismo a las persecuciones y tiroteos de Lundgren mostrados en pantalla. No en vano, en estas tres pistas podremos oír la práctica totalidad de los recursos musicales de acción reciclados por Dreith para temas posteriores.
Como relata en la entrevista incluida como bonus track, la falta de medios le obligó a orquestar y dirigir la partitura él mismo para ahorrar costes que le permitieran grabar el score con cierto empaque en Los Angeles. Toda vez que carecía del dinero suficiente para usar una agrupación sinfónica durante los 50 minutos de duración del trabajo, tuvo que salvar este obstáculo interpretando a sintetizador algunos de los fragmentos más netamente incidentales (”Welcome Home Dino“, “Goodbye Castle”), circunstancia que empobrece aún más el acabado global del trabajo. Sobre todo oyendo cortes del estilo del “Armored Car” o el ”Pretty Poison”, temas que rozan la atonalidad e introducen una pléyade de sonoridades electrónicas ciertamente molestas.
Estas razones pudieran servir (sólo en parte) para excusar el score tan aburrido escrito por el compositor. Por ello, el lector ha de tener claro el hecho de que estamos ante una banda sonora cuya escucha aislada aporta poco, muy poco. De hecho, lo más atrayente del disco resulta a todas luces la entrevista antes mencionada, en la que aquellos que entiendan el idioma de Shakespeare descubrirán, por ejemplo, la tirria de Mark Goldblatt ante el uso generalizado de los temp tracks o las alabanzas de Dreith al cineasta por la libertad que le brindó a la hora de componer. Una libertad que desafortunadamente no logra plasmar como debiera en los acordes de una partitura tan sosa como soberbiamente editada.
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