Pablo Nieto
En los convulsionados tiempos que corren, de vez en cuando no viene mal recordar con añoranza tiempos pasados que por desgracia, no siempre son mejores. En Hollywood, esta mirada nostálgica a las décadas de los 50 y 60 suele ser bastante habitual. Una época en la que el pueblo americano empezaba a salir del drama de la Segunda Guerra Mundial mirando con optimismo al futuro, ignorando lo que se les avecinaba: la Guerra de Vietnam. Eran otros tiempos, con otra mentalidad. Mucho más optimista y puro, pero también más reaccionario y cerrado.
Dirigida por la debutante Jane Anderson, “The Prize Winner of Defiance, Ohio” y protagonizada por como Julianne Moore, Woody Harrelson y Laura Dern (todos ellos nominados al Oscar), busca la complicidad con todos los que siguen añorando aquellos años. Un film que también busca reivindicar el papel de la mujer, auténticas heroínas del pasado siglo XX. Con mucho humor, pero también con enorme sensibilidad, Terry Ryan (Dern) nos presenta la historia de su madre: Evelyn Ryan (Moore). Una mujer que supo sacar adelante a sus diez hijos, a pesar de las enormes dificultades económicas de la familia, situación a la que poco contribuía por superar su marido (alcohólico y bastante despreocupado de las necesidades familiares). A Evelyn, no se le ocurrió otra cosa que participar en todos los concursos de preguntas y respuestas, que por aquel entonces eran la gran atracción (distracción) de Norteamerica. Todo un desafío a los convencionalismos, todo un ejemplo de madre coraje.
Sin duda una de las sorpresas cinematográficas de la temporada, que podríamos situar a medio camino entre la familia numerosa de “Los tuyos, los míos y los nuestros” (inolvidable Henry Fonda), “Quiz Show” y “Pleasantville”.
No menos sorprendente, es el inspirado e inspirador trabajo de John Frizzell. Un compositor que tras un inicio realmente prometedor dentro de la música de cine, con obras de la magnitud de “Dante´s Peak” y “Alien Resurrection” desapareció prácticamente del mapa, entrando en una espiral de proyectos de dudosa calidad que cada vez se acercaban más a la serie B.
Sólo hace un par de años, pareció resurgir de sus cenizas con un más que sobrio e interesante trabajo para la película “Gods and Generals”, un score que hacía presagiar cambios en su obra como compositor. “The Prize Winner of Defiance, Ohio”, no es que sea el acontecimiento cinematográfico del año, de hecho vista desde fuera podría parecer un nuevo telefilm que añadir a la obra de Frizzell… pero no, porque la película, modesta y pequeña, no ha renunciado a una calidad de la que también se contagia la música.
Un score rico en matices, en estilos musicales, acertado en sus planteamientos y ambientación, y por supuesto melodicamente inolvidable. Sin duda, la mejor composición hasta la fecha de John Frizzell.
Milan Records ha sido la discográfica que ha decidido apostar por John y la historia de Evelyn Ryan, procediendo a editar la banda sonora. Disco que combina algunos de los pasajes del score más brillante junto a canciones de la época interpretadas por grupos como The Ames Brothers y su “Rag Mop”, Les Paul y Mary Ford con las “añejas” “Bye, Bye Blues” y “The World is Waiting for the Sunrise”, sin olvidar la balada “Wrap Your Troubles in Dreams” de Dee Carstensen, o la doble versión de “I´m Sitting on Topo f the World”, que sirve para abrir el disco (con K.D Lang) y para cerrarlo (con Woody Harrelson, demostrando sus dotes de cantante).
El score arranca con un divertido ragtime que cotetea con el charleston en “The Affadasies”, preludio de las tonalidades alegres de gran parte de la música, cuyo principal referente son los “Main Title”. Aquí se produce la presentación del tema central. Una pieza abierta con el piano que servirá de anticipo a un nostálgico y emocionante motivo, para guitarras, violines y suave acompañamiento percusivo de corte jazzístico a lo Django Reindhart.
Seguimos con “Anatomy of a Contest” es un claro ejemplo de la versatilidad de Frizzell, convirtiendo la típica sintonía de concurso de la época en una completa pieza orquestal de geniales crescendos y oportunas referencias jazzísticas. Un corte que a su vez contrasta con el lado dramático de la partitura, que arranca en “Tulips”. Tema donde la guitarra asume el protagonismo, siempre con reminiscencias del tema central, y con una base etérea muy a lo Thomas Newman (quizás el elemento más criticable de esta partitura, pero es que en los tiempos que corren no es fácil abstraerse de la enorme influencia del hijo pequeño de Alfred). Un corte reflexivo, ayudado en su evolución por progresivas inserciones de violines, pizzicatos y apuntes de piano.
La sensación de melancolía que ha dejado la música, no es superada por “Feet First”. Un corte donde de nuevo el piano es el encargado de llevar el peso de la música, y otra vez el toque Newman en su parte final con un crescendo orquestal de cuerdas muy característico del compositor.
“Ryan Family Album” es una pieza construida en torno a un suave rock & roll, tendente al rythm & blues, con sobresaliente formación coral que ayuda a dotar a esta secuencia de montaje, del necesario aire desenfadado y divertido que se busca. Un oportuno respiro a la inercia dramática en la que nos ha introducido Frizzell, mantenida en “We Won”, con una estructura melódica y armónica similar a “Tulips” y en “Do You Ever Wish…”; este último un corte de gran efectividad, que mantiene la línea sobria y algo triste del score. La evocación a través de la armonía es la clave, la emoción floreciendo mediante el piano y las cuerdas inteligente y acertada.
En “Making a Break for Goshen”, de nuevo, el divertimento y sentido del ritmo del jazz de Django Reinhardt, parece contagiar a Frizzell. A destacar especialmente los “improvisados" solos de violines y contrabajo, alternados con otros de guitarra.
La presencia de score, continua con interesantes cortes como “Forgive Me” (desarrollo melódico de “Do You Ever Wish”) y “Spilled Milk”, que es quizás uno de los pasajes más ambientales y descriptivos del score.
Destacando por último, los dos cortes finales: “Hittin´the Road”, breve pero intensa revisitación del tema central; y “Shopping Spree”, donde el rock & roll vuelve a hacer acto de presencia, ahora mucho más definido. Aquí las voces masculinas son sustituidas por ye-yes de un coro femenino. También se integran más los teclados, la batería es más reconocible, así como los alocados solos de guitarra acústica. Un final de lujo, para una de las reivindicaciones sonoras del año. Ahora sólo queda esperar a ver si la carrera de John Frizzell vuelve a ir para arriba, o si por el contrario, este score no ha sido más que un oasis en el desierto.
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