Miguel Ángel Ordóñez
Hablar de música en la 20th Century Fox durante dos décadas (años 40 y 50) es hablar de Alfred Newman. Este artista, el mayor de diez hermanos, nacido en Connecticut en 1901, es quizás el compositor que, dentro de los de su generación, mejor ha sabido aplicar las técnicas musicales al medio cinematográfico, el que mejor supo comprender que acoplar música a unas imágenes en movimiento requería del empleo de un lenguaje especial, de descubrir y desarrollar aquellos resortes que conectaban las sensaciones y sentimientos que no mostraban explícitamente los actores en escena con la provocación de una reacción de entendimiento y complicidad en el espectador. De familia muy humilde, aprendió a tocar el piano a los seis años, pero gracias al apoyo de un mecenas, Everard Thompson, a los diez pasó a las manos de un gran tutor, el pianista polaco Stojowski. Este le apoyó en sus estudios para aprender contrapunto, composición y armonía en el Von Ende School. Se trajo a su familia a Nueva York y a los doce años ya tocaba el piano en conciertos. A los diecisiete ya era el más joven director musical en Broadway. Es aquí donde conoce a gente como Gershwin y Berlin, y donde alcanza su aprendizaje como compositor (lo que le entronca con Steiner, que se inició también en los musicales). En 1931 trabaja para el score de “Luces de la ciudad” de Chaplin y dos años mas tarde Zanuck le ofrece ser director musical de la 20th Century, para la que compone en 1935 la 20th Century Fanfare. Con la fusión de la 20th Century con la Fox, en 1939, se hace cargo de la dirección musical de la misma, puesto que no abandonaria hasta Enero de 1960. Murió en 1970, tras escribir la partitura de “Airport”, con 187 scores en su haber y la supervisión musical de 63 más. Ganó nueve Oscars y estuvo nominado cuarenta y cinco veces.
Con el trasfondo del Holocausto judío, "El diario de Ana Frank" es un film muy atípico en su concepción. Numerosas son las películas que han abordado el tema, pero muy pocas desde la perspectiva del film de George Stevens (entre las actuales me viene a la memoria “La vida es bella”). El director prefiere centrase en la ingenuidad de su personaje protagonista, en su visión anti-fatalista de los acontecimientos, en una palabra: Ana prefiere seguir creyendo en el género humano, prefiere vivir aislada de los fatales acontecimientos que la rodean, y la película se diseña para expresar las situaciones desde su único punto de vista. No es de extrañar, por tanto, que Newman afronte el score desde una perspectiva espiritual donde los sentimientos de candor y dulzura se adhieren a cada nota construida por el maestro. En palabras del propio compositor, pretende evocar la memoria de un pasado más feliz y la esperanza de un futuro mejor. Por ello, la partitura cuenta con una serie de temas de gran belleza y esperanza. El único acercamiento que concede Newman al trasfondo amargo del film es el repique fúnebre de una campana que inicia o finaliza algunos cortes del score (en ocasiones sustituido por un carillón), siempre tras una bella melodía, utilizado no como acercamiento musical concreto para situar la historia, sino como presagio de muerte, de fatalidad.
El score posee una pléyade de motivos fantásticos. Con la cuerda omnipresente en todos ellos, es difícil analizarlos sin utilizar la palabra belleza en cada uno. Tres magistrales temas llevan el peso del grueso de la partitura. El “Anne´s Theme” o tema del diario es el mas melancólico de los tres. En la “Overture” lo escuchamos de manera dulce con solo de violín y piccolo como acercamiento a la naturaleza ingenua y adolescente de la protagonista. Diversas variaciones salpicadas a lo largo del score desembocan en una versión para solo de violín, de profunda tristeza en el “Epilogue”. Teniendo como constante la fusión de varios motivos en cada corte, el “Family Theme” se presenta por primera vez en el “Main Title” con la sección de cuerda al completo, introducido mas tarde en “Families in Hinding” por el clarinete y con sostenido de violín, tema que por sus sonoridades lo asociamos siempre a la memoria, al recuerdo del padre, sufriendo una melancólica rendición final al inicio del corte “Exit Music II”. El tercer tema en importancia es el “Anne and Peter´s Theme”, otro tema de bellísima factura que inicia la grabación casi a ritmo de vals y que podemos admirar en el corte “Intermission” iniciado en la cuerda y el arpa y que tras breve interludio, acaba en notas altísimas al violín. Destaca poderosamente también en el corte “The First Kiss” donde iniciado a la flauta y secundado en la cuerda supone un acercamiento muy descriptivo al sentimiento, entre ingenuo e iniciático, de Anne ante su primer amor.
El score dispone además de diversos motivos secundarios. Algunos suponen un acercamiento a los acontecimientos, como la tensión que se respira en “The First Day”, ejemplo de la monotonía en la vida de Anne y “The Captives” con su inicio de aires marciales. En el corte “Date with Peter” encontramos dos nuevos motivos: “The Children´s Theme”, tema muy infantil sostenido en la flauta y “The Goodness Theme”, de muy breve aparición, con utilización de la cuerda y la flauta. El “Ericka´s Theme” supone una ruptura con el preciosismo imperante en la partitura. Se trata de una marcha muy irónica (compuesta a la manera Kenneth Alford) asociada a una amiga de Anne, que suena en el momento en que es deportada. Un ejemplo más de la utilización de la música a “contracorriente” a lo largo de la película, sin duda con raíz en el uso continúo del punto de vista de Anne. Por último destacar también el uso de un cuarto motivo, más desarrollado a lo largo de la partitura. El “Waltz Theme” que escuchamos por primera vez en el corte “Date with Peter”, es de clara influencia straussiana. Aquí lo oímos en su versión mas clásica, mientras al final de “The First Kiss” reaparece de modo mas ceremonioso, siempre reflejando la relación de Anne y Peter, con la intención de convertirla en un cuento de hadas.
Estamos ante un trabajo muy maduro, el favorito del compositor. No vamos a quitarle la razón desde estas páginas. Como dijo el gran Christopher Palmer sobre esta partitura: “La música puede parecer desfasada, muy conservadora, sin llegar al pastiche. Sin embargo como lo mejor de Newman, tiene estilo, elegancia, integridad y es muy sentida”.
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