Pablo Nieto
1. Introducción
1991, fue el año de la consagración definitiva de un joven músico alemán afincado en EEUU, llamado Hans Zimmer. Por entonces, este hombre ya tenía toda una legión de admiradores, que habían quedado prendados de scores tan sensacionales como “Rain Man” (por el que fue nominado al Oscar), “Black Rain” o “Días de Trueno”. Sin embargo, aún le faltaba algo para entrar en la élite. Ese año lo consiguió, pero no de cualquier manera, sino a lo grande, componiendo tres partituras absolutamente imprescindibles: “Thelma & Louise”, “A Propósito de Henry” y “Llamaradas”.
Esta superproducción dirigida por Ron Howard (ganador del Oscar por “Una Mente Maravillosa”) y protagonizada por actores de la talla de Kurt Russell, Robert de Niro, William Baldwin, Scott Glenn, Donald Sutherland y Rebecca DeMornay entre otros, nos presenta un argumento tan complejo y abierto en emociones como aquellos que solían hacerse en el Hollywood clásico, aunque en esta ocasión los protagonistas no son ni vaqueros sin rumbos, ni ricos arruinados, ni emigrantes en busca del sueño americano, sino dos hermanos bomberos de vocación, marcados por la trágica muerte de su padre en acto de servicio, que no sólo deberán solvetar sus más que notables diferencias personales entre ellos, sino también con sus respectivas parejas, al tiempo que han de luchar contra una serie de misteriosos incendios provocados que amenazan sus vidas.
Por desgracia, la película no termino de funcionar a nivel comercial, algo a lo que Ron Howard no estaba muy acostumbrado, sobretodo tras éxitos como “Cocoon” o “Willow”, aunque a decir verdad esto fue algo que le vino muy bien, sobretodo para asimilar con más facilidad el enorme trompazo que se llevaría con su siguiente trabajo, “Un Horizonte muy Lejano”, todavía más ambicioso y complicado si cabe que “Llamaradas”.
La reedición de esta banda sonora por parte de Milan, es algo que debemos aplaudir todos los amantes a la música de cine, no sólo ya por la calidad de la remasterización o por la inclusión de una antológica entrevista con el inigualable Zimmer, sino porque hacía años que este score estaba descatalogado. Algo absolutamente incomprensible. Con “Llamaradas”, Zimmer re-inventó el tipo de composición para películas de acción. Lo normal, hasta aquel momento, era realizar partituras exclusivamente orquestales, o bien recurrir al empleo de música electrónica donde los sintetizadores asumieran todo el protagonismo. Zimmer unió estos dos modelos, siendo pionero de una forma de composición que tendría su continuación en trabajos posteriores como “Marea Roja”, “El Pacificador” o “Gladiator”. Un modelo para otros autores que desde entonces imitaron al germano, como es el caso de su buen amigo James Newton Howard con “Waterworld”, “The Postman” o “Dinosaur”, Trevor Jones con “G.I Jane”, y por supuesto, todos los miembros de la Factoría Zimmer: John Powell, Mark Mancina, Harry Gregson-Williams, Nick Glennie-Smith o Klaus Badelt.
En aquellos tiempos, Zimmer conocía lo que era una orquesta por lo que decían los libros y por lo que había visto en la televisión. Él era un maestro en el manejo de los sintetizadores, pero no tenía ni idea de como dirigir una agrupación orquestal, ni mucho menos cómo sacar el mejor partido a instrumentos reales tocados por músicos de carne y hueso. Sin embargo, conocía a Shirley Walker de otros trabajos anteriores, y esa iba a ser su salvación. La buena de Shirley se encargo de dirigir la orquesta y evitar que esta quedase ahogada por el apabullante poderío de los sintetizadores de Zimmer. Aunque según confiesa el propio Zimmer, mucho más problemático que dar juego a la orquesta fue el dar vida al fuego. Difícil, pero no imposible como veremos..
Antes de pasar a analizar detenidamente el score, hay que hacer referencia a la inclusión de dos canciones imprescindibles de Bruce Hornsby & The Range "Set Me in Motion" (que abre el disco) y "Show Goes On" (que lo cierra, y que al mismo tiempo es utilizada para acompañar los títulos de crédito de la película). Hornsby es una de las leyendas del rock americano, autor de hermosas baladas y de lo que muchos han definido como “Música de carretera”. Canciones que por su sentido del ritmo, melodía e instrumentación son ideales para los viajes en coche más placentero. A buen seguro, que la compañía de bomberos escuchaba a Hornsby de camino al fuego....
2. El Score en el disco
Fighting 17th (4:26)
La película comienza con una llamada de auxilio al cuartel general de los bomberos. Asistimos al ritual que acompaña a su preparación y salida a toda prisa del garaje del camión en dirección al fuego. Musicalmente hablando uno de los momentos claves de la obra de Hans Zimmer, tanto por la fusión con las imágenes, como por la calidad del tema. Una espectacular marcha militar, donde percusión y metales transforman la melodía en un emocionante himno al honor, al valor de los héroes.
Sin embargo, todo hay que decirlo, una melodía que no es 100 % de Hans Zimmer. Hablamos de una acertada variación de la famosa canción tradicional religiosa “Amazing Grace”. Un himno que se hizo especialmente famoso en la Segunda Guerra Mundial, al ser cantado por los soldados antes de entrar en combate. Curiosamente, el recurso al “Amazing Grace” para construir el tema central de un film no es exclusividad de Hans Zimmer, puesto que un año antes George Fenton hizo lo mismo con “Memphis Belle”, creando un leit motiv con grandes parecidos al de Zimmer, aunque en realidad lo que ocurre es que ambos beben de la misma fuente.
El final del corte, nada tiene que ver con su inspirador comienzo. La música se vuelve disonante y trágica, describiendo el fatal accidente que acabará con la vida del padre de los dos bomberos protagonistas, y que les condicionará para siempre.
Brothers (3:32)
Una exquisita melodía interpretada a piano, con inserción de cuerda, es el medio utilizado por Zimmer, para reflejar la relación entre los dos hermanos, y los lazos que les unen, como la muerte del padre o su amor por el cuerpo de bomberos, y también los que les separan, como sus personalidades completamente antagónicas (uno es demasiado paternalista y el otro un temerario). En el corte, se completa con la tónica general amenazante de la música, tendente a buscar espacios dentro de esa atonalidad construida por la orquesta y completada por los sintetizadores.
The Arsonist´s Waltz (1:58)
El "lado oscuro" presentado en el anterior tema, tiene su continuación en este. La tensa espera, la inquietud de no saber que hacer, el miedo a lo impredecible se dan cita en este corte. Un corte de gran valor descriptivo en el film, y que eleva el grado de tensión al máximo.
335 (3:02)
Durante el primer minuto, la música tiene por objeto indicar esa sensación de continúa amenaza. La ambientación musical que otorgan los sintetizadores y el oscuro juego que tienen de nuevo aquí algunos efectos de sonido, se encargan de ello. La tensión parece desaparecer cuando Zimmer introduce el tema de los hermanos. Es a partir de este punto, cuando podríamos decir que comienza lo "bueno". El fuego es presentado por primera vez por Zimmer, a modo de efecto de sonido, todo ello con fuertes percusiones. La música refleja el carácter desafiante del mismo, la convicción de que esta vez su fuerza destructiva será superior a la valentía de los bomberos...
Burn It All (5:19)
... pero estos no se rinden, y deciden luchar contra el. Zimmer nos regala uno de esos grandes motivos secundarios de acción que le hacen grande. Poderosa percusión, los sintetizadores y la orquesta en su máxima intensidad, creando un tema “testosterónico”, que ya quisieran para sí muchas películas de acción (al menos éstas se lo quedan para los trailers, ya que es uno de los temas que más royalties le habrán dado a Zimmer debido a su habitual utilización para promocionar películas). La agónica batalla a vida o muerte, termina con evocador sólo de trompeta, todo un símbolo de la “soledad” del guerrero.
You Go, We Go (5:11)
Por si alguien se ha quedado con ganas de “marcha”, Zimmer nos prepara otro pasaje espectacular en este corte de seductor título. Una pieza utilizada en el antológico clímax final: la lucha de los dos hermanos codo con codo contra el fuego en la factoría química, y en concreto la secuencia rodada a cámara lenta, en la que William Baldwin atraviesa infernales llamaradas con su hermano gravemente herido al hombro. Sí, todo muy “videoclipero” pero tremendamente efectivo y emocional.
El gran aliciente de este corte, no son las ya consabidas percusiones, los crescendos de metales o el demoledor sentido del ritmo de Zimmer, sino la introducción de coros. Excelsos, perfectamente sincronizados al ritmo de la cámara, y en constante involución con la orquesta. Este éxtasis “hormonal” es contrapunteado por una oportuna transición musical mucho más calmada, gracias a la reaparición del tema de los hermanos. Un motivo ya de por sí triste y melancólico, pero aquí alcanza sus cotas más lacrimógenas. Lógico, pues se describe la muerte del personaje de Kurt Russell ante los ojos de su hermano.
Farenheit 451 (2:59)
Entramos en la parte dedicada a honrar a los caídos, y que arranca con una versión contenida del tema principal. Los metales rebajan su intensidad (la trompa sustituye a la trompeta a la hora de describir emociones), las cuerdas aumentan su presencia, y las percusiones se vuelven respetuosas y sobrias. Una pieza ejemplar, de enorme emotividad. Todo un himno a los caídos.
Show Me Your Firetruck (3:31)
La película termina del mismo modo que comienza, o sea, con un camión de bomberos saliendo a toda prisa del hangar, para enfrentarse una vez más a esa batalla intemporal que el hombre libra continuamente contra el fuego. Lógicamente, se recurre de nuevo al "tema principal", recibiendo esta vez, el apoyo del "tema de los hermanos". Ambos, aparecen arropados coralmente (de nuevo magnificamente utilizados) y con toda la fuerza e intensidad orquestal, que imprime Shirley Walker, llevándonos a un ritmo vertiginoso, al final de este fabuloso viaje. Una experiencia musical única, injustamente ignorada por todos los que reniegan de la figura de este icono de la música de cine: Hans Zimmer.
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