José-Vidal Rodriguez
Resulta innegable, incluso para los otrora detractores del compositor (entre los que me incluyo), que el californiano Brian Tyler ha conseguido dar con esa tecla mágica del éxito, la misma capaz de convertir a un músico del montón en un artesano del espectáculo al que no paran de lloverle encargos. Otra cosa tendrá pero Tyler no es tonto, y dejando a un lado sus evidentes limitaciones va camino de convertirse en referencia de la composición pop corn dentro del panorama americano de nuestros días. No parece por tanto casual su reciente entrada -por la puerta grande- en la franquicia “Marvel” con dos cartas de presentación acertadas como fueron “Iron Man 3” y “Thor: The Dark World”, ni la acumulación de trabajos que se hallan sobre su mesa de estudio. Nos guste o no, Tyler es uno de los pocos músicos del nuevo milenio que, plegándose a los formulismos actuales, no solo sabe sacar rendimiento a sus partituras (aún a costa de sacrificar su personalidad), sino que además maneja los clichés actuales con un desparpajo impropio en otros colegas de profesión cuyo reciclaje para el cine americano parece cada vez más difícil (véase el caso de Patrick Doyle).
Bien podría ser ”Into the Storm” un perfecto ejemplo de lo antedicho. Encargo menor (si lo comparamos con la trascendencia de los últimos proyectos marvelianos abordados) que pasaría desapercibido para el aficionado entre el creciente cúmulo de créditos del músico, pero que merece ser destacado ante el oficio y corrección con el que es resuelto a la postre. Cinta sobre tornados que inevitablemente trae a la memoria aquella ”Twister” de los 90, en la que el director Steve Quale revisita el género de las catástrofes naturales a base de actores jóvenes, efectos digitales a doquier y nuevas técnicas para captar al público de las salas, como el sistema de proyección con ventiladores ideado ex profeso para el filme.
Propuesto personalmente por el director (ambos ya coincidieron tres años antes en ”Final Destination 5”), Tyler ofrece ni más ni menos que lo requerido por un filme de estas características, con ese plus de esmero del que se sabe seguro del terreno que pisa. La partitura, como no podía ser menos, discurre en los cauces de la adrenalina y la intensidad enfática, pero de algún modo el compositor se muestra más “limpio” y concreto de lo que lo hacía en recientes trabajos de similar aproximación (véanse sus atropellados scores para la saga ”The Expendables”, o su reciente e infumable ”TMNT”). Gran parte del mérito lo hallamos en dos aspectos claves del trabajo: la acertada orquestación, que no sólo mantiene un meritorio balance entre orquesta-electrónica, sino que además evita en gran medida los momentos de saturación sonora que suele ofertar Tyler a menudo; y la creación de un retentivo tema central, simple, directo e inmediatamente reconocible (”trademark” de la casa) con el que cohesionar perfectamente un trabajo en el que el resto de motivos musicales no pasan de ser ideas breves y de escaso desarrollo.
Este tema central, en su versión ominosa a metales y coro, lo podemos escuchar ya en esa especie de obertura que configura el corte “Into the Storm”, flanqueado en su inicio por un pulsante ostitato a cuerdas que Tyler convertirá en otro de los motivos más presentes del score, (“Last Words”, “Readying for Incoming Storm”) sobre todo en su intención por resaltar el ambiente presagiante y amenazador de la irrupción de los tornados. A partir de aquí, Tyler engrasa su maquinaria para apabullar al espectador desde una grandilocuencia que trata de enfatizar al mismo tiempo la sensación de catástrofe y urgencia, acudiendo a su incontestable habilidad rítmico-percusiva (“Atonement”, “Titus Vs. The Volcano”, “The Fire Tornado”) no exenta de los típicos retazos de imaginería zimmeriana (la progresión del “Aurora”, “Fate”) o incluso powelliana (muy significativo el “The Titus”). El interés de estos fragmentos se ve diluído frente al material con el que Tyler se acerca a ciertas partes reflexivas del relato, en las que ofrece tibios subrayados ambientales que de manera demasiado insistente inciden en el tema central (“Providence”, “Humanity Arising”, “We Stand Together”). Son sin duda los momentos que deslucen el conjunto y dejan una sensación global de mera corrección, frente a lo que podía haber sido un score quizás de mayor recorrido.
Dicho lo cuál, aún cuando Tyler no se acerque a los resultados de aquel ”Twister” de Mark Mancina, decente al menos resulta éste su primer enfrentamiento con los tornados. Ya sabemos que en el nuevo Hollywood no hay cabida para nostálgicos, y menos en lo que a aspectos musicales se refiere. Por eso, qué mejor forma de afrontar esta realidad que hacerlo de los brazos de compositores con las ideas claras y el suficiente talento (siquiera básico) para musicar espectáculos pirotécnicos de este estilo. Y parece que hoy por hoy, el prolífico Mr. Tyler es uno de ellos.
17- septiembre-2014
|