Miguel Ángel Ordóñez
La irrupción de Dario Marianelli en el panorama musical cinematográfico durante el 2005 no ha dejado a nadie indiferente. Aún cuando el compositor nacido en Pisa lleve un amplio intervalo de tiempo componiendo en Inglaterra, ha sido su score para el filme de Terry Gilliam “The Brothers Grimm” el que le ha lanzado directamente al estrellato, mostrando a un artista de arrebatadora imaginación capaz de ofrecer soluciones musicales arriesgadas que basculan entre la farsa cómica y la ambientación gótica, temas sobre los que Gilliam realiza una irregular reflexión acerca del lado oscuro de la infancia, de los miedos internos que como ejercicio freudiano plasmaban en sus relatos los afamados escritores alemanes. Un filme adulto que Marianelli formula de manera teórica y con gran acierto, desconcertando a los que equivocadamente se anquilosan en planas narraciones musicales centradas en lo descriptivo, ajenos al verdadero significado de este socarrón juego macabro que lamentablemente acaba por escapársele de las manos al inclasificable director inglés.
Múltiples adaptaciones, en especial para el medio televisivo, ha tenido la obra más conocida de la escritora Jane Austen, “Orgullo y prejuicio”. Su novela, centrada en la lucha entre el amor y los prejuicios de clase tan habituales durante el siglo XVIII pero extrapolables a comportamientos de primeros del siglo pasado (recordemos la obra de Edith Wharton, “La edad de la inocencia”, que se sitúa en 1870), incide en una temática desarrollada a través de sus obras, baste como ejemplo su también afamada novela “Sentido y sensibilidad”.
En el apartado musical, Marianelli ha tenido muy en cuenta tanto el apego realista a la época de la que es deudora el relato como los aún vigentes componentes de su historia, en un mundo actual donde la igualdad social sigue rigiendo los enlaces matrimoniales de mas alta alcurnia. Desde una aproximación eminentemente clásica y repleta de referentes, Marianelli entreteje un compendio de piezas diegéticas presentes en la propia escena junto a un subrayado emocional acorde con el romanticismo de la obra, usando como hilo conductor al piano, interpretado por uno de los grandes virtuosos vivos actuales, el francés Jean-Yves Thibaudet.
Las sonatas de Beethoven y el Concierto para Piano de Mozart ejercen de fuente de inspiración cuando el piano construye piezas en solitario (“Dawn”) o bien sirve de introductor de arranques orquestales evocadores (“The Secret Life of Daydreams”) que muestran la inocencia y alegría de su protagonista (“Georgiana”). Melancolía cercana a los primeros albores del romanticismo que se alterna con el interés de Marianelli por subrayar metafóricamente el pensamiento más liberal de Lizzy con propuestas impresionistas cercanas a Debussy (“Arrival to Netherfield”). Pero el conservadurismo del entorno reclama echar la vista hacia atrás situando al espectador en el encorsetamiento social propio del XVII. Ahí, Marianelli acude al rondeau de Henry Purcell compuesto para su obra “Abdelazar” como punto de partida (“A Postcard to Purcell”).
En cuanto diégesis, varias piezas de danza aportan alegría y vivacidad con la introducción de componentes folk. Mientras “Meryton Townhall” está en la línea de la compuesta por Sarde para “Tess”, “Can´t Slow Down” se muestra vertiginosa en su progresión in acelerato. “Another Dance” apuesta por un estilo barroco con su intrínseca ceremoniosidad, mientras la tradicional “marcha de los granaderos” obtiene una grácil versión para piccolo y tambor en “The Militia Marches In”.
De una gran variedad temática, dos son los temas recurrentes sobre los que Marianelli centra su atención para subrayar los encuentros y desencuentros amorosos de los protagonistas. El tema principal es interpretado a piano en “Dawn”, reapareciendo con delicadas variaciones en “Leaving Netherfield” y en la exquisita “Mrs. Darcy”. El otro motivo de importancia aparece, con solos de clarinete, de manera triste y dramática en “The Living Scultures of Pemberly”, arrebatadoramente romántico y frágil durante el bellísimo colofón de la edición, “Credits”. No podemos olvidarnos, dentro de las partes del score mas dominadas por un romanticismo calculado y sobrio (como los amores de estos presos de la corrección social), del magnífico uso de los silencios en “Your Hands Are Cold”.
Editado por ahora en Inglaterra y anunciada su salida al mercado americano durante el próximo mes de Noviembre, con “Pride and Prejudice” Marianelli vuelve a sorprender por la elegancia de sus notas, por su exquisita mirada anacrónica. Una deliciosa bocanada de aire fresco en un actual panorama conservador donde las constantes comerciales, con creaciones de dirección unívoca, dominan la música cinematográfica.
|