Frederic Torres
Cuando en julio de 2013 se reseñó en esta web la aparición de la secuela de “Star Trek”, subtitulada “En la Oscuridad”, continuación de la conocida franquicia galáctica reiniciada por J.J. Abrams en 2009, con partitura nuevamente a cargo del inseparable y fiel Michael Giacchino, se incidió especialmente en la brevedad de la presencia discográfica del score, que apenas alcanzaba los 45 minutos, sobre todo si se tenía en cuenta su extensión en el film. Ya entonces se apuntaba también la posibilidad de que, al igual que había ocurrido con el título inicial de la renovada serie, aconteciera una jugada comercial similar por parte del sello discográfico, Varèse Sarabande, editando con posterioridad a la aparición del habitual disco sencillo uno doble (bajo la etiqueta “The DeLuxe Edition”) con todo el score facturado en lujosa edición limitada (de 6000 ejemplares, no fuera caso que se llegara a agotar), exprimiendo el bolsillo del aficionado al máximo aún a pesar de la aciaga crisis global que nos afecta desde hace ya más de un lustro y que se resiste a batir en retirada. Finalmente, demostrando un dominio y conocimiento de gran altura del mundo del coleccionismo que no entiende de recesiones y otras zarandajas, así lo ha considerado Varèse y el doble compacto de “En la Oscuridad” es toda una realidad justo al año de haber aparecido el sencillo (aunque en un formato menos espectacular que su predecesor al ofrecer una presentación más normalizada en una caja doble normal provista de un cuadernillo con unas cuantas fotos, que incluye también un par de notas de parte del director y del compositor relatando brevemente lo encantados de conocerse que están). El éxito de la franquicia lo ha permitido y la progresión y el gancho de Giacchino también. No en balde uno y otro, compositor y director, están ahora mismo al mando de los principales proyectos de ciencia-ficción de la industria hollywoodiense, ya estrenados unos (“El Amanecer del Planeta de los Simios”), o todavía en fase de rodaje los otros (la nueva trilogía que en manos de la Disney y Abrams continuará la saga de “Star Wars”, para la cual, dicho sea de paso, se volverá a contar con John Williams pero cuyo relevo posterior parece tener nombre ya asegurado y que no será otro que el de Giacchino).
Como quiera que sea y más allá de los criticables pero legítimos propósitos comerciales de la discográfica, territorio, cabe recordar, ya explorado/explotado antes por otros pues a la larga ristra de versiones expandidas de clásicos más o menos recientes (con las de Goldsmith a la cabeza), se puede señalar a la saga de “El Señor de los Anillos” (y su sucesora, “El Hobbit”) como la pionera de estas dobles versiones (por no citar las políticas de mercado aplicadas a las diferentes ediciones en DVD y Blu-Ray de las películas norteamericanas más destacadas del año), la cuestión es que el aficionado debe congratularse por la presente edición dado que permite el acceso completo, ahora sí, a una de las partituras más importantes del año pasado tal y como se comentó en su momento, en el que ese carácter intuido de “tráiler musical” que desprendía el disco anterior impedía una justa valoración de la partitura, más novedosa y atractiva de lo que en principio se podría pensar. De ahí que aún siendo justamente destacada su puntuación, ésta no pasaba de las tres ajustadas estrellitas, cuando lo cierto es que el score fue un concienzudo producto fruto del trabajo de fagocitación por parte de Giacchino sobre los diversos temas del film precedente, algunos marginados en aquel sencillo (“Spock and Uhura”, tema para el cual Giacchino vuelve a emplear el erhu, el violín chino de dos cuerdas que proporciona esa sonoridad especial y extraña que define al vulcaniano), a los que el compositor aportó una nueva tanda de motivos temáticos de entre los cuales sobresalió por su importancia y su presencia fílmica el dedicado a Harrison/Khan (una vibrante fuga de características beethovianas, precedida de una original introducción minimalista) y que, ahora sí, se convierte en el absoluto protagonista de la función irrumpiendo justo en el momento en que el personaje aparece por primera vez, cuando se ofrece a curar a la hija de un oficial de la flota estelar a cambio del sacrificio suicida de éste en el planificado atentado terrorista perpetrado en la sede londinense de la Federación (“London Falling”). De paso, el aficionado puede asistir al desarrollo de la secuencia en su completo sentido narrativo, en lugar de la aislada exposición (al piano) del excelente tema de la primera escena del bloque (“London Calling”), que ahora sí alcanza toda su plenitud (al contar también con “Demotion Emotion”, que funciona como nexo entre los dos temas anteriores).
Exactamente lo mismo ocurre con la secuencia del arranque fílmico a pesar de ser de las que mejor y mayor desarrollo expositivo disfrutaba en el disco anterior, redondeada para la ocasión con la incorporación de algunos fragmentos intermedios entre los que cabe contar la primera aparición de la Enterprise (“Undersea Enterprises Inc.”) y la finalización de la set-piece (“On the Bridge and on the Rocks”). Así acontece con el resto del proyecto, alentado por un completismo que hará las delicias de los más puristas pero que además, dentro de un arte aplicadamente narrativo como es la música de cine, dota de pleno sentido el desarrollo de las intenciones del autor de modo que ahora las secuencias musicales cobran vida (narrativa) musical, caso del ataque de Harrison/Khan a los mandos de la Flota Estelar reunidos en su sede (“Astronomical Manhunt”, “Man vs. Blaster”, “Meld-Merized” y “Admiral Exposition”), de las desavenencias de Kirk con Scotty, su ingeniero jefe (“So Long Scotty”, “Chief Concern/The Moral Mission”), o las del operativo desplegado para dar caza al terrorista Harrison en territorio klingon (“Klingon Chase/Meeting”, “Harrison Attack”, “Harrison Brought on Board”), en las que el maquiavélico personaje que interpreta Benedict Cumberbatch logra pasar de objetivo a convertirse en prisionero custodio de Kirk tras su negociación para ser trasladado a bordo de la Enterprise, promesa mediante de revelar algunos inesperados secretos de Estado.
La intensa secuencia final, inspirada en el atentado terrorista del 11-S (paralelismos analizados ampliamente en la reseña anterior), cobra si acaso mayor significación en esta nueva presentación pues no solo recupera los temas ya presentes en el disco precedente (“Ship to Ship”, “The San Fran Hustle”), ampliándolos en algún caso (“Earthbound and Down”), sino que también incorpora algunos más (“Hallway Fight”, “Head Games”, “Human Popsicles”, “Go Get´ Em”), de manera que la conclusión ocupa prácticamente todo el segundo disco que, esta vez sí, incluye en sus “End Credits” (ausentes del sencillo) el famoso tema de Alexander Courage compuesto para la serie original precediendo los temas principales del film (algo que en el disco anterior se solventaba con una escueta suite de estos últimos bajo el título de “Star Trek Main Theme”). Por si fuera poco, Giacchino regala generosamente un par de fragmentos más (“Ode to Harrison” y “Ode to a Vengance”), en los que expone diferentes variaciones y desarrollos de los temas protagonistas, explorando sus posibilidades y definiendo el carácter conspirativo de la secuela vertebrado a partir del citado minimalismo del tema de Harrison/Khan y de los oscuros reflejos que invaden sus ansias de venganza ante el destino que le deparó, tanto a él como a su tripulación de mutantes alterados, el Alto Mando de la Flota Estelar. Una edición que se antoja ineludible aún a costa de la citada sangría económica perpetrada a propósito de algunas buenas partituras cinematográficas, tan poco abundantes hoy en día. Y como que ésta es una de ellas…
27-noviembre-2014
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