Ignacio Garrido
Todo el mundo en Hollywood quiere tener la música de Hans Zimmer en sus películas. Y sus amigos, los que más suerte tienen o mejor pagan (o todo ello junto), acaban teniendo al propio Zimmer en ellas. El realizador sudafricano Neil Blomkamp comenzó a ser conocido gracias a “District 9″ donde contó con aportación musical de Clinton Shorter, sorprendiendo con su arrolladora y realista visión de lo que podría ser la nueva ciencia ficción de acción con contenido, profundidad y mensaje, acompañada de una partitura efectiva y eminentemente electrónica de carácter heterogéneo. Su siguiente paso en el género se tituló “Elysium”, con banda sonora de Ryan Amon, cinta en la que retomaba ideas periféricas pero que se volcaba en la vacuidad del espectáculo visual olvidando casi todo lo demás. Su nuevo acompañante sonoro se transmutaba en un sucedáneo de -como no- Zimmer, con clusters a lo “Inception” incluidos, despertando muy poco interés con su trabajo, pero indicando con claridad cual sería el nombre del compositor ideal para el realizador en el futuro en caso de poder contar con el.
La música para “Chappie” de Hans Zimmer (que cuenta con el trabajo de Steve Mazzaro y Andrew Kawczynski en labores de música de adicional, dos nombres habituales en los últimos tiempos en estas lides dentro del mecenazgo zimmeriano) tiene el privilegio de ser la primera partitura enteramente electrónica del músico alemán en décadas. Acusado por sus detractores de sobredimensionar en sus composiciones lo sintético, lo cierto es que el compositor alemán no había dado rienda suelta a su vena más vanguardista en este campo en mucho tiempo, usando en ocasiones la orquesta como complemento al aparato electrónico y no al contrario como es habitual y dando por resultado trabajos memorables tan denostados por los puristas del sonido sinfónico como apreciados por los seguidores del músico. Él mismo ha celebrado el arrojo de Blomkamp a la hora de darle plena libertad a la hora de elaborar la banda sonora y el resultado destaca por su desparpajo y frescura desprejuiciada en la ilustración de la aventura y viaje iniciático del robot protagonista que da título al film. Sin duda el director al fin tiene la música que quería para su cine desde el principio.
Zimmer emplea en “Chappie” todos los recursos e ideas a su alcance para plasmar el caos que rodea a los personajes en ese cercano futuro distópico habitual del director, haciendo del estruendo controlado, los crescendos y las pulsiones apabullantes (de las que se han apropiado propios -Junkie XL, Steve Jablonsky- y extraños -Joseph Trapanese, Daft Punk- en los últimos tiempos) una parte destacada, pero no la única del trabajo. Como contrapeso expone delicados momentos reflexivos de filiación melódica morriconiana tan del gusto del teutón, destacando la hermosa pieza a modo de caja de música infantil en la pista “The Black Sheep”, así como su continuación durante el comienzo de “A Machine That Thinks and Feels” y la culminación heroica de “We Own This Sky”, con un simpático silbido procesado creciendo desde la sencillez de su motivo inicial de tres notas hasta alcanzar una emocionante épica. De este modo logra un equilibrio temático y ambiental plenamente disfrutable (incluyendo digresiones bufas para 8 bits como “Illest Gansta in the Block”) que funciona tanto como ejercicio de continuidad estético dentro de su carrera, como auténtico divertimento audiovisual en las imágenes a las que acompaña, generando un impactante diseño sonoro y un placer discográfico para paladares exóticos sin fronteras.
La compañía discográfica norteamericana Varese Sarabande vuelve a ser la editora (recordemos pasadas ediciones de “Tears of the Sun”, “The Holyday” o la estupenda “The Matchstick Men”) de la versión física de la banda sonora de “Chappie”, tomando el relevo de las más poderosas Sony, Decca o Warner en proyectos de menor calado comercial o alcance popular en sus campañas de promoción. No obstante merece destacar el buen tino comercial de Robert Townson a la hora de no dejar escapar ningún título de Hans Zimmer por muy menor que parezca a priori, pues siempre tendrá una cuota importante de mercado discográfico dispuesto a no dejar pasar un título firmado por el alemán.
7-abril-2015
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