José-Vidal Rodriguez
De la paleta de un compositor en continuo estado de gracia, surgió a finales de los 80 una de las partituras melodramáticas más emotivas de la década, trabajo inolvidable para un filme de una sencillez y una carga emocional que marcaría para siempre la carrera de su director Giuseppe Tornatore. "Cinema Paradiso" es una bellísima historia generacional, centrada en la amistad de un crío de ocho años, Salvatore alias “Toto”, y Alfredo (incomensurable Phillipe Noiret), un solitario proyeccionista de cine al que un desgraciado accidente hace perder la visión y con ello su pasión cinematográfica. El filme hace un recorrido cronológico por la vida de ambos hasta nuestros días, arrancando con los flashbacks de un Salvatore adulto que recuerda su infancia de “lazarillo” junto al bueno de Alfredo, con la Sicilia rural de los años 40 como escenario principal de la trama.
A este retrato sentimental de la Italia de posguerra, se unió a la emotiva declaración de amor que realizaba el cineasta al Séptimo Arte. Virtudes éstas que no sólo engancharon a los espectadores de media Europa, sino que le valieron a Tornatore el Oscar a la Mejor película de habla no inglesa, además de un Globo de Oro y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes. Con ninguno de sus posteriores filmes conseguiría la repercusión mediática ni las unánimes alabanzas logradas con esta sensacional muestra de cine intimista.
Una historia de tal calado, merecía un compositor a la altura de las circunstancias. Si bien es cierto que entre la vasta filmografía de Ennio Morricone resulta difícil vanagloriar obras en particular, el score que nos ocupa ha pasado con los años a conformar uno de los álbumes de mayor éxito en su carrera, no sólo entre los asiduos a las bandas sonoras sino también entre el público en general. Parte del mérito hay que achacárselo al conocidísimo y melancólico tema central, “carne de recopilatorio” y melodía inmediatamente reconocible incluso por el aficionado ocasional. Presentado ya en el primer corte, el piano es el encargado de desarrollar sus sugerentes notas hasta que el clarinete y las cuerdas, primero intimistas y luego rotundas, terminan de culminarlo en dos minutos y medio de música auténticamente imborrable. De continuo uso a lo largo del trabajo, la variaciones del motivo resultan francamente emocionantes en un instante en especial, concretamente en la genial secuencia del montaje de besos cinematográficos con el que Alfredo resume alegóricamente al Toto adulto las vidas de ambos; y entre tanta escena mítica, Morricone introduce con acierto arreglos de foxtrot y pizzicatos de cuerda tipicos de los 50 para amoldar su música a este peculiar recorrido cronológico por la historia del cine ("Dal Sex Appeal Al Primo Fellini").
Un hecho que llama poderosamente la atención, es el referente a que la segunda de las melodías fundamentales sobre las que se asienta la partitura, ni más ni menos que el ”Tema D´amore”, no sea una pieza original de Ennio Morricone, sino de su hijo Andrea. Un sensacional arranque romántico de gran peso en el álbum (hasta cuatro versiones del mismo se incluyen) y que de no constar acreditado expresamente, nunca hubiésemos adivinado que fuera compuesto por alguien distinto al maestro. Principalmente porque Andrea imprime al tema la impronta absolutamente típica de su padre, amoldándose a la perfección a la tonalidad del resto de material; de ahí que “Papá” Morricone no tenga reparo alguno en incluirlo en sus temas propios (“Four Interludes”, “For Elena”), sabedor del arrollador lirismo y de las posibilidades románticas del espléndido motivo escrito por su hijo.
Como tercera idea musical en importancia, encontramos el fragmento destinado a describir la simpática relación entre el anciano y el niño, que muchos recordarán como la sintonía de un conocido anuncio navideño emitido hace unos años en nuestro país. Mientras el tema central incide básicamente en la parte emocional de la historia, el solo de violín del “Toto E Alfredo“ presenta unos joviales acordes costumbristas de carácter mediterráneo, con los que Morricone no sólo logra otro leitmotiv retentivo, sino que a la vez busca una atinada asimilación con respecto al ambiente rural italiano en donde se desarrolla la trama. Más onírico sonará este motivo en el tema “Prima Gioventu”, al intercalarlo con la no menos bella melodía del “Maturitá”.
Pese a que la mayor parte de la música se mueve entre registros tendentes a la ternura y lo nostálgico, la película depara ciertos instantes de dramatismo reflejados con bastante acierto por el romano. De esta forma, el autor acude a sus recurrentes cuerdas desgarradoras, acompañadas de unos metales que suenan por primera vez en la partitura, para enfatizar por ejemplo los trágicos momentos del incendio del cine (“Cinema in Fiamme”); o posteriormente, fusiona aquellas cuerdas con un piano de incesante contundencia rítmica (de sabor un tanto Michael Nyman, por cierto) en ”Fuga, Ricerca e Ritorno”, utilizando el tema de amor como apoteósica resolución a la comedida tensión anunciada por esta pista.
Sobre estos tres recursos temáticos principales, girará el resto de un trabajo que se erige en una auténtico goce para los oídos del aficionado. Música con tal carga de sinceridad y pasión que a nadie dejará indiferente, y cuya incontestable calidad le valdría a Morricone para convertirse en el compositor predilecto de Tornatore para sus posteriores (e irregulares) cintas.
Publicada a finales del 2003, la presente edición expandida incluye ocho cortes previamente inéditos, la mayoría de los cuáles no son sino variaciones o versiones extendidas de temas ya editados anteriormente. Quizás la disonancia en espiral del ”Temma de la Bicicletta” sea lo único que aporte algo realmente inédito al nuevo álbum, por lo que teniendo en cuenta el precio y la dificultad para encontrar esta edición fuera del mercado italiano, recomendamos adquirir el anterior CD de DRG Records (comercializado todavía en nuestro país), a aquellos pocos incautos que aún desconozcan los rasgos de esta imprescindible e inolvidable partitura, plena en inspiración y una muestra más de la maestría innata en la mastodóntica filmografía de Morricone.
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