Pablo Nieto
"Conocí a Terry Gilliam a través de Tony Grisoni, que había escrito el guión de “In This World”. A Tony le encantó la música que escribí para ese film, y le pasó un CD a Terry, quien tras escucharlo le preguntó si yo podría escribir música más movida (de acción)... el problema era que para la mayoría de las películas para las que había trabajado, debido a su naturaleza introspectiva, nunca había podido escribir música para escenas como por ejemplo, de una persecución de coches. Sin embargo, comencé a rebuscar en mis archivos, en mi obra de concierto, retrocediendo a mis tiempos de estudiante, tratando de buscar música lo suficientemente “movida”, “rápida” para recopilarla en un CD para Terryl. Al final se lo mandé y no volví a saber nada de él hasta pasados seis meses. Un día, en marzo del año pasado, el teléfono sonó, y una hora y media después yo estaba sentado con Terry viendo partes de “Los Hermanos Grimm”. Me llevé un par de escenas para ponerlas música. A Terry le encantaron mis ideas y me dio el trabajo". Así comenzó todo, y así no los cuenta Dario Marianelli en la entrevista que nos ha concedido en exclusiva.
Y a todo esto, ¿quién es Dario Marianelli? La verdad es que la pregunta tiene difícil respuesta, sobre todo porque su bagaje musical hasta el año 2005 estaba limitado a films de círculos independientes o de bajo presupuesto, y eso ya sabemos que condiciona mucho la difusión de un nombre. Sin embargo, el estar durante años a la sombra, configurando su propio estilo, innovando con las imágenes, madurando como compositor de películas ayuda y mucho cuando se produce la llamada del destino. En el caso de Dario, fue la llamada del teléfono de Terry Gilliam. Desde ese día, la vida de este compositor ha cambiado por completo. Se acabaron los presupuestos ajustados y las películas de cine-estudio, ahora le toca dar el do de pecho con las grandes productoras, y asumir que su nombre va a estar en boca de los aficionados continuamente. Y todo, por dejarse embaucar en la fallida, paranoica y decepcionante película de Gilliam, su particular visión de "Los Hermanos Grimm", un cuento bizarro-burlesco-fantasioso, que en definitiva no es más que un engaña bobos.
El talento de Marianelli queda patente al comprobar como su música se eleva por encima de las imágenes, aportando mucho más que lo que estas ofrecen, profundizando en la historia, demostrando una imaginación desbordada a la hora de construir pasajes musicales. Sin embargo, en su virtud está también el pecado. No es el primer caso en el que la música es tan buena que el contraste con las lamentables imágenes que acompañan, provoca un efecto contraproducente. De ahí, que no podamos hablar de música de cine redonda. Otra obra maestra musical más desaprovechada por los caprichos del que se pone detrás de la cámara (a mí mente vienen films como "La Isla de las Cabezas Cortadas", entre otras muchas).
Reseñar este disco, sin tener en cuenta las imágenes para las que fue compuesto sería un error. Sin embargo, como a buen seguro que lo que quedará en la memoria del aficionado es la partitura de Marianelli, y lo que debía haber sido el film en base a esta música, sería injusto también negar el extraordinario valor musical a esta compleja y espectacular partitura.
Un trabajo de gran pureza orquestal, donde el compositor italiano se permite el lujo de introducir movimientos contemporáneos muy de la escuela de John Corigliano (por extensión de la de Elliot Goldenthal, alumno del primero). Una partitura con continuos cambios, con ideas que vienen y van, con giros imposibles, con una paleta orquestal tan variada que a veces parece imposible dar coherencia a tanta información musical.
Marianelli establece sus propias reglas, y aunque cuesta adaptarse a ellas, una vez que entras en el juego y aceptas su propuesta, la experiencia es inolvidable. Hacía tiempo que un compositor, no utilizaba tantos recursos orquestales diferentes, que exprimía cada instrumento a estos niveles, que elaboraba bases armónicas tan sorprendentes. De hecho, a día de hoy sólo compositores como John Williams, Patrick Doyle o Elliot Goldenthal son capaces de ofrecer recitales como el de Marianelli. Así, centrémonos en las cuerdas: aquí nos encontramos tremolos ("The Queen´s Story"), pizzicatos y glissandos ("The Queen Awakens"), staccatos ("The Forest Comes to Life"), solos ("Jake´s Pledge")...
A nivel temático, el grado de creatividad no baja para nada el pistón. En "Dickensian Beginnings", se presentan los dos motivos principales del film. Un tema central de siete notas que potencia la historia de cuento de hadas que se nos presenta, y que será utilizado durante toda la partitura; y junto a él, una oscura y al mismo tiempo burlesca marcha para los hermanos. "Los Farsantes Grimm" deberíamos llamarles. Los metales en este motivo son especialmente agresivos, con notas muy elevadas y una sensación de farsa continua. Dos motivos de enorme consistencia, y que debido a las continuas variaciones, apuntes e inserciones del disco a la lo largo de la partitura, terminarán por hacérsenos familiares. Dos clásicos de apenas unas meses.
Estamos sin duda, ante la banda sonora revolucionaria del año. Un trabajo que tan pronto te cautiva e hipnotiza con su belleza (“Red Riding Hood”, con ese toque arábigo y voz femenina) como te sobresalta introduciéndote en una auténtica pesadilla musical de percusiones y metales a su máximo nivel de agresividad (“Burning the Forest”).
Puede que finalmente Marianelli vea como su estado de gracia musical pasa de puntillas a nivel de premios, debido a la más que cuestionable calidad de los films para los que ha trabajado. Sin embargo, algo es algo, y si ha estado diez años esperando a que su nombre traspase las fronteras de las producciones para las que ha trabajado, seguro que el bueno de Dario puede esperar un par de añitos más a trabajar en un film donde sus ideas y las del director vayan en la misma dirección. Mientras tanto, que nadie se rasgue las vestiduras: olvidaos de Gilliam y centraros en Marianelli. Está a otro nivel.
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