Miguel Ángel Ordóñez
Al escritor Elmer Harris se le ocurrió en 1934 una historia que giraba alrededor de una chica sordomuda que vivía, aislada en su minusvalía, en la costa canadiense. La visita de un doctor que le enseña a convivir con su problema y el amor que surge entre ambos es puesto a prueba cuando Belinda, secuestrada y violada, queda encinta. Cuando el padre ilegítimo vuelve por su hijo, ella lo mata, acabando en los brazos amorosos del doctor que ha entendido su tragedia. Para la época, una historia con ingredientes tan conflictivos tenía difícil una adaptación cinematográfica, así que tras el rechazo de la MGM, Harris decidió ceder los derechos para su representación en Broadway. Corría el año 1940 y el éxito de la producción llamó la atención del director William Dieterle quien propuso a su estudio, la RKO, la adquisición de los derechos. Sin embargo la mentalidad puritana no había cambiado nada tras un lustro y de nuevo se encontró con los problemas que derivaban de un relato sobre violación, sexo y muerte.
En 1946, el productor Jerry Wald se interesó por la historia y compró los derechos para la Warner. Con una estrella en el bolsillo, Jane Wyman, la dirección recayó en manos de Delmer Daves (famoso una década después por sus aproximaciones al thriller y al western). Sin embargo, Daves tenía poca fe en el proyecto y uno de los directores del estudio especializado en melodramas, Jean Negulesco, era el asignado finalmente, tras su salida por diferencias con Errol Flynn de otro proyecto donde ese mismo año, en 1947, Jerry Wald había centrado todas sus expectativas, “El burlador de Castilla”.
Acabada a finales de 1947, los directivos del estudio vieron posibilidades de alzarse con algún Oscar y pospusieron el estreno hasta Octubre de 1948. Johnny Belinda, fue el mayor éxito de la compañía ese año, recaudando mas de millón y medio de dólares de la época solo en Estados Unidos. Jane Wyman se alzó con el Oscar gracias a su interpretación comedida y realista de Belinda y el film obtuvo varias nominaciones mas, incluida la de mejor Película.
Otro de los nominados en esa gala, Max Steiner, el compositor estrella del estudio, fue el asignado al proyecto. En 1946, había vencido su contrato de diez años con la Warner. Prorrogado por cinco años más, la intensa capacidad creativa del maestro vienés le llevó a trabajar a una media de diez películas al año con la Warner durante esta etapa. Lo mas destacable del trabajo de Steiner gira de nuevo sobre la gran variedad temática que otorga a la historia. Ocho temas importantes conforman el núcleo central de “Johnny Belinda”.
El tema asociado a Belinda, gentil e inocente con el uso de arpa y cuerda, se presenta con solo de cello en “The Afterwards” y con aire pastoral en “Good Luck to Stella”. El tema del doctor, asociado durante la edición al viento, muestra el sosiego y el bienestar que aporta hacia la protagonista, con empleo de oboe en “No Lesson Today” y con bellísima rendición al violín en “Belinda is Pregnant”. Steiner, como es habitual en su estilo compositivo, acude a dos piezas tradicionales, reflejo de la localización de la historia. En el “Main Title”, oímos brevemente una melodía tradicional canadiense que sitúa la historia en sus costas. Junto a ella, el clásico escocés “O Poorith Cauld”, retrata la ascendencia de sus habitantes, ocupando la primera parte del film, sirviendo de base al encuentro entre Belinda y el Doctor y retratando las costumbres de la aldea (“Main Title”, “Riding Out to the Farm”, “Belinda at Work”).
Sin embargo los dos temas principales del score tienen una aparición medida y de gran trascendencia con la imagen. El love theme sirve de base al “Main Title”, pero no emergerá por completo hasta que el doctor, transcurridos 85 minutos de metraje, le declara su amor a Belinda (“The Doctor Must Move On”), con una deliciosa rendición final con arpegios al arpa (“Finale”). El tema asociado a Johnny Belinda, fruto de la violación de su madre, aparece a la hora de película y se convierte desde entonces en el centro de la partitura. Una melodía delicada, dulce y onírica reflejo de su inocencia que puede ser oída en “Mac Learns About Belinda”, “Johnny is Born” o “Stella Visits Belinda”.
Dos temas secundarios completan el esfuerzo de Steiner por abandonar posturas románticas. El vivaz y breve asociado a Stella se centra en maderas y celesta sobre pizzicatos al violín (“Doctor Returns Home”), pero sin duda el mas interesante es el aplicado al malvado Locky McCormick (Stephen McNally). Violento, oscuro, disonante y poderosamente moderno en su confrontación entre cuerda y metal, sustenta los momentos trágicos y dramáticos del film (“The Rape”, “Locky Kills Mac” y “Locky Goes After Johnny”), donde el sorprendente empleo del solo de violín con agresivo scherzo constituyen una clara fuente de inspiración para el acercamiento al demonio realizado por Jerry Goldsmith en su muy posterior “The Mephisto Waltz”.
Una obra admirable que se mueve con soltura entre los clichés románticos de la época y con inusitada fuerza en su apuesta hacia el turbio contenido de la historia.
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