Miguel Ángel Ordóñez
Philippe Rombi puede que sea un nombre desconocido para la mayoría de los aficionados a la música cinematográfica. Este francés, nativo de Pau, vio cómo su nombre saltaba a la palestra hace seis años, tras una temprana y fugaz aparición en un par de cortos, de la mano del emblemático director francés Francois Ozon. Tras “Les amants criminels”, vendrían la preciosista “Sous le sables”, la mágica y etérea “Swimming Pool” y la reciente “5x2”. Pero Rombi tiene vida después de Ozon. Títulos como “Oui, mais…”, “Le cout de la vie” o la deliciosa “Jeux d´enfants”, donde crea un tema de amor memorable a caballo entre la inocencia desmedida y un romanticismo arrebatador, atestiguan por si solos la sobrada calidad de sus propuestas. Para el que les habla, uno de los más talentosos compositores del panorama actual y valuarte principal de la nueva hornada de músicos franceses que junto a los Desplat o Azaria parecen dispuestos a tomar el relevo generacional de los otrora reyes del Olimpo galo Sarde y Petit (si tenemos en cuenta que Yared ha hecho carrera al otro lado del Atlántico, aunque las consecuencias del affaire “Troya” seguro le pasarán factura).
“Joyeux Noel” es la segunda colaboración de Rombi con el director Christian Carion. En la primera, “Une hirondelle a fait le printemps”, el compositor francés lograba uno de sus mejores temas centrales, un delicioso y melancólico corte donde ofrecía una prodigiosa combinación de paisaje rural (guitarras) y sólida nostalgia (piano) con bellísimos momentos arrancados a la orquesta.
“Joyeux Noel” es el primer filme de época en el que se ve involucrado Rombi. Basado en hecho reales, narra el insólito episodio acaecido en los campos de batalla de la I Guerra Mundial durante el día de Navidad de 1914. Entre nieve, nostalgia por los seres queridos y regalos familiares las tropas francesas, alemanas y británicas asisten a un hecho sin precedentes: la fraternización de todos los combatientes, el abandono repentino de las armas para desear al prójimo una feliz Navidad en forma de cigarrillos o chocolatinas bajo el compás de cantos navideños. Un hecho que marcará el destino de los cuatro protagonistas sobre los que Carion centra la mirada: un pastor escocés, un teniente francés, un tenor alemán y una soprano danesa. Una alegría fugaz que deja paso a la muerte y la desolación de toda guerra.
Como es habitual en Rombi, el piano ejerce de conductor de los hechos, se convierte en su mirada sobre los acontecimientos. Un trabajo de campo que permite a Rombi aportar su propia visión, sin alejarse un ápice de la acción, narrándola desde muy dentro. Un personaje más.
En “Joyeux Noel” ha cuidado al límite el elemento interpretativo de su obra. La London Symphony, la soprano Natalie Dessay, el tenor Rolando Villazón, el violín de Carmine Lauri y los coros a cargo de Chorale Scala contribuyen a conseguir de esta una experiencia auditiva única.
La variedad temática del score es indudable. Básicamente, Rombi utiliza cuatro ideas principales sobre las que gira su trabajo. El tema central es “Hymne des fraternisés”. Introducido e interpretado al piano por el propio compositor en el corte tres, su desarrollo como himno aparece en “I´m Dreaming Home” sobre un poema de Lori Barth, convirtiéndose durante el corte final para coros y violín (“Hymne des fraternisés (murmures et vocalises)”) en glorioso colofón de la obra. Un tema de inusitada belleza que representa el hermanamiento, la paz, la nostalgia de los seres queridos y la esperanza para todos los soldados de reencontrar un día su hogar. Junto a este prodigioso tema, “Ave Maria” representa la tragedia entre los dulces timbres que emergen de la voz de Natalie Dessay y los tristes acordes de la London Symphony. Una variación aún más apasionada y exquisitita con solos de violín oiremos en “Aria pour violon et orchestre”. El “Theme de l´absence”, por su parte, evoca el alejamiento, la falta de los seres queridos en una larga pieza donde la fragilidad del piano, la melancolía de la cuerda y la pasión del violín alcanzan momentos sublimes, destacando una de las constantes de Rombi en esta obra: el medido y gratificante uso del silencio. Por último, el tema de la guerra es mas trágico y sombrío, mostrando el abatimiento de los soldados en campaña. Sus notas nos remiten claramente al estilo utilizado por Zimmer en “La delgada línea roja”. Un tema para cuerda que progresa en crescendos maravillosamente ejecutados por la London, separándose del alemán en el mejor acabado de la pieza. Introducido en “Ouverture”, Rombi le entrega un mayor dramatismo gracias al empleo de metales y percusión en “La guerre”, apareciendo rodeado de elementos funestos en “Le discours de l´eveque”. Una maravillosa variación de este tema oiremos en “War Adagio”, un canto a los muertos de una belleza desgarradora.
Frente a estos cuatro imponentes temas, Rombi construye melodías de indudable valor, desde la minimalista y romántica “Anna et Nikolaus”, hasta la vitalista y melancólica “Le match de football”, versión dulce y sensible del “Hymne des fraternisés”, pasando por la solemne y deliciosa pieza al mas puro estilo escocés en el uso de gaitas y flauta con “Enterrement des soldats”. Belleza y elegancia, las notas distintivas de este trabajo, que culminan incluso en el uso de piezas arregladas por el autor de manera preciosista como el dueto “Bist du bei mir” de Gottfried Heinrich Stolzel, o las navideñas “Stille Nacht” de Franz Xaver Gruber y “Adeste fideles” de John Francis Wade.
Rombi no es un compositor enfático, no busca la espectacularidad. Es algo nuevo. No hay referencias cinematográficas palpables en su música. Sus acordes beben de fuentes que van de Debussy a Rachmaninov pasando por Chopin. Sabe como nadie otorgar la importancia justa a sus instrumentos. Todo suena en su sitio, sin estridencias, con una elegancia impropia de un compositor de 37 años. Quizás eso sea lo mejor, su juventud aunada a su genio precoz le convierten en un compositor a disfrutar por muchos años. “Joyeux Noel” es una obra maestra. Siempre he sido partidario de no utilizar este epíteto a la ligera. El paso del tiempo, la perspectiva, se convierten en juez supremo que acaba por desdecir al más avezado adivino. Sea como fuere y aunque el feroz tiempo se encargue de poner la cosas en su justa dimensión, disfruten abiertamente de la que es por méritos propios la obra del año (yo diría de muchos). En un mundo dominado por la comida rápida, las prisas y los experimentos culinarios, Rombi nos ofrece a precios populares un festín solo al alcance de los grandes gourmets.
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