Miguel Ángel Ordóñez
Thriller para televisión realizado en 1998 por Massimo Spano y que ambientado en Brasil, narra los esfuerzos de un cura por salvar la vida a un muchacho testigo de un asesinato a manos de un policía corrupto. Un nuevo esfuerzo del incansable Morricone que se publica con siete años de retraso. ¿Ha merecido la pena la espera?. Indudablemente que sí, aunque esta edición merece un par de matizaciones, para no llevarse a engaño.
Más que nada porque el que espere un trabajo sorprendente, ajeno a su filmografía, novedoso, mejor que opte por no dar una oportunidad a este disco. Ahora bien, siendo consciente de un estilo muy atractivo pero en el fondo reiterativo, el del maestro, “La casa bruciata” se presenta como un score formalmente bello, de gran delicadeza y de indudable calidad. El único pero de la partitura radica en su poco disimulado parecido con su premiadísimo trabajo para “La misión”. Misma localización, personaje de hábito religioso, admiración del director por el score del 86 tienen como resultado un trabajo en la misma onda, especialmente por el empleo de una instrumentación muy similar: cuerdas, flautas de pan, percusiones y coros.
Un ramillete de bellísimas melodías soportan la base de la edición. Cuatro temas centrales donde sobresale “La casa Bruciata”, un delicioso corte donde el diálogo entre maderas y cuerda sobre fondo percusivo (localizador de la historia) genera una bucólica melodía llena de matices. Este tema sirve de base a otros dos motivos que se desarrollan a partir de aquel. Es “Sia fatta la tua volonta”, corte que abre el disco, el que mayor parecido formal tiene en comparación con “La misión”. Algo así como una mezcla entre el “Miserere” y “Vita Nostra” donde la flauta de pan y el empleo de coros giran en una línea dramática poderosa y efectista. “Tony e il ragazzo” sin embargo, parte de la melodía central en tempo lento para abrazar cierto epicismo en un empleo de la flauta muy similar al “Cockeye´s Song” de “Erase una vez en América”.
El cuarto tema en importancia funciona como una contradanza vitalista, cadenciosa y hasta cierto punto minimalista convirtiéndose en el mayor hallazgo de la edición. Retentivo y preciosista, “Un grande bambino” funciona como tema localista gracias a su maravillosos arreglos latinos. En este sentido, dos piezas diegéticas, “1ª Danza” y “2ª Danza” inciden en la parte alegre y vivaz del score, con sentido festivo incluyendo empleo de palmadas en el segundo caso.
Junto a estos temas no faltan las típicas piezas que generan tensión con un cariz ambiental y oscuro. Ejercicios experimentales como “Violenza e terrore” que nos remite a las partes mas atonales de “Los intocables”, o “Terrore e fuoco” con sesgado empleo de la flauta de pan y claras reminiscencias a los momentos de oscuridad emanados de “La misión”.
Queda claro que “La casa bruciata” no es especialmente original ni en propuestas ni en resultados, sin embargo es una clara muestra del talento de Morricone a la hora de dar vueltas de tuerca sobre temáticas anteriores de su filmografía, de su enorme sensibilidad y de su gran habilidad para sacarse temas dulces y emocionantes de la manga.
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