Pablo Nieto
Debut cinematográfico allende los mares del director español Jaume Sera, que a pesar de aportar una interesante propuesta artística y visual, no termina de funcionar debido a los límites y convencionalismos del género. El film nos presenta a un grupo de estudiantes miembros de un equipo de fútbol americano, que llegan a un extraño pueblo perdido en medio de ninguna parte. Allí darán con un no menos extraño e inquietante museo, donde se exhiben realistas figuras de cera, muchas de ellas con forma humana.
Evidentemente, no hay que ser muy inteligente para intuir que el que el realismo de dichas figuras, se debe a que en su interior se encuentran seres humanos de verdad. Sin duda, los nuevos e inesperados invitados se convertirán en codiciosas piezas para la colección.
Lo que son las cosas, el proyecto a priori menos interesante de John Ottman de lo que va de año es al final aquel donde más inspirado nos lo hemos encontrado. Un score en principio poco o nada atrayente, que sin embargo nos presenta una de las mejores partituras de terror de los últimos tiempos. Un trabajo redondo de Ottman, de gran fuerza sinfónica, con extraordinario y omnipresente uso coral (nada que ver con la aleatoria y desangelada utilización de las voces de “Los Cuatro Fantásticos”), con rica orquestación y un acertadísimo tema central.
Ya en los dos primeros cortes, “Opening / Tantrum” y “Ritual / Escape from Church”, se sientan la bases generales del score. Dos piezas realmente poderosas, que elevan el terror y la angustia de los protagonistas a su máxima potencia. El uso de los coros (incluyendo evocadores solos de Deborah Lurie, inseparable colaboradora de Ottman en los últimos tiempos), están justificados en la identificación metafórica de los mismos con las voces ahogadas de las figuras de cera, aún personas con vida cuando eran recubiertas de cera.
El tema central, presentado en su parte intimista por piano y un insano violín, capta a la perfección la esencia y el ideal de depravación que se esconde dentro de las paredes del Museo... y del despiadado responsable del mismo.
Cortes como “Selaed Lips” o “Brotherly Love”, ayudan a rebajar el grado de intensidad de la música, adoptando tonalidades mucho más contenidas, y creando una ambientación etérea muy apropiada, con la que se aumenta aún más el carácter perturbador de la historia, muy especialmente en el último corte de los dos mencionados, con revisitación incluida del tema central.
Toda esta falsa calma se tornará en agitación de aquí en adelante con cortes como “Paris Gets It” (irónico homenaje de Ottman incluyendo el nombre de pila de la controvertida Paris Hilton, que es una de las protagonistas del film), así como el excepcional climax de la acción que es “Bringing Down the House”, de cinco minutos de duración y donde Ottman se explaya a gusto.
El score termina con el genial “Endless Service”. Un tema, donde el propio compositor interpreta la pieza con un órgano de iglesia (otro de los ejemplos de la rica y siempre habitual original orquestación de Ottman). Sin duda, un perfecto indicativo de lo mucho que ha debido disfrutar el bueno de John trabajando para este film.
Un trabajo donde de nuevo la figura del gran Jerry Goldsmith vuelve a ser muy alargada, con sus “Poltergeist”, “The Haunting” y hasta “La Momia” siempre presentes en el subconsciente musical del score. Por supuesto no podemos, ni debemos olvidar la última y siempre determinante influencia del gran Maestro del género de terror: Christopher Young.
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