Pablo Nieto
Hablar de “Héroe a Rayas” es hacerlo de un híbrido entre “Babe el Cerdito Valiente”, “El Corcel Negro” y “Nacida Libre”. Un film para toda la familia, donde se nos cuenta la historia de Rayas una pequeña cebra de circo, que es adoptada por un granjero, ex-entrenador de caballos de carreras, Nolan Walsh y su hija Channing, tras ser olvidada por sus dueños. Ellos le darán el cariño que siempre ha necesitado, sintiéndose arropada por el resto de animales de la granja, como la cabra Franny, el pony Tucker o el gallo Reggie, todos ellos por supuesto con capacidad para hablar (magistral utilización de los efectos especiales, que consiguen un sorprendente realismo en el efecto de mover los labios). Nolan y Channing verán en Rayas unas cualidades únicas para la competición, y la graciosa cebra comenzará así a entrenarse con la utópica y divertida intención de vencer en el “Kentucky Open”, ante la incredulidad de los grandes opositores de los Walsh, la fina Dalrymple y sus poderosos pura sangres... todos salvo uno, la hermosa yegüa blanca Sandy que entablará una bonita amistad con Rayas. Por supuesto, ni que decir tiene que el momento culminante del film será la emocionante carrera final, cuyo resultado a nadie pillará por sorpresa.
Del apartado musical, se encarga un renacido Mark Isham al que esto de los films protagonizados por “animalitos”, siempre se le ha dado muy bien, como lo demuetra su obra maestra “Volando Libre” (Fly Away Home) y la excepcional “Galapagos” (producción para IMAX). “Heroe a Rayas”, es un score donde da rienda suelta a todos sus estilos y registros, potenciando en especial su lado más sinfónico. Un trabajo, de gran colorido orquestal que pasa de música esencialmente Americana a cantos africanos, y todo ello recubierto con el característico estilo melódico de Isham, que aquí no tiene ningún problema en adornarlo con una gran variedad temática: intimista, cómica, épica o evocadora según se precie. Con especial énfasis en dos motivos: uno asociado a los orígenes africanos de Rayas y otro a su triunfo como “caballo” de carreras.
A destacar la excepcional edición de Varése, con más de una hora de música (teniendo en cuenta que el film dura 84 minutos), y que encima comienza y termina con dos artistas invitados de lujo, como Sting, que interpreta la canción “Taking the Inside Rail” (que sirve de base al tema principal del film) y Bryan Adams con “It Ain´t Over Yet” (un tema, que a buen seguro podría haber formado parte de la banda sonora de “Spirit”).
El score arranca con el intenso “It Was a Dark and Stormy Night”, un corte donde Isham introduce por primera vez el elemento sinfónico de la partitura, con un marcado cariz dramático, sobre todo teniendo en cuenta que es la secuencia de apertura donde Rayas pierde la pista del circo. Un corte emocional y contenido en su parte final, con el lamento africano apelando al sentimiento de dolor y soledad de la cebra.
Mucho más relajados, e incluso cómicos son los cortes que le preceden: “At Home on Walsh Farm”, "I´m a Racehorse!", “A Pelican Named Goose” o los jazzísticos “Tucker Lays it Out” y “Goose Makes a Hit on the Iron Horse”. Emocionales e intensos son “If you Build it, They Will Come”, “Twilight Run” o “The Blue Moon Races”, donde se introducen sobrias y elegantes versiones para cuerdas y metales (en el caso del último corte, incluso de los cantos africanos) de los dos temas principales.
Sin embargo, este es un score que si destaca por algo es por la rotundidad e intensidad de sus temas de acción, inteligentemente construidos por Isham, y que ayudan a potenciar la sensación de movimiento de la cebra, para reflejar con la música sus trotes, así como, el carácter épico de sus hazañas.
Punto culminante de este sinfonismo lo tenemos en el clímax del film, o sea, en la gran carrera. Será aquí donde la partitura termine de eclosionar. Aunque antes, tendremos un oportuno y sensacional precedente en cortes como “Upstaged by a Zebra”. Un aperitivo al glorioso “The Big Race”. Siete minutos de gran poderío orquestal, variedad temática, con un uso de los metales a nivel sinfónico practicamente inédito en la carrera de Isham, por lo menos al nivel de intensidad y protagonismo que tienen en esta partitura. Los temas centrales entran y salen, en emocionantes crescendos, y todo ello sin perjudicar en ningún momento el carácter descriptivo de la música. Una pieza única y absolutamente recomendable que aporta un plus emocional a las propias imágenes del film. Y es que cuando un compositor se encuentra a gusto en un film se nota.
Por cierto, que la carrera final no sólo se circunscribe a “The Big Race”. Previamente conviene remarcar la importancia de cortes como “Ambushed!”, “Filly in Distress” y “They´re All In”, donde se potencia cierta sensación de peligro que se cierne sobre Rayas, así como el desafío al que se enfrenta. Y por supuesto “Race Day” e “In the Winner´s Circle”, donde encontramos un motivo solemne asociado a la carrera, y que suena antes de que comience la misma, y también cuando termina y se “corona” como ganador a... pues eso.
El compromiso de Isham con esta película ha sido máximo, y así se le ha reconocido. “Héroe a Rayas” no es un trabajo perfecto, y tampoco puede ponerse en el mismo nivel que “Volando Libre”, pero aún así sirve para reivindicar el sinfonismo de un autor casi siempre vinculado a partituras pequeñas o de corte jazzístico, cuando no de experimentación electrónica. La música sinfónica necesita sangre nueva, e Isham podría ser uno de los encargados de llevar a cabo esta regeneración. Sí le dejan, claro.
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