Frederic Torres
En un verano plagado de reñidos estrenos a la búsqueda del taquillazo, le ha tocado el turno en último lugar a este “reboot” del personaje marvelita por excelencia, el asombroso hombre araña, debido a la postergación de su llegada a las pantallas por problemas de índole extracinematográficos (una huelga de dobladores). De no ser así, su estreno casi hubiera coincidido con el de “La Guerra del Planeta de los Simios”, cuya partitura también firma, como la presente, el incombustible Michael Giacchino. Así que aquí está la película para poder degustar, amén de la consabida edición discográfica, las nuevas aventuras del joven superhéroe y comprobar el trabajo del compositor en su salsa: la sala cinematográfica. Y el resultado vuelve a ser deslumbrante, como ocurre en la práctica con todas las composiciones de los últimos años surgidas de sus manos, a pesar de la inclusión en la presente de abundantes canciones (incluyendo los primeros créditos finales), que no pretenden otra cosa que la adecuada contextualización del ambiente del quinceañero protagonista (un creíble Tom Holland, que ha sabido captar la esencia del primigenio adolescente Peter Parker). Y es que a pesar de imponerse un ritmo de trabajo que solo cabe calificar de frenético, con una media superior a los cuatro proyectos anuales, Giacchino se ha rodeado de un equipo estable (a quienes el compositor les reconoce su labor de un modo explícito en la carpetilla del disco), que no baja la guardia en lo tocante a la calidad y se esmera en tratar cada nuevo proyecto con el merecimiento que requiere. Se ha podido comprobar en su excepcional cierre de la trilogía simiesca y también en la presente ocasión, siempre sin abandonar los conceptos ligados a la aventura o la ciencia-ficción (parámetros ajustables a los márgenes de la flexibilidad que el género superheroico permite), en la que es su segunda incursión en el mundo Marvel tras su estupendo y original debut en 2016 con “Doctor Strange”. Giacchino, sabedor del paso de diversos y magníficos colegas por las adaptaciones anteriores, entre los que se ha contado a Danny Elfman y Chistopher Young en la trilogía dirigida por Sam Raimi, así como James Horner y Hans Zimmer para el siguiente y más reciente díptico, opta por obviar el trabajo de todos ellos y homenajear en el primer tema discográfico, también del film (superpuesto al logo de la Marvel), el conocido tema de la serie de dibujos animados de los años sesenta, obra de Paul Francis Webster y J. Robert Harris, que popularizó en la televisión al personaje arácnido, efectuando para ello un arreglo orquestal potente y sinfónico.
Es una pequeña broma-homenaje a la que tan acostumbrados tiene el compositor a sus fans (solo cabe recordar la ejecución “simiesca” de la fanfarria de la 20th Century Fox para “La Guerra”), que no va más allá de la mera cita sentimental, pues Giacchino, como era de esperar, ofrece su versión arácnida más allá de este tema, ofreciendo una perspectiva mucho más actual gracias a una marcada y acentuada rítmica que huye de las habituales fanfarrias con las que de un modo habitual se suele presentar a estos personajes, como es el caso del sorprendente y chispeante “Academic Decommitment”. No fue el primero en proponer algo semejante, pues este fragmento permite observar que su línea de trabajo está en la onda de la brillante originalidad con que se empleó Christophe Beck en “Ant-Man”, así como Brian Tyler en “Iron Man 3”. No obstante, la película comienza con “The World Is Changing”, bloque descriptivo en el que Giacchino introduce brevemente el tema de Alan Silvestri para “Los Vengadores”, puesto que ilustra la tarea de desescombro de una brigada de trabajadores comandada por Adrian Tooms (Michael Keaton, alias “El Buitre”, que pronuncia en voz alta la frase que da título al tema), de la semiderruida torre Stark tras el desaguisado provocado por la invasión de los “Chitauri”, los temibles alienígenas que invadían la Tierra en el primer film de “Los Héroes Más Poderosos de la Tierra”, hace ya algunos años. Es a partir de los restos de esta tecnología extraterrestre que se desencadenará la acción del presente film, en una narración inteligente que vincula de este modo el mundo marvelita con el personaje, apadrinado, además, por las diversas apariciones de Iron Man/Tony Stark (de nuevo encarnado por el eficaz Robert Downing, Jr), quien no se limita a realizar el típico cameo, sino que interviene en algunos momentos importantes del film (de manera poco invasiva, cabe señalar, pues el protagonismo en absoluto es compartido), como cuando acude al rescate del joven arácnido tras frustrar Spidey el primer ataque de “El Buitre” y su banda a bordo de un ferry, secuencia reflejada en el disco en los cortes “A Boatload of Trouble Part 1”, “A Boatload of Trouble Part 2”, y culminada en “Ferry Dust Up”.
Así las cosas, el compositor crea tres tremas como leiv-motivs, comenzando por el citado de “Spider-man”, que evolucionará de la tonalidad jazzy y rítmica a la más épica y propia de un superhéroe, en continuo conflicto con el del “Buitre”, mucho más tétrico y potente, como se puede comprobar en todo el bloque final conformado por “Lift Off”, “Fly-by-Night Operation” y “Vulture Clash”, en el que la acción se sucede de un modo trepidante y se produce el enfrentamiento cara a cara entre los dos antagonistas de la función. No olvida Giacchino un tema de corte intimista para recrear el romance entre Peter y Liz (Laura Harrier), a la que el protagonista logra salvar la vida por los pelos en otro brillante fragmento descriptivo, “Monumental Meltdown”. Y es que a pesar de la obsesión que el adolescente Parker manifiesta ante la espera de la llamada de Happy Hogan (un inspirado Jon Favreau), lugarteniente de Stark, para participar de nuevo (tras su debut en “Capitán América: Civil War”) en alguna misión con Los Vengadores, el espíritu de este nuevo Spider-man no puede resultar más fiel al original en cuanto a su manifiesto individualismo e, incluso, a los movimientos del personaje original, que cuando nació en los cómics de la mano de Steve Ditko y Stan Lee, allá por 1962, también intentó unirse a diversos grupos del universo Marvel llamando a la puerta de “Los 4 Fantásticos”, como de la “Patrulla X”, optando definitivamente por el camino en solitario, que a la postre se convertiría en una decisión esencial en el devenir del personaje, como también es el caso de esta adaptación cinematográfica. De hecho, el traje que recibe como regalo de Stark (y que de algún modo viene a sustituir a su famoso sentido arácnido) no deja de ser una mera anécdota (“The Baby Monitor Protocol”) que, además de resultar una innovación inteligente porque vincula a Spidey con Stark y, por ende, al mundo cinematográfico marvelita (caso de ser necesaria su presencia), proporciona algunos de los mejores y más ocurrentes chistes de la película.
Tampoco faltan las habituales bromas del compositor con los títulos del tracklist, como en el juego de palabras de “Pop Vulture”, además de la descacharrante interpretación de la escala musical a cargo de los metales como colofón discográfico tras la generosa suite de los créditos finales, “Spider-Man: Homecoming Suite”, que sucede inmediatamente a la clásica y conocidísima canción del grupo punk-rock, Ramones, “Blitzkrieg Bop” (no incluida en el presente disco), su primer single lanzado allá por 1976 que pertenece a su álbum “Ramones”, en lo que se antoja una operación similar a los exitosos créditos iniciales de “Guardianes de la Galaxia, Vol. 2”, estrenada hace poco y que contó para los créditos iniciales con la no menos conocida canción “Mr. Blue Sky”, de la popular ELO. Es una lástima que los productores hayan optado por este tipo de solución para los créditos, restando así espacio al compositor, pero es algo que tanto en un film como en otro viene plenamente justificado sea por el plano argumental o contextual. En cualquier caso, un enérgico trabajo de Giacchino que vuelve a sorprender por su lozanía y atrevimiento, que cuando debe resolver de un modo épico lo hace con la misma prestancia y desenvoltura que en el resto del metraje gracias a su capacidad y al dominio absoluto que ejerce sobre los recursos técnicos y orquestales. Un compositor todoterreno, que suma y sigue sin tregua ni descanso hasta el punto de resultar casi omnipresente en la actual industria hollywoodiense. Por algún motivo debe ser. Seguro que sí.
4-octubre-2017
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