Dion Baillargeon
1.- La pacífica transición del cañonazo al sable láser: una pequeña reflexión
Es evidente que antes de inflamarse hace cosa de treinta años con la fiebre de las galaxias, los grandes compositores cinematográficos explotaron su profunda vena épica sobre todo en las películas de piratas y aventuras. Resulta fácil ver en las naves espaciales de "Star Wars" los sustitutos naturales de unos barcos que desde los años 30 surcaban los mares al compás de Erich W. Korngold. El espíritu de sus legendarias partituras para "Captain Blood" (1935) y "The Sea Hawk" (1940) habita aún en la exagerada música que escribiera Max Steiner para algo tan lejano como un drama ambientado en la segunda guerra mundial: "The Caine Mutiny" (1954).
Lo más natural era que la gran oreja de la colectividad exigiera a los nuevos venidos una música similar para los transbordadores interestelares, algo que John Williams supo entender muy bien. La lección fue algo más dura para Jerry Goldsmith, que traicionado por su bien aprendido instinto tuvo que reescribir un tema inicialmente demasiado marinero para "Star Trek: The Motion Picture". Incluso John Barry, cuyas habilidades están lejos de estos empeños, tuvo presentes los elementos esenciales del género en la espectacular fanfarria inicial de "The Black Hole".
Mientras llegaba esta nueva generación, la música feroz de "Mutiny on the Bounty" (1962) ayudó a satisfacer la imaginación de una generación de aficionados a la música de cine. Para ello, Bronislau Kaper no olvidó ningún ingrediente de la receta: un vehemente y retentivo tema central complementado por música romántica, temas secundarios dramáticos y espectaculares pasajes de acción, amén de la inclusión de coros y una profusión de elementos exóticos. Probablemente sin pretenderlo, Kaper acomete algo que parece a la vez la gran culminación y el definitivo epítome musical de todas las precedentes aventuras oceánicas, y no digo nada esencialmente nuevo si afirmo que con ello sienta uno de los más necesarios precedentes de la épica espacial.
2.- Música y sedición
La espectacularidad y el relumbre de partituras como "All The Brothers were Valiant" (1953) o "The Plymouth Adventure" (1952) hacían de Miklós Rózsa el compositor natural para una película como "Mutiny on the Bounty". No obstante, al intachable maestro húngaro no le gustó nada un guión que en su opinión traicionaba el contenido original de la historia y, ocupándose deliberadamente en España con la composición de "El Cid", logró por medio de Samuel Bronston desembarazarse de la asignación. Su amigo Bronislau Kaper, cuyo contrato con la MGM estaba además a punto de expirar, no era más que una indisimulada segunda opción. De hecho, cuando Rózsa abandonó el proyecto ya estaban grabadas algunas demos de material incidental con finalidades diegéticas para el director original, Sir Carol Reed.
Hay que decir que pesar del empeño de los productores, había también en Kaper no pocas virtudes manifiestas: sus orígenes como efectivo compositor con tirón comercial, patentes en el éxito de la canción "Hi-Lili, Hi-Lo", para la película "Lili" (1953) y en su contribución para el "Mutiny on the Bounty" original de 1935, su solvencia en el manejo de elementos folklóricos demostrada en "The Brothers Karamazov" (1958) o "Green Mansions" (1959) y su distintiva voz sinfónica.
Las intrigas bizantinas fueron también una constante durante todo el tormentoso rodaje de la película, contribuyendo activamente al fiasco comercial que hundiría definitivamente a la MGM y que el propio Rózsa había pronosticado nada más leer el guión. El mutuo desprecio entre el megalómano Marlon Brando (Fletcher Christian) y la totalidad de los actores británicos, incluído Trevor Howard (William Bligh) y el propio director Lewis Milestone, condujo a situaciones realmente demenciales. Brando llegó a rodar por su cuenta un final alternativo que supuso una demora de semanas en la producción y pérdidas millonarias para la compañía.
Por fortuna, Bronislau Kaper estaba algo más centrado en su trabajo y compuso una de las bandas sonoras de aventuras más importantes de la historia. El “Main Title” arranca con un rotundo trémolo de piano y timbal sobre el que se alza el poderoso tema principal, muy en el estilo de Rózsa, dedicado al propio Bounty. Este alma que le insufla Kaper anticipa la sensible personalidad propia que más adelante va a tener la nave espacial Enterprise y confirma al barco como el genuino protagonista de una historia en la que todos los personajes son partícipes sólo a través de él. A modo de ilustración, cabe decir que aunque es muy notable la elaboración fragmentaria de algunos de sus motivos, progresiones y giros melódicos más llamativos en temas como “Making for the horn” o “The Storm”, donde realmente se aprovecha toda su extraordinaria envergadura dramática es el breve pero inmediato “We´ve Lost”.
El necesario complemento romántico llegará con el subyugante tema de amor. Más allá de su exótica exposición con los coros y la percusión tahitiana casi de compromiso escuchada en "Follow Me", se trata de una deliciosa música con infinitas posibilidades cinematográficas. Muy bien integrada en el corpus del score, es tan buena que dulcifica ella sola los dramáticos instantes finales de la película.
Por último, un significativo bloque temático es la intensa música del motín que da comienzo a la imponente obertura. Se trata de unos disonantes acordes orquestales, característicos de Kaper, entre los que un entrecortado ritmo con reminiscencias de polonesa se abre paso hasta la primera intervención de los bronces. El empleo posterior de este ominoso material ilustra el tiránico manejo del capitán Bligh anticipando así la consecuente revuelta en cortes como “One” y “Sea Water” (porque el motín propiamente dicho se consuma en silencio musical).
De entre todos los temas secundarios sobresale el espectacular "Girls and Sailors", que acompaña la entusiasta participación de la tripulación del Bounty en un peculiar ritual de pesca tahitiano. Personalmente me parece la música más brillante de toda la banda sonora y la que mejor refleja el carácter de la película, quizá más liberal y vitalista que épico. En todo caso, el propio compositor demuestra un especial afecto por esta música al emplearla para la obertura.
Dicho todo esto, estaría incurriendo en una omisión importante si me olvidara del motivo por el que la música de "Mutiny on the Bounty" fue en su momento especialmente celebrada. Se trata del empleo humorístico de un conocido himno del imperio británico, el “Rule Britannia”, que se escucha en todo su esplendor cuando Fletcher Christian se dispone gustoso a cumplir la orden de complacer las ansias amorosas de Maimiti, la despechada hija del rey tahitiano.
3.- La edición de FSM: Una banda sonora en tres dimensiones
Aunque todos los esfuerzos de Film Score Montly son siempre dignos de elogio, no exagero si digo que el triple CD de "Mutiny on the Bounty" es en verdad una joya discográfica. Como la diligencia de Kaper le llevó al extremo de revisar la práctica totalidad de la partitura, esta edición es casi indispensable para tener una justa perspectiva de su gran trabajo. Hay que tener muy en cuenta que la banda sonora definitiva es solamente algo más de un tercio de la música grabada o escrita por el compositor y que por lo tanto gran parte de la banda sonora está hecha por triplicado: la banda sonora definitiva, las versiones alternativas y las grabaciones hechas expresamente para el álbum comercial.
Lo más evidente a tenor de la música o las versiones finalmente descartadas es que Kaper concibió el material original de la banda sonora con el primer montaje de la película en mente. La elaborada música del motín iba a tener más posibilidades, y la construcción original en flashback exigía el esfuerzo adicional de un prólogo y una conclusión musicales. En general, se nota que Kaper en un principio quiso ser algo más vehemente: el corte de la tormenta está más desarrollado y la orquestación del “Main Title”, del tema del puerto o del epílogo (que e un principio consistía en una elaborada versión instrumental del tema de amor) fue luego notablemente aligerada con la ayuda de algunas pinceladas coloristas.
La interesante inclusión del álbum comercial nos aporta nueva experiencia musical, incompleta pero muy disfrutable y divertida. Se incluyen algunos pasajes de compromiso pero compuestos con maestría, como una conclusión nueva para el tema del Bounty o la introducción de “Girls and Sailors". La sonoridad de algunos pasajes está aún más lograda que en la banda sonora original, y la liberada interpretación de la orquesta (el antológico stringendo de “Girls and Sailors” debería arrancar de la butaca a más de uno) es sencillamente arrebatadora.
Ya sólo me gustaría añadir que ojalá se animen todos los que todavía no se hayan enrolado en esta emocionante aventura de casi cuatro horas de duración. Aunque es inevitable dejar muchas cosas destacables en el tintero tratándose de una banda sonora de estas proporciones, es mejor terminar aquí esta reseña: más vale una nota que mil palabras.
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