Ignacio Garrido
Bill Conti es un compositor de talento ocasionalmente muy inspirado que tuvo durante los años 70 y 80 su época de éxito y reconocimiento popular gracias a títulos como “Rocky”, “Escape to Victory”, “The Karate Kid”, “Masters of the Universe” o “The Right Stuff” por la que ganó el oscar en 1984. Pero todo aquel que conozca con algo de rigurosidad su música sinfónica podrá distinguir entre sus mimbres las incontables referencias en las que se inspira y que la profundidad de su lenguaje musical no ha llegado a contar nunca con un repertorio propio más allá de una excelente asimilación estética de soberbias citas clásicas. Pero cuando el género cinematográfico era el drama y no la acción, los deportes o la comedia, Bill Conti sacaba lo mejor de sí mismo entregando una tras otras las partituras más logradas de su filmografía, como así lo demuestran las soberbias bandas sonoras de “F.I.S.T.”, "Slow Dancing in the Big City”, “Gloria”, “Bad Boys”, “Blood In Blood Out”, “Murderer Among Us”, “Cohen & Tate” y por supuesto “A Prayer for the Dying” .
A esta historia sobre un asesino del IRA con remordimientos dirigida por Mike Hodges, Conti le entregó su creación más hermosa y sentida. Tras desavenencias creativas con los productores, el primer músico asignado al proyecto John Scott, abandonó la película y Conti entró en escena aportando una composición bellísima que transita por el drama, el amor, el dolor, la esperanza e incluso el terror, con una facilidad asombrosa para modificar su tono y alcance. El arranque con la imponente pieza “Main Titles” desarrolla el tema central, una afligida e intensa melodía para cuerda que refleja el carácter del protagonista, marcando en su oscilación arriba/abajo, ascenso/caída la pena y la búsqueda de redención. Acto seguido hace aparición el tema de aires celtas -asimilando el origen irlandés del personaje y conflicto- para penny-whistle (flauta metálica irlandesa) que transmite tanto la belleza del paisaje como el sueño de una vida mejor. Y finalmente un motivo rítmico interpretado por el dulcimer, agitado y circular de creciente intensidad acompañado por toda la orquesta, que supone la idea asociada a la persecución y huida constante del personaje. Su estallido trágico para cuerda supone uno de los momentos más desgarradores de toda la partitura y se retomará en la extensa pieza posterior “It´s All Right Malachi/Malachi Murder”.
Estos tres temas conocerán sutiles variaciones en posteriores cortes como la desnuda aparición del tema principal en “Graveside Hit”, una delicada variación de la melodía irlandesa en “Martin Meets Anna” o la mejor versión del tema de huida que encontraremos en el corte “The Raid”. Pasajes de acción polifónica para percusión tan impactantes como “Trashing the Church”, dan paso al misterio y suspense -de violencia contenida- con momentos introspectivos de gran patetismo como “Da Costa´s Agony”. Pero Conti aun no ha mostrado todas sus cartas y pasado el ecuador de la banda sonora introduce el maravilloso y embriagador tema de amor, una de las melodías más sublimes e inspiradas de toda su carrera. “Martin & Anna” arranca agitado con variación de los dos temas iniciales, dando paso a una calmada y bellísima tonada para flauta y arpa de resonancias gaélicas de nuevo, en cuya variación para guitarra y coda con maderas el músico exprime toda su sensibilidad. La experimentación atonal con referencias a “Polymorphia” de Krzysztof Penderecki alcanza su clímax en “Billy Goes Away”, que da buena cuenta de la capacidad de Conti para alcanzar la maestría referencial sin caer en el plagio.
Las pistas finales, “Meehan at Church”, “Martin and Meehan/”Martin on the Cross” muestran el tono más apesadumbrado del relato sin perder narrativa audiovisual ni brillantez musical, incluyendo algunos escalofriantes pasajes para chirriante cuerda mientras la imbricación temática de la partitura se mantiene certera y precisa en un momento dramático final sobrecogedor con la más destacada intervención final del órgano, evocador de la presencia religiosa constante sobre los personajes. El cierre con “End Credits” supone la culminación de la partitura con un liberador desarrollo del tema irlandés punteado por los últimos compases del motivo de la huida (que finaliza) unido al tema de amor para flauta, cuya variación final con cuerda y efectos de viento subliman la idea de la expiación. Un cierre emocionante y conmovedor para una de las obras más hermosas de la música de cine americana de la década de los 80.
La edición discográfica de “A Prayer for the Dying” corre de cuenta de Quartet Records, que entrega el mejor producto imaginable. Con un sonido de nitidez y profundidad impecable gracias al trabajo de José Vinader sobre material de Dan Wallin (estamos hablando aquí de dos de los mejores ingenieros de sonido del mundo en música de cine), la recuperación de prácticamente todo el material existente en orden cronológico (a falta de unas breves piezas secundarias), su secuenciación original (no el chapucero apaño del corta y pega de aquel sustitutivo bootleg preexistente), así como un interesante y profuso libreto de veinte páginas con notas del especialista Daniel Schweiger, “A Prayer for the Dying” de Bill Conti conoce al fin su edición oficial definitiva. De carácter limitado, su adquisición no debería dejarse pasar bajo ningún concepto, pues pocas bandas sonoras resultarán hoy día tan memorables y exquisitas.
18-mayo-2015
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