David Rubiales
El interés de David Cronenberg por el lado oscuro del ser humano es algo perfectamente conocido por todo aquel que se haya acercado alguna vez a su filmografía. En su particular exploración de la parte más tortuosa de la psique humana el director canadiense no ha dudado nunca en enfrentar a sus personajes a profundos y catárticos cambios obligándoles a deshacerse de su coraza ética. Estas intrincadas y laberínticas visiones han sido traducidas musicalmente a la perfección desde hace más de 26 años por Howard Shore, dando como resultado una de las parejas creativas más importantes e interesantes de los últimos tiempos.
Siguiendo los preceptos del universo cronenbergniano el relato que se nos presenta en "A History of Violence" resulta ser un inquietante dibujo de la metamorfosis que sufre una pacífica familia cuando la violencia se instala en su cotidianidad. La vida de Tom Stall es tranquila y plácida al igual que su carácter. Padre de familia y miembro respetado de una pequeña comunidad de la América rural, dedica todo su tiempo a su esposa e hijos y a la cafetería de la que es propietario en el pueblo. Shore construye en "Tom" un sosegado, gentil y amable tema para acompañar la cadenciosa y pacífica vida del protagonista. Dominado por un motivo de siete notas interpretado por las trompas y una orquestación inequívocamente coplandniana el tema nos sitúa perfectamente tanto en el espacio como en el tiempo con una gran economía de esfuerzos.
A medida que vamos conociendo a Tom nos damos cuenta que su mundo gira en parte gracias al profundo amor que siente hacia su mujer. "Cheerleader" es un precioso tema de amor dominado por la flauta que abarca la profunda relación que mantienen Tom y su esposa Edie. El compositor logra reflejar de forma sencilla, sin recurrir al comúnmente exagerado uso de las cuerdas, la sincera relación amorosa entre ambos.
La existencia idílica de la familia Stall se verá rota cuando una noche Tom frustra un violento intento de robo en su cafetería. Percibiendo el peligro que corren sus amigos y clientes mata en defensa propia a dos peligrosos criminales buscados por la policía. El tema "Diner" sirve como catalizador de la violenta escena gracias al uso de un siniestro crescendo de cuerdas, la acentuada presencia de los metales y una agresiva percusión. El ritmo narrativo de Cronenberg se ve sustentado por la pausada tensión que añade el compositor mediante el empleo de notas sostenidas.
Tom se ve convertido de la noche a la mañana gracias a su valiente acto en un héroe nacional. Shore vuelve a introducir en "Hero" el tema dedicado al protagonista pero con un tono ligeramente apesadumbrado para describir los acontecimientos vividos y sus secuelas psicológicas. Hacia el final de la pieza el compositor eleva ligeramente la tensión para enlazar de modo natural con el siguiente tema titulado "Run". Este magnífico corte resulta ser un inspirado ejercicio rítmico donde las cuerdas en staccato, los metales y la percusión van desdoblándose para redondear uno de los pocos temas puramente de acción de la obra.
"Violence" representa un importante punto de inflexión que determina el devenir de la película tanto a nivel narrativo como musical. En este corte se hace patente la degradación que el compositor lleva a cabo de los temas de naturaleza más tranquila y descriptiva como "Tom" y "Cheerleader" contaminándolos poco a poco, a medida que la violencia va filtrándose en la vida de los protagonistas, de los motivos musicales más oscuros y psicológicos que escuchamos en "Diner".
Después de la pausa evolutiva que representa el tema "Alone" llegamos finalmente a los dos puntos álgidos de la obra donde el propósito perturbador del compositor se encuentra perfectamente madurado. En "The Staircase" la música y las imágenes se complementan para formar una de las mejores secuencias del año en la que Shore moldea y pervierte el tema de amor de manera oscura e insana subrayando de esta manera el fuerte sentimiento de atracción y repulsión que contiene la escena. Este mismo tratamiento se utiliza como base en el corte "The Return" que sirve como colofón a la obra. La experiencia visual y auditiva que conforma ese final, que dice tanto y a la vez tan poco, mantiene abierta la ambigüedad de cara al espectador a pesar del amago emocional que sorprendentemente imprime el compositor a la pieza en los últimos momentos en lo que parece un ejercicio de definición personal.
De factura temática sencilla "A History of Violence" es en esencia un increíble ejercicio de síntesis musical. La capacidad camaleónica de Shore cubre perfectamente las necesidades de la película adaptando su habitual lenguaje musical lacerante a un simplificado y modélico ejemplo de contención y exposición. En resumidas cuentas, y dejando al margen posibles polémicas, esta obra es una muestra más del compromiso, talento, capacidad y fidelidad a si mismo de un compositor imprescindible en el actual panorama de la música cinematográfica.
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