Ignacio Garrido
La voz de Lisa Gerard lleva ya bastante tiempo acompañando las imágenes de films contemporáneos, ya sea por el carácter estético de unos (caso de los hermanos Scott y sus "Fuego de la venganza", "Gladiator" o "Black Hawk Derribado") o por una emocional y visceral fusión de música e imágenes en otros (caso de Michael Mann en "Heat", "El dilema" o "Ali"). En cualquier caso, hoy día es bien conocida y ni que decir tiene que su aparición dentro de la música de cine más reciente ha efectuado en la industria una discutible moda a la que no pocas cintas se han apuntado desde entonces (son ejemplo de ello Brian Tyler e "Hijos de Dune" o Harald Kloser y "El día de mañana" por citar tan solo un par de títulos). Además la propia condición de creadora independiente de Gerrard, la ha ido conduciendo a lo largo de los años fuera de la industria por caminos no menos interesantes que los cinematográficos, desde su archiconocida etapa con Dead Can Dance, hasta sus albums en colaboración con músicos como Pieter Bourke (su socio en los trabajos para Michael Mann y co-creador de su estupendo disco "Duality"), o Patrick Cassidy (con el que ha trabajado en "Hannibal", "Salem’s Lot” y en una de las mejores obras de toda su carrera, el reciente disco "Inmortal Memory" del que se utilizó música en "King Arthur" de Zimmer).
Ahora le toca el turno a Jeff Rona en la lista de colaboraciones con la compositora y cantante para ponerle música de forma conjunta a este film sobre el pueblo indio americano. Rona tampoco es un novato en esto de participar en proyectos con varios nombres como responsables del apartado musical de los mismos, ya que ha sido encargado de componer música adicional para films de la talla de "Gladiator", "The Fan" o "Black Hawk Derribado" sin ir más lejos, además de ser el creador de partituras tan interesantes como las de las series de televisión "Traffic" y "Earthsea" (que ya de por si incluían en ellas gran cantidad de elementos étnicos y música cercana al new age), amén de esa joya de la música de cine que es "Tormenta blanca", cuya genialidad e inspiración por desgracia no ha vuelto a repetir.
Juntos elaboran una creación que dados sus gustos musicales se sitúa más cercana al mencionado new age que a la composición tradicional para cine, sobre todo teniendo en cuenta la moda que hace algunos años experimentó la música electrónica comercial al emplear material coral y melódico popular de la cultura india americana en discos como "Sacred Spirits" o "Deep Forest" y similares, anticipadas todas ellas por el gran éxito del grupo Enigma con su canción "Return to Innocence" dentro de aquel soberbio album "The Cross of Changes". No obstante dentro del cine la música amerindia posee larga vida y entidad (lógicamente dentro del western de forma mayoritaria), y siempre ha supuesto un gran filón para compositores que han sabido llevar con mejor (Fielding y "Chato´s Land" o Rosenthal y "El retorno de un hombre llamado caballo") o peor fortuna (Peter Buffet y "Bailando con lobos" o Horner y "Corazón trueno") estos elementos a su terreno y el empleo de dicha sonoridad como respuesta a una utilidad concreta dentro de las imágenes.
Aquí la cosa no se muestra tan cerebral ni compleja como para ahondar en estudios sobre el significado espiritual de la música en las imágenes ya que su lugar está muy claro desde su primera aparición en las mismas (como llanto y al mismo tiempo llamada de esperanza del pueblo indio hacia la pérdida de su tierra y cultura) y dado que el film se ambienta en el presente, se antojan acertados los elementos modernos y electrónicos que hacen su aparición desde casi el principio de la obra. Conjugando pues los elementos consabidos (percusiones tribales, cantos étnicos, flautas solistas, etc..) junto a la poderosa voz de Gerrard, toda la partitura se articula en función de una visión musical melancólica y preciosista que se abre con la hermosa melodía de "Good Morning Indian Country", donde la voz de la cantante unida a la colaboración de Carlos Nakai (toda una institución dentro de la música étnica) en la flauta y unas lánguidas e intensas cuerdas nos introducen de lleno en un mundo sonoro etéreo, distante, hermoso y fascinante, en el que no obstante no todo resulta igual de convincente. Las percusiones de "Rowing Warriors" y los elementos electrónicos (pese al soberbio acompañamiento vocal) de "Canyon of Manhattan" resultan poco interesantes, tanto por su efectismo, como por su tópica construcción y sonoridad.
Estos errores se enmiendan enseguida y esa maravillosa atmósfera irreal, casi mágica que la banda sonora anuncia en su primer tema se recupera con la voz y teclados fusionados con maestría en "Coming to Barrow" que además consigue el ambiente indio con gran sencillez en su segunda parte. "All Your Relatives" nuevamente incide en la cuerda y los teclados acompasados por percusión rítmica, pero aportando un elemento misterioso en su desarrollo (en la línea de la magnífica partitura para "Smilla´s Sense of Snow" de Zimmer y Gregson Williams). Uno de los momentos más poéticos del score llegará en el tema "Dawn Across The Snow" donde de nuevo la voz de Gerrard se muestra ahora mística, así como en el siguiente corte, el breve y maravilloso "The Northern Lights", que casi parece su esperanzadora continuación. Asimismo el tema "Johnny in the Dark" se inicia prácticamente sacado de "Whale Rider" (la mejor banda sonora de Gerrard en solitario hasta la fecha), dando paso a pasajes quizás menos intensos, pero igualmente efectivos en el desarrollo de elementos étnicos como "Walk in Beauty´s Way" (voz solista), "A Healer´s Life" (flautas), "Who Are We to Say" (guitarra de la mano del invitado especial y viejo conocido Heitor Pereira).
Para completar la partitura, en el tema que da titulo al film, "A Thousand Roads”, aparece de nuevo el tema inicial acompañado de coros a modo de canto tradicional y su desarrollo en este corte libera toda la fuerza amerindia contenida anteriormente en los dos siguientes y últimos temas originales del disco, "End Titles" (con la voz de la cantante culminando su aparición más sosegante y delicada) y una versión vocal masculina de "Who Are We to Say". El score acaba aquí y su duración solo alcanza los 35 minutos, pero en ellos da tiempo a disfrutar de una obra excelente, emotiva y trabajada en su conjunto y si bien no carente de fallos o tópicos, quizás la única pega realmente destacable para el aficionado sea, como en la mayoría de obras de Gerrard y Rona, su entidad como banda sonora, pues está más cercana al new age que a un trabajo cinematográfico convencional como se ha dicho, ya que ambos autores suelen preocuparse más por crear la atmósfera y el ambiente que la progresión melódica o la complejidad orquestal, algo que en films como este no representa ningún problema. Aquí la belleza de la creación y el sentimiento que transmite la música prima sobre todo lo demás, por eso que la recomendación de este disco (que se completa con temas "inspirados" por el film con versiones varias de Carlos Nakai y otros artistas de canciones y melodías populares indias) sea positiva, pero solo si el oyente gusta de las líneas estilísticas de Rona y en especial de Gerrard, cuyos seguidores y amantes de su fascinante voz (entre los que evidentemente se encuentra un servidor) se sentirán plenamente recompensados.
|