Frederic Torres
En la última tanda de lanzamientos discográficos debidos a las expertas manos de James Fitzpatrick y su sello Tadlow, se encuentra esta partitura inédita del gran Elmer Bernstein concebida para un documental televisivo sobre la figura del conocido director Cecil B. DeMille, que fue emitido a principios del nuevo siglo/milenio y en el que el veterano compositor dirigió a la “The City of Prague Philharmonic Orchestra” con sus habituales maneras maestras (cabe convocar aquí el recuerdo de la enorme tarea de recuperación de partitura clásicas que Bernstein realizó a través de sus grabaciones iniciadas en los setenta, en lo que luego se conoció como su “Famous Music Collection”). Se trata, pues, de la grabación original de la partitura para este documento sobre el famoso cineasta, que se dividió en dos episodios narrados por Kenneth Branagh, contando con la intervención de grandes figuras del cine norteamericano como Steven Spielberg y Martin Scorsese, y del que la grabación recoge mayormente material de su primera parte, la que se ocupa de la infancia de DeMille hasta su conquista de Hollywood con una serie de superproducciones que lo consagraron, como la primera versión de “Los Díez Mandamientos” o la de “Rey de Reyes”, pasando por aquellos primeros films ya casi olvidados cuyo títulos conforman el grueso de la guía del tracklist de la grabación, como también los encuentros con las grandes estrellas y personajes de la época tales como la actriz Gloria Swanson (homenajeados ambos con posterioridad en el mítico final de “El Crepúsculo de los Dioses”, de Billy Wilder), o el productor Jesse L. Lasky, fundador junto a Adolph Zukor, de la productora Paramount Pictures, una de las principales de Hollywood, y con quien DeMille tuvo serias discrepancias que le llevaron a fundar la suya propia, que al quebrar le obligó a trabajar para la MGM.
Bernstein crea unos breves títulos de crédito de inspiración épica que rememoran su obertura para la segunda versión que DeMille realizó de “Los Díez Mandamientos”, y que, pese a no obtener la nominación al Oscar de Hollywood, confirmaron al compositor como uno de los mejores profesionales a tener en cuenta de la industria. Su impronta está presente a lo largo de toda la partitura, modulando su dinamismo según los acontecimientos de la vida personal del protagonista se van sucediendo. Así, del fragmento “A Death Echoes Around the World / Childhood”, destaca la segunda parte, que se apoya en los pizzicatos de la cuerda y en una percusión etérea (con profusión de timbres) para mostrar la infancia del homenajeado, a pesar de cierto interludio de características melancólicas, probablemente debido al duro momento que muestra la temprana muerte de su padre, cuando el director en ciernes solo contaba con la edad de 12 años. De estos modos, pero aún más acentuado, queda impregnado el comienzo del siguiente fragmento, “The Squaw Man / Incredible Energy”, cuya primera parte está dedicada al rodaje del film del mismo título de 1915, producido junto a Lasky y Samuel Goldwyn, fundadores de la compañía “Players Lasky”, pero siempre de un modo breve y escueto, el justo y necesario, pues Bernstein no era compositor que se explayara en sus cadencias rítmicas más allá de lo conveniente. Aún así, la segunda parte del tema es inequívoca en intenciones y el dinamismo campa a sus anchas. Lo que contrasta con el solo de violín que inicia “Kindling / The Cheat / The Golden Chance”, y con el desarrollo dramático del resto de este bloque musical ejecutado principalmente en la cuerda, que escenifica, en su último tramo, el film del mismo título, de 1915. Dos años posterior es “Joan the woman”, un nuevo éxito de DeMille, al que Bernstein dedica un dinámico motivo de poco más de un minuto, siguiendo de nuevo la guía de su partitura para “Los Díez Mandamientos”. La misma duración de “Lasky Home Guard – “The Thunderer”, que incorpora la conocida marcha de John Philip Sousa, con la que Bernstein describe la militarización de Lasky, para, acto seguido, introducir una música de tintes dramáticos dedicada a la nueva producción de DeMille, “The Little Indian” (que se presenta con “The Lusitania”).
El compositor vuelve a echar mano de otra composición ya conocida, como es “By the Beautiful Sea” (de Carroll/Atteridge), para acompañar la entrada en la era del jazz, los denominados “locos años veinte”, en “The Jazz Age/By the Beautiful Sea / A Private World”, antes de bucear en su relación con Swanson y su elección como protagonista para su siguiente film, “Male & Female”, ya a las puertas de esa nueva década, pues su estreno data de 1919. El fragmento resulta inquietante y poco complaciente, todo lo contrario que “Bathrooms & Fashion / DeMille & Women”, que adquiere unas dimensiones más solemnes a la hora de describir el triunfo y el enriquecimiento del director. La música se torna más solemne y por momentos turbia, en un sentido herrmaniano, relacionando de este modo Bernstein la figura del cineasta con la del protagonista del film de Orson Welles, “Ciudadano Kane”. Sin embargo, “CB´s Daydreams”, vuelve a recurrir al tema central escuchado en la cabecera para desentrañar los sueños de grandeza que guardaba el director para su futuro, de inmediata traslación en “The Ten Commandments – 1923”, el fragmento más extenso de la grabación (si excluimos la suite final), en la que se describe el rodaje de aquel film que supuso un hito en Hollywood. La música resulta grandiosa y turbulenta, incluyendo momentos exóticos y de estilo arábigo, como corresponde a la epopeya de tan mayestática producción. El tema central vuelve a retornar con “Sorrows of Satan”, antes de emprender una nueva epopeya bíblica con “The King of Kings”, la versión realizada en 1927 que incorporaba algunas escenas rodadas en Technicolor para la conclusión del film, en la que Bernstein adopta unos tonos semejantes a los de Alfred Newman para “La Canción de Bernadette”, con el protagonismo del solo de violín (y con una errata en el tracklist, pues se indica que su duración es de 1:53, cuando la realidad es que se prolonga durante un minuto más). La marcha que acompaña la nueva producción cinematográfica, en este caso, “The Godless Girl”, estrenada en 1929, vuelve a recuperar el sabor de la música del serial de aquellos años, entreverada de tintes dramáticos. Es la coda del primer episodio, que se despide con “Hollywood Outcast / End Titles: Episode 1”, un extenso fragmento de más de tres minutos de duración, en el que Bernstein se explaya con su tema central desde una perspectiva épica, acorde con el personaje retratado.
El segundo episodio, como ha quedado dicho, cuenta con menor representación musical en el disco, quedando los bloques agrupados para resumir y aprovechar mejor el espacio. Tras el preceptivo “Main Titles: Episode 2”, que sigue siendo el tema central del episodio anterior desarrollado en toda su magnificencia en apenas un minuto, y después de escuchar una versión dramática de “Song of the Volga Boatmen”, la música describe la parte de la narración que se centra en el final de la Segunda Guerra Mundial, “No Help Wanted / Atom Bomb / Red Menace”, iniciada con un magnífico y urbanita solo de clarinete que da paso a unos tintes inquietantes que describen el cambio de mentalidad que implicó el uso de la energía atómica en el conflicto, expresado en un solo de trompeta al que se adicionan los chelos de la cuerda. Posteriormente, los aires marciales del tema, con el redoble de la caja, simbolizan la amenaza comunista tan temida por DeMille, conocido y furibundo opositor a esta ideología, que concluye con unos modos más costumbristas, propios del estilo de vida americano que el propio cineasta y su familia representaban. De hecho, Bernstein abre el bloque “The DeMille Family / Heston´s Career” con una fanfarria, que introduce de nuevo el tema central para luego centrarse en los principales de aquella magna producción, el remake de “Los Díez Mandamientos”, que a la postre sería su última película. El último bloque está dedicado al trágico final del cineasta, que sufrió un devastador ataque al corazón (“Heart Attack / A Personal Loss”), por lo que la música adquiere tintes más dramáticos y de sentido homenaje. El tema se torna ceremonial, para luego establecer, a partir del solo de violín, un crescendo épico con el que finaliza el episodio, el cual de nuevo dispondrá de un extenso epílogo en los “End Titles: Episode 2”, de casi tres minutos de duración, al más puro y genuino estilo hollywoodiense. La adición de una suite de la portentosa partitura del propio Bernstein para la última superproducción de DeMille, la citada “The Ten Commandments – 1956 (Concert Suite)”, de casi ocho minutos de duración, es el mejor colofón de uno de los postreros trabajos (aunque fuera televisivo) de este compositor, uno de los más grandes de su generación, quien dedicó cincuenta años de su vida a esta especialidad, a la que engrandeció a lo largo y ancho del siglo XX.
11-septiembre-2017
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