Pablo Nieto
La música de cine bien podría dar el pego como capítulo infiltrado en “Cuentos Asombrosos”, aunque quizás sería más lógico incardinar sus extrañas desventuras, como episodio de abducciones de “Expediente X”. Y es que, no tiene explicación como compositores como Joel McNeely, David Shire, Bruce Broughton o Cliff Eidelman; músicos de su talento, versatilidad, imaginación melódica y orquestal se hayan visto abocados a asumir roles secundarios dentro de la industria desde hace ya bastantes años.
Centrándonos en el caso particular de Eidelman, nos encontramos con un compositor, que años atrás, en concreto a finales de los 80 y principios de los 90, con apenas 20 años era capaz de escribir scores como “El Triunfo del Espíritu”, “Star Trek VI” o “Cristóbal Colón el Descubrimiento”, obras maestras y puntas de lanza del sinfonismo más apasionado, innovador e imaginativo, no exento de complejas orquestaciones, a pasar, casi sin darnos cuenta, a encasillarse en dramas intimistas o comedias románticas intrascendentes como “Corazón Indomable”, “Mi Chica 2” o “Cosas que Importan”, y sobre todo y lo que es más grave, a practicamente desaparecer del panorama cinematográfico, con años absolutamente en blanco en su filmografía.
Muchos señalan al propio Eidelman, antaño comparado con el gran Andre Previn por su talento precoz y su poderío orquestal, como el principal responsable de esta situación, en el sentido de haber huido este de los “tejemanejes” de Hollywood, centrándose en su producción clásica. Otros, simplemente se limitan a señalar a la mala suerte y la terquedad de algunos productores como los culpables de este sin sentido.
“The Sisterhood of the Traveling Pants”, es su último trabajo. Su reaparición tras un tiempo de nuevo aislado. Un film de amistad entre adolescentes, un viaje de descubrimiento, el paso de la adolescencia a la madurez, de sueños utópicos y promesas incumplidas... una película que mantiene la tónica argumental de los últimos trabajos de Eidelman. Sin embargo, llegados a este punto lo mejor es dejar de lamentarse y disfrutar de la vena lírica y sensible del autor. Algo sobrexplotada ya a estas alturas, pero igualmente disfrutable.
En esta partitura nos ofrece un auténtico festival melódico, de orquestación sencilla y efectiva, con especial protagonisto de instrumentos solistas como el oboe, el piano, el violín o la marimba, todos ellos arropados por unos cálidos arreglos orquestales, donde puntualmente se introducen elementos sintetizados como una voz femenina (los protools lo invaden todo), y recursos variados prototípicos de las comedias románticas a lo Rachel Portman (pero con más frescura y originalidad, todo hay que decirlo).
La clave del score la encontramos en un interesante motivo central, sometido a continuas variaciones a lo largo de todo el metraje, tantas que a veces se hace difícil establecer su constitución básica. Un tema que habla del destino, de la amistad, y que tiene como principal (y evidente) referencia en la obra “La Primavera” de Orff (sí, la misma que tomó Hans Zimmer como referencia a la hora de escribir el “You´re So Cool” de “Amor a Quemarropa”). Podemos disfrutar de su versión más vitalista en “Rules of the Pants”, “The Traveling Pants” o “Travelling to Baja”, pero no conviene perder de vista aquellas donde piano, cuerdas y la voz femenina entra en juego, como ocurre en “The Way of the Pants”, “Sisterhood Reunites” o “Fate”.
De todos modos, nada comparable a los dos últimos cortes del disco. El primero “The Traveling Song”, una nueva variante, pero en esta ocasión con los solos de violín y de voz por parte de Lili Haydn, y el último un virtuoso solo de piano (“Piano Suite”) interpretado por el propio Eidelman.
La riqueza temática del score, tiene su proyección en cortes como “A Touch of Greece”, con una curiosa aproximación al sirtaki griego; en los pizzicatos de “Deja Blue”; y en el tenue e introspectivo motivo escuchado en cortes como “Honey”, “Reflection”, “Letter”, “Broken Heart” o “A Brave Soul”. Una pieza secundaria, pero ideal como contrapunto contenido que evoca el dolor y las dudas.
Cliff Eidelman tiene actualmente 37 años. Una edad con la que muchos compositores comenzaron a escribir sus primeros scores. Él a estas alturas, hace años que ya tiene el respeto de los aficionados, la admiración de sus compañeros... pero sólo le falta dar el paso definitivo para asentarse como uno de los grandes autores de la música cinematográfica contemporanea.
|