Ignacio Garrido
Serie de televisión producida por Spielberg sobre abducciones alienígenas durante varias generaciones en una familia americana. Su artífice es la compositora norteamericana Laura Karpman, un nombre muy a tener en cuenta a partir de ahora si juzgamos la impresionante calidad de su trabajo para esta "Taken".
La directora Les Bohem, menciona que la serie necesitaba tanto música americana "a lo Copland" para la familia, como música que sugiriese el elemento extraterrestre para las abducciones. Karpman lo resuelve con una habilidad espectacular y una originalidad sorprendente. Su punto de partida para la música americana es el mejor Bruce Broughton de la década de los 80, cuyo estilo planea sobre el tema central de la serie "Main Title" (también con ciertos aires a lo Williams y su "Amazing Stories" para qué vamos a negarlo) y sobre diversos fragmentos como el scherzo de "Artemis" o la sincopada y espectacular música de acción de "Romanis". Pero la música dedicada a los extraterrestres y sus visitas no es solo impresionante, también es innovadora y poco convencional. Mezcla órganos de iglesia con voces distorsionadas, flautas y viento en registros altísimos, ejecutando piruetas mortales para sus solistas y crescendos orquestales que finalizan con tuttis apoteósicos o adagios sosegantes. Estos cortes, destacando en especial "Implant Mania" y "Mothership Arrival" son impactantes y nos descubren un talento deslumbrante que ya se anunciaba tímidamente en aquella otra magnífica serie de ciencia-ficción para televisión "Odissey 5" (aunque allí emplease recursos de la escuela de Thomas Newman y su propia voz solista al estilo de Lisa Gerrard).
La partitura discurre por terrenos más dramáticos y emocionantes a medida que avanza y temas como "To the Rescue" y "Tom´s Revenge" resultan especialmente brillantes, al tiempo que el tema central surge cada vez más espectacular y emocionante hasta su gloriosa revisitación final en "Allie´s Gone". Es indudable que Goldsmith y Williams pueden venirse al recuerdo de más de uno al escuchar diversos pasajes sonoros de esta obra, pero sin duda serán el mejor Goldsmith y Williams de los ochenta el que se estará escuchando y eso no es una traba, más bien es un regalo. Una partitura sorprendente, rica y sólida como pocas y que da fe del envidiable talento de Laura Karpman, de la que cabe esperar grandes cosas.
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