Ignacio Garrido
Las décadas de los setenta fueron un periodo de esplendor y gloria para la música de cine tal y como se ha entendido esta hasta hace muy poco. Durante aquellos años pocos eran los autores que por uno u otro motivo no destacaron lo suficiente como para no ser recordados como grandes profesionales y no ser su talento reconocido. Si bien es cierto que no todos los que trabajaron para el medio o surgieron de él han pervivido en la memoria del aficionado hasta nuestros días, existen nombres que se merecen una reivindicación absoluta al contar con una calidad y formación excepcionales. El caso de Michael Small bajo ningún género de dudas entra directamente en este puñado de autores a redescubrir, tanto por la escasez de sus obras editadas, como por los pocos títulos cinematográficos con entidad y popularidad suficiente en los que pudo colaborar aportando bandas sonoras soberbias que harían palidecer a muchos de los seguidores de la música de cine actual.
Small desde luego no es el único caso de la injusticia manifiesta hacia la profesionalidad y categoría de la música de cine en, para el que suscribe, su momento álgido. Billy Goldenberg en la televisión y sus reducidas aportaciones al cine podría fácilmente ser un homólogo de la época a Small, pero yendo un poco más lejos incluso nombres algo más populares que el de Small pero parejos a este en calidad, personalidad y talento, como David Shire, Stanley Myers, Dave Grusin, Lee Holdridge o John Morris, tampoco son tenidos en cuenta todo lo que se debiera a la hora de valorar sus magníficas aportaciones al cine. Todos ellos y los muchos que faltan bien merecerían una buena retrospectiva, la edición de trabajos suyos que por desgracia han caído en un olvido contra el que tan solo unos pocos luchamos, recordando la grandeza y emoción de partituras tan soberbias en el caso de Small como "Los jueces de la ley" o "Llega un jinete libre y salvaje" que sin temor a equivocación merecerían una edición discográfica mil veces antes que más de la mitad de lo que se edita actualmente en bandas sonoras.
Hecha pues la reivindicación desde estas líneas hacia estos autores en general y Michael Small en particular, no queda sino demostrar con hechos el porque de dicha admiración y nada mejor que hacerlo con la audición de la mejor banda sonora de Small editada en formato cd y una de las mejores de toda su carrera, que tristemente contó con una distribución muy limitada por parte de la casa Polydoor (recordemos igual que la primera edición de "Cocoon" de Horner, todo un icono de la dificultad y el coleccionismo discográfico dentro del mundillo de la música de cine). Tampoco es de extrañar que añadido a la dificultad de encontrar este disco se presenta el problema añadido de la poca fama del estupendo film de Bob Rafelson con el que Small mantendría la colaboración clave de su carrera en cine al ponerle música a buena parte de la filmografía del director, recordemos "El caso de la viuda negra", "Poodle Springs" o "El cartero siempre llama dos veces". Aquí los dos amigos ingleses descubridores de las fuentes del Nilo viajan por África viviendo aventuras, amor y drama. Al ser esta película sobria, clásica, nada efectista y por ello su tratamiento de la aventura y la épica nada comercial ni pomposo, su éxito fue tan escaso que tan solo unos pocos descubrieron en ella aparte de una magnífica cinta a revisionar, la imponente, emocionante y exquisita partitura de un Michael Small en estado de gracia.
El compositor abre el disco con el memorable tema central del film en el corte “Main Title”, un arrollador tema épico, de melodía pegadiza y heroica para viento con base rítmica en la cuerda y la percusión, donde la emoción se impone de forma poderosa gracias a una incomparable interpretación de la Graunke Symphony Orchestra bajo la batuta de Allan Wilson. Este tema volverá a aparecer con una majestuosa variación en el breve pero imponente corte “It´s the Lake” y de forma sensible, emotiva y esperanzadora en “Burton´s Theme”. El segundo tema en hacer su aparición es el dedicado al viaje de los exploradores por África en “Journey”, rítmico y de percusión étnica que de animoso motivo aventurero pasa a siniestro y amenazante pasaje de misterio. Este elemento tampoco será ajeno a la partitura, tanto por los peligros que acechan a los protagonistas durante el viaje como por la sensación de lo indómito del continente negro que el compositor aúna y fusiona con maestría con la grandeza del descubrimiento y la belleza paisajista que el film exhibe. Esto queda expuesto de forma brillante en el corte “Sandy Camp” que se abre optimista, casi como preludio a algo grandioso, pero que da paso en una pirueta compositiva a un oscuro pasaje de suspense dejando atónito al oyente el virtuosismo del compositor, algo que volverá a repetir en el corte “Escape to England” que se inicia como poderoso tema de acción convirtiéndose en lírico pasaje para trompeta y violines, por otro lado cortes como “Poison Water” o “Ambush” se volcarán directamente en la tensión dramática, casi terrorífica, alcanzando con ellos la partitura una brutalidad inusitada.
Los elementos africanos lógicamente hacen su aparición tanto en las percusiones citadas de base rítmica de todos los fragmentos de viaje como en los cantos populares de los que Small adapta una melodía tradicional para breves insertos en los momentos aventureros, tal y como aparecen en el vibrante “Return to Africa”, donde fusiona la percusión étnica, el tema central y los cantos corales con una habilidad alucinante añadiendo en su sección final una vibrante variación del motivo del viaje para xilófono y viento. El corte “Malbruki and the Lion Shoot” desarrolla los elementos percusivos con gran intensidad dramática para resolver una coda épica con el tema central. Algo que vuelve a repetir pero haciendo más hincapié en la orquesta con una desoladora melodía para reforzar la sensación de abandono y desesperación en “The Long Walk”, tema que desarrollara con plenitud en “Desert Trek”. Incluso se llegará casi a la experimentación instrumental con los elementos percusivos y flautas étnicas en cortes tan sorprendentes como “Dark Caravan” y “Ngola´s Court”.
El drama aparece de forma lírica y sentida en “Farewell to Mabruki” y en una conmovedora versión del tema central rematada en coros africanos con triste acompañamiento de cuerda en “Journey Home”, así como en “The Decision”. Pero no contento con todo esto Small nos regala además una clasicista y bellísima melodía para la mujer de uno de los aventureros en el corte “Isabelle”, un tema de amor para cuerda conmovedor, delicado, del que se ejecutará una hermosa variación con arpa y plena orquesta en “The Wedding”. Para rematar la composición el autor retoma el tema del viaje en “Journey Finale” con la versión más grandiosa de dicha melodía, cerrando un disco sobresaliente en todas sus vertientes.
En un tiempo en el que el aficionado se consuela ansiando el bombo y platillo, sucedáneos sinfónicos y adorando a aprendices de maestros, se debería imponer a cualquier precio la audición de obras inmaculadas como esta y el conocimiento de creadores de la talla de Michael Small. "Las montañas de la luna" es una de esas bandas sonoras clásicas de las que ya no se hacen, con glorioso tema central, hermoso tema de amor, poderoso tema secundario a modo de scherzo o similar, grandes bloques de acción, brillante orquestación, polifonía arrolladora, sabiduría musical, capacidad melódica, emoción en cada corte; en resumidas cuentas una auténtica banda sonora.
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