Miguel Ángel Ordóñez
Ennio Morricone es sin duda, el compositor en activo con mayor producción cinematográfica. Trabajador incansable, está viviendo una segunda juventud con scores que de un tiempo a esta parte están volviendo a sorprender por su capacidad melódica a sus mas fervientes seguidores e incluso a los que no lo son tanto. Teniendo recientes las ediciones este año de “Sorstalansag” y “Karol” (y a la espera de su último trabajo, “Cefalonia”), nos llega una nueva incursión en el drama bélico, al que parece tan abonado últimamente, con este ”Il cuore nel pozzo”.
Una obra con la que Morricone no logra sorprender en sus propuestas. Muy cercanas a su estilo invariable, profusión de cálidas cuerdas y pasajes experimentales, las ideas musicales subyacentes en esta obra, sin embargo, reflejan una indudable inspiración, un inteligente compendio de fugas y contrafugas que convierte este proyecto en uno de sus trabajos mas bellos y sentidos de las últimas fechas. Todo huele a clase, a dramatismo con toques intimistas, a la populosa épica de los que luchan por defender un hogar (obviaré el término familia, que el horno no está para bollos) no unos ideales patrios, una música directa al corazón, que Morricone no se obstina, como en otras ocasiones, en hacer pasar por el cerebro.
Usando ingredientes sencillos, el inicio de la grabación con “Il cuore nel pozzo” presenta el típico tema bucólico para cuerda que a modo espiral concatena el inicio y el fin de la historias morriconianas: dos frases, una en crescendo de cuerda, la respuesta en un decrecendo sostenido que empalma con una nueva subida de la cuerda, reflejan la tragedia por la que se mueve el cuerpo sonoro de la partitura. “Lei con lui” hace las veces de tema de amor con frases que se solapan en crescendo en un remanso de cuerdas que obtienen pasajes de gran dulzura con desgarrador solo de violín en el maravilloso corte “Un giorno sará”.
La armónica, tan asociada a los spaguettis del maestro y que en tan contadas ocasiones había vuelto a utilizar, hace acto de aparición en el memorable corte “Suona l´armonica”, cinco notas donde el genio romano consigue momentos de enorme belleza en las réplicas de la flauta. El dramatismo, a ritmo de réquiem, se apodera de “Abbandono delle case”, mientras la viola desgrana un solapado aire funesto en el paisaje cuasi-impresionista que introduce “Una viola in fiore”.
Dentro aún del tono dramático del score, “Marcia Balcanica” funciona como marcha bélica exenta de epicismo y “Balcani per fuggire” como pieza trágica con abigarrado tono esperanzador en homenaje al honor intacto de los refugiados.
Pasajes algo mas lúdicos se vislumbran en el divertimento infantil, impregnado de fuerte clasicismo, que propone “Suona un bambino” y en la preciosista polka para cuerda, que funciona como localizador geográfico de la historia, “Passaggio a Sud”, mezcla de ritmos centroeuropeos y hebraicos.
No podían faltar las piezas disonantes y experimentales de Morricone. Agrupadas en dos cortes de larga duración, ejercen de contrapunto molesto a una obra melódicamente admirable. Especialmente porque tampoco aportan nada especial, aunque su necesidad estriba en reflejar los miedos y horrores de toda guerra. “Orrori” condensa en once minutos de pesada escucha las consabidas fórmulas morriconianas de atonalidad sustentada en la cuerda. A mitad del corte, el maestro potencia la espiral de pesadilla que viven los protagonistas con empleo de armónica y repetición de notas condensadas en una caja de música, ideas ya utilizadas en la memorable escena de la estación de “Los intocables de Elliot Ness”. “Sperduti”, en sus largos siete minutos, se limita a mostrar una obsesiva y repetitiva pieza de suspense que se estanca en sus propuestas, sin progresión alguna.
“Il cuore nel pozzo” no debería pasar desapercibida para ningún aficionado a la música de cine, so pena de querer perderse una auténtica maravilla.
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