Pablo Nieto
Parece que lo latino está de moda en Hollywood, y en el campo de las bandas sonoras cada vez más. Al spanish power representado por Alberto Iglesias, Roque Baños y Alejandro Amenábar, hemos de añadir el cupo sudamericano, con los Gustavo Santaolalla, Roberto Rodríguez y la magia brasileira de Marcelo Zarvos y Antonio Pinto. Este último, un talento a punto de eclosionar en cualquier momento. Un compositor que hace ya tiempo que viene apuntando buenas maneras, y si no no hay más que recordar “Estación Central de Brasil” o “Ciudad de Dios”.
No nos olvidamos de “Collateral”, donde gracias a la obsesión de Michael Mann por los temp-tracks, vimos cómo las memorables piezas de Pinto para “Abril Despedaçado” se convertían en las grandes protagonistas de la banda sonora (por encima incluso de la partitura de James Newton Howard).
El impacto de la música de Pinto, no dejó indiferente a un Andrew Niccol, quien no dudó ni un instante en ofrecerle la música de su siguiente proyecto: “Lord of War”. Niccol, excelente guionista ("El Show de Truman"), faceta que ha combinado con la dirección con resultados más discretos ("Gattaca", "Simone"), repite experiencia con este film protagonizado por un Nicholas Cage soberbio, en el papel de un hombre que harto de trabajar en un restaurante decide introducirse en el mundo del tráfico de armas, convirtiéndose, con el tiempo, en uno de los más importantes del campo. Su vida, una contradicción entre la ética y la moral, confrontadas con los intereses económicos y la hipocresía vital de la destrucción humana para el enriquecimiento de unos pocos. Su futuro, por escribir condicionado por un amenazante presente representado por un agente de la interpol (Ethan Hawke) que va tras sus pasos.
El música que ha escrito por Antonio Pinto para “Lord of War” es una de esas joyas musicales que con el paso de los años los aficionados se dan cuenta de que existen gracias a ediciones promocionales del propio compositor o su agencia de representantes. Sin embargo, el sello Lakeshore Records se ha empeñado en acabar con el circuito pirata y apostar por aquellos scores que quedan “descolgados” de la pelea de las grandes majors.
Los que busquen un trabajo evocador, de gran poder ambiental, pero al mismo de valiente propuesta en cuanto a la fusión de estilos (música electrónica, acústica-solista y étnica) y gran variedad temática, que no duden ni un instante en hacerse con este disco. A falta de talento a la sombra de los rascacielos de Los Ángeles, démonos una vuelta por la playa de Ipanema.
El score de Pinto, arranca con “Lord of War” donde se presenta el inspirado tema central por medio de una guitarra española, que construye una melodía de notas afiladas pero cálido fondo. “Little Odessa” será el siguiente corte. Un elegante vals, donde todavía resuenan los ecos del tema anterior en cuanto al uso de la guitarra, pero ampliando su cobertura gracias al clasicismo de las cuerdas y las reminiscencias musicales de la Europa del Este, con el uso de la mandolina, el bandoneón y un vibrante solo de violín (recursos omnipresente a lo largo de toda la partitura).
El aire étnico de la música se acrecienta en “Ava´s Arms”. Pieza construida en torno a una etérea atmósfera y de nuevo el sólo de violín a modo de lamento; emocionante en su parte final con introducción de la masa de cuerdas. En “By Sea”, tenemos una clara remisión al Zimmer de “Black Hawk Down” o al Harry Gregson-Williams de “Spy Game”. Una mezcla de ritmos electrónicos, atmósferas disonantes y toque étnico. Progresivo e intenso en cuanto introduce la orquesta como contrapunto a la melodía principal. Una idea que posteriormente será repetida con idéntica estructura en “By Air”.
Como la cosa va de variedad temática, en “Andina” tenemos una buena muestra del talento melódico de Pinto, recurriendo de nuevo a las guitarras para definir la secuencia, en claro contraste con “Love Decepcion”. Un corte donde encontramos una original variante del tema central, aquí presentado por medio de un Reed Organ y un piano eléctrico, en continua evolución hacia sonoridades más fusion, y antes de dar paso a un final donde de nuevo la armonía y las cuerdas tienen mucho que decir.
Los mismos elementos (Reed Organ y piano eléctrico), pero con algunas variaciones melódicas y estructurales, podemos encontrarlos en “The Promise”. Una pieza reminiscente del eclecticismo pop de Jon Brion.
En “Consequences and Loss” y “conscience”, nos encontramos una pieza de gran intensidad emocional, que arranca como una elegía para cuerdas en tono grave, para posteriormente convertirse en un precioso pasaje minimalista para piano, pasando estas a un segundo plano más ambiental.
El siguiente paso es adentrarnos en el chill-out étnico de “Yakar Diam”, donde sobre una trabajada base atmosférica se eleva la voz de una mujer, turbadora y evocadora. Sin duda un corte donde se nota la mano de A.R Rahman, uno de de los más prestigiosos compositores indios de de todos los tiempos (considerado el John Williams de Bollywood) y que ha contribuido con algunos pasajes propios, y otros simplemente colaborando con Pinto en esta banda sonora.
“Everything that Comes from the Heart” y “Truth” nos revelan a un Pinto más descriptivo y ambiental que en los pasajes anteriores. En ambos casos las guitarras son las grandes protagonistas, potenciando su acústica, e incluso elevando su reverberación a los dominios de Michael Brook y sus sonoridades espaciales.
El disco finaliza con dos oportunas y brillantes “revisitaciones”. La primera en “AK-47 Love”, donde se recurre al vals de “Little Odessa”, aunque en esta ocasión despojándole de parte de su fuerza rítmica y transformándolo en un corte mucho más contenido y grave. La segunda la tenemos con “Warlord”, donde aparece el tema central, con la guitarra como protagonista en su parte inicial en lo que parece un reprise de “Lord of War”, hasta que estas son reconvertidas en meras acompañantes de la orquesta, con las cuerdas y el piano llevándonos al clímax musical de la partitura.
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