Miguel Ángel Ordóñez
Bronislau Kaper vivió siempre a la sombra de Miklos Rozsa. El compositor húngaro se convertía así, en la primera opción del estudio para el que trabajaba durante los 50, la Metro Goldwin Mayer, en películas que transitaban el género de la aventura romántica. El prestigio ganado por el polaco Kaper como compositor de canciones en los años 30 indujo al responsable de la productora durante esa época, Louis B. Mayer, a ofrecerle un contrato que este aceptó debido a su condición de judío refugiado en París y objeto de persecución del nazismo.
Bajo las órdenes de Herbert Stothart, cabeza visible del departamento musical de la MGM, su llegada a Hollywood en 1935 le sitúa como referente en el campo de la composición de canciones ligeras para comedias de éxito, en especial las de los Hermanos Marx que por entonces causan furor en la taquilla. En 1939, y tras solicitar una oportunidad a Stothart, el éxito como compositor de scores le llega con “Camarada X”. Desde entonces se verá enrolado en algunas producciones de éxito, “Luz de gas” o “Senda tenebrosa”, que le forjan una carrera como compositor especializado en el thriller romántico. Iniciados los 50, su exitosa incursión en la aventura con “Norte salvaje” y la extraordinaria repercusión del hit “Hi-Lili, Hi-Lo” para “Lili” (ganó el Oscar en 1952 por el score), le colocan como músico franquicia de la compañía.
La exitosa incursión de la MGM en el género de aventura de capa y espada con “Ivanhoe” y “Los caballeros de la mesa redonda” durante los 50, llevó a la realización de un tercer film que llenara, de nuevo, las arcas de un estudio embarcado en proyectos cada vez mas costosos. La llave del éxito de esos dos films, la imagen de rompecorazones de la época de Robert Taylor, la dirección del artesano Richard Thorpe y la música de Miklos Rozsa, eran de nuevo la apuesta para un proyecto condenado al éxito instantáneo: “Quentin Duward”, que narraba las aventuras de un caballero escocés durante el siglo XV, con los consabidos ingredientes de intrigas palaciegas, duelos a espada y un componente romántico dirigido a salvar el honor de una bella dama, ingenio sacado de la pluma del poeta Sir Walter Scott (el mismo escritor de "Ivanhoe"). Sin embargo, problemas derivados del rodaje de “Diane”, otro drama histórico del estudio, impiden que Rozsa se haga cargo del proyecto, inmerso en el monumental score de la última película de Lana Turner para la MGM, tras dieciocho años en la productora.
La buena relación entablada por Kaper con Thorpe en “The Prodigal”, uno de los proyectos mas caros del estudio, le sitúa como el compositor ideal para hacerse cargo del último capítulo sobre la trilogía de capa y espada iniciada en 1952 con "Ivanhoe". Para “Quentin Duward”, Kaper realiza un trabajo ejemplar. Una gran variedad temática y un uso racional de temas, acoplados siempre a situaciones, convierten la obra en un trabajo sumamente descriptivo con una sorprendente habilidad para gozar en su escucha aislada. Huyendo, además, del estilismo romantizado de Rozsa en las dos primeras entregas del estudio, Kaper se adentra en la aventura a la manera Korngold, un camino desarrollado ejemplarmente por Victor Young en esa obra maestra que es “Scaramouche”, en una composición muy operística que cuenta con el ingrediente cómico que Thorpe introduce para distanciarse de la solemnidad de aquellas.
El tema asociado a Quentin es una deliciosa melodía escocesa que Kaper introduce en dos vertientes diferenciadas en su magnífico “Main Title”, heráldica y noble en sus consistentes fanfarrias al metal y ligeramente cómica con el suave y juguetón empleo de las maderas, fusionando ambas direcciones en el divertido corte “Quentin Arrives at Castle”, para desarrollarlo en tono melancólico en el sensible “Am I Absurd?”. Junto a él, el tema de amor para Quentin e Isabelle emerge de manera breve en el “Main Title” con bucólico empleo de cuerda. Melodía que aliñará la partitura en puntuales apariciones hasta imbuirse con el tema central en el corte “End and Cast”.
La importancia de los motivos secundarios del score queda patente en la introducción de dos secciones temáticas que reflejan la importancia del carácter descriptivo del trabajo de Kaper. Para el malvado conde De La Marck, introduce una pieza siniestra que ejerce de contrapunto sinuoso y turbio en el empleo de bajos y maderas (“Honorable House”, “Crossroads”) y que da paso a un admirable ramillete de temas de acción donde el metal y la cuerda mantienen un frenético diálogo (“Fight at Bridge”, “I Feel Better”, “It´s the Room”) resuelto con la contraposición del tema oscuro asociado a De La Marck y nuevo material mas luminoso y heroico. Por otro lado, el contrapunto de humor, en cierto tono bufo, queda reflejado con la pieza asociada a Hayraddin, un gitano que acompañará las andanzas de Quentin, como Nick Cravat ejercía de fiel escudero en las aventuras históricas de Burt Lancaster, donde la madera primero (“Quentin Cases Castle”) y la mandolina después (“Get Him”) crean una melodía de regusto étnico, centroeuropeo.
“Quentin Duward” es un disco de adquisición obligada y un buen ejemplo de la habilidad de Kaper para afrontar cualquier tipo de género cinematográfico.
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