Antonio Pardo Larrosa
Ahora que está tan de moda hablar del genoma humano y su complicado mapa genético, es de obligado cumplimiento para entender la importancia y trascendencia del músico francés Georges Delerue hablar del mapa musical europeo de los últimos cincuenta años. Esto, en pocas palabras, es muy sencillo de entender si visualizamos por países la música cinematográfica de las últimas décadas. Si pensamos en un músico italiano de proyección internacional es muy probable que todos traigamos a nuestra memoria la figura de Ennio Morricone, si por el contrario es en el Reino Unido donde ponemos nuestra atención encontraremos que es la imagen del elegante y distinguido John Barry la que aparece de una manera más nítida, por poner solo un ejemplo; ahora bien, si lo que hacemos es contemplar el panorama musical del país vecino es con toda seguridad la figura de Delerue –que me perdonen los seguidores del sobrevalorado Maurice Jarre- la que resplandece con más fuerza… Me van a permitir que obvie la imagen de nuestro país –espero no levantar demasiadas ampollas- porque todavía no sé muy bien donde poner los acentos musicales. Ni Iglesias, ni Nieto, ni la nueva hornada de músicos post-zimmerianos, a saber, Velázquez o Vidal juegan en esta primera división, por eso, y a tenor de lo expuesto, hablar de Georges Delerue es hablar del compositor de música cinematográfica francés por excelencia y uno de los narradores más grandes que ha tenido el séptimo arte en los últimos cincuenta años, “larga vida a Georges Delerue”…
Su obra viene marcada por la proximidad creativa que el músico francés mantuvo con los cineastas de la nouvelle vague, corriente iniciada a finales de la década de los cincuenta que pretendía romper con los cánones establecidos hasta ese momento por el cine de la época. Delerue trabajo estrechamente con alguno de los cineastas más representativos de esta nueva ola cinematográfica que desarrollo un nuevo lenguaje de expresión y realización hasta entonces desconocido. Nombres tan significativos como los de Truffaut, Rohmer o Godard, para quien escribió el tema de Camille, quizás su composición más conocida, contribuyeron a que Delerue empezara a ser reconocido y respetado no solo en su país de origen, sino también en la meca del cine donde sus trabajos empezaron a despertar el interés de la industria norteamericana. Ya desde sus primeras obras para la nouvelle vague, más afrancesadas e intimistas, donde instrumentos como la guitarra, el piano, el acordeón o la armónica arropan las originales ideas de estos cineastas, hasta sus últimas composiciones, más románticas y descriptivas, donde la fuerza de la orquesta se erige en protagonista, puede decirse que la obra de Delerue se caracteriza por la utilización de melodías descaradas y suntuosas que impregnan los fotogramas de una gran dosis de autenticidad y credibilidad.
La obra de Delerue ha visitado la mayoría de los géneros cinematográficos conocidos. Se enfrentó como ningún otro a la épica, a la comedia o al melodrama escribiendo una infinidad de arrebatadores y retentivos leitmotivs que el maestro escribía desde el sentimiento y la emoción, esos, si me permiten ustedes la expresión, “que te dejan clavado al sillón…”. Obras como ”Joe versus the Volcano” o “A Little Romance”, esta última ganadora de un más que merecido Oscar, son sólo un par de ejemplos de su buen hacer como músico romántico. Delerue conquisto la pasión, el amor y el sentimiento de los aficionados con trabajos tan sobresalientes como “Steel Magnolias”, “Memories of me” o la sobrecogedora ”Agnes of God”, una devota plegaria escrita para coro y orquesta, paradigma de la sensibilidad musical. Además de su vertiente más romántica Delerue compuso numerosas obras para el cine histórico y de aventuras, cintas donde brillan sus partituras para películas como “Cartouche” o “The Borgias”, films donde la utilización de instrumentos antiguos o de época otorgan credibilidad y autenticidad a la historias. Otro género donde el galo se movía como pez en el agua es en la comedia, en muchas ocasiones “tonta” o facilona que el músico afrontaba con profesionalidad consiguiendo que la calidad de su trabajo estuviera muy por encima de las pretensiones artísticas de la película. Esta situación se daba con bastante frecuencia en los años 80 donde a músicos como el tristemente desaparecido Jerry Goldsmith le solía pasar con bastante asiduidad. Más allá de cualquier tipo de consideración baladí debemos observar la obra de Delerue en su conjunto para entender, por un lado su gran versatilidad, consecuencia de su enorme talento narrativo, y por otro la ilimitada capacidad descriptiva de sus suntuosas melodías que consiguen que sus trabajos brillen con luz propia bajo el firmamento musical del séptimo arte.
Gracias al comprometido sello americano Intrada se edita ahora su trabajo para la película ”Her Alibi”, una comedia romántica dirigida por Bruce Beresford (”Paseando a Miss Daisy”) a finales de la década de los 80 y protagonizada por Tom Selleck y la modelo Paulina Porizkova. La película narra la historia de Phil Blackwood, un escritor que atraviesa por una profunda crisis creativa provocada por el abandono de su mujer. Aconsejado por su agente decide acudir a un juzgado en busca de una buena historia que inspire su próxima novela. Allí conoce a la bella Nina, una sensual mujer del este acusada de asesinato. Entre mentiras y verdades a medias los protagonistas se van enredando en un peligroso juego donde nada es lo que parece. Estamos, pues, ante una típica y tópica producción de la época donde el verdadero y único protagonista de la historia es un músico francés llamado Georges Delerue. Este escribió uno de los leitmotivs más bellos de su carrera, una de esas melodías marca de la casa que el aficionado retiene sin ninguna dificultad, pero vayamos por partes.
La obra se divide en varios bloques temáticos muy bien definidos que el músico modela con absoluta eficiencia para sacar el máximo provecho a la historia. Su obertura o “Main Titles”, primer gran tema de la obra, se divide en dos melodías opuestas que representan, por un lado, la acción policiaca o detectivesca de la trama, y por otro, la convencional historia de amor que viven los dos protagonistas. Para el primero de los temas Delerue desarrolla una típica melodía de género donde los bajos y los vientos –a la maniera de Mancini o Grusin en obras como ”The great mouse detective” del primero o ”Murder by death” del segundo- llevan el peso de la melodía en una especie de marcha pseudocómica que acompaña las pesquisas y especulaciones de Phil. Este leitmotiv (“Nina”) también es utilizado por el músico para esconder el oscuro pasado de la protagonista, una historia no contada que ira complicando el devenir de los acontecimientos. Para el segundo leitmotiv de la obertura, el mejor de todos, Delerue presenta el tema de amor, una idea espectacular que el músico desarrolla con toda la profundidad de la cuerda. Esta sufre diversas variaciones (“Nina leaves”) dependiendo de las situaciones que se van sucediendo a lo largo del metraje, por eso cuando la protagonista aparece en escena (“Enter Nina”) la orquestación cambia por completo utilizando una instrumentación típica de los países del este, donde los clarinetes y el salterio, entre otros, recrean los paisajes de la vieja Europa definiendo la procedencia de la chica. Por si esto fuera poco Delerue introduce en la relación entre los dos amantes un pequeño y delicado divertimento interpretado al piano (“Dinner with Nina”) que versiona con acierto el tema principal. Un año más tarde Delerue aprovecharía esta sencilla idea para dar forma a una de las melodías de “Joe versus the Volcano”.
Otro bloque temático resuelto con estilo por el músico es el que contiene la música de corte más clásico, aquella que Delerue emplea tomando prestados algunos modelos de la música clásica para dar forma a temas como “The Book store”, donde un pequeño conjunto de cámara desarrolla una deliciosa y distinguida tonada en aire de minueto que muy bien podría haber firmado el maestro italiano Boccherini. Esta clase de melodías, elegantes y refinadas, fueron usadas por el compositor en numerosas ocasiones llegando a la perfección en su oscarizada partitura ”A Little Romance”. A tenor de todo lo expuesto con anterioridad cabe decir que, una vez más, y gracias al sello discográfico Intrada por la recuperación que está llevando acabo de estas obras, podemos disfrutar de uno de los trabajos más interesantes de Delerue, una partitura que muestra todas las virtudes del compositor más original –genial- que ha parido Francia, y esto es decir mucho si tenemos en cuenta que este país que no deja de producir grandes músicos.
13-noviembre-2014
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