Antonio Pardo Larrosa
El maestro de la animación nipona lo deja, se retira, al menos estas fueron las palabras que pronunció en el último festival de Cannes, donde presentó la que hasta la fecha es su última producción cinematográfica, ”Kaze Tachinu”. Ahora bien, mis oídos tienen memoria y recuerdan con claridad que estas palabras pueden caer en saco roto si tenemos en cuenta que no es la primera vez que el genio japonés las pronuncia. Sea como fuere, espero que Hayao Miyazaki siga surcando los cielos con su fantástico trazo dibujando las ideas que brotan a borbotones de su fértil imaginación, genio y figura… Después de más de cincuenta años creando fantásticas obras de arte, es fácil recordar algunas de sus grandes creaciones, como “Porco Rosso”, “Princess Mononoke”, “Totoro” o la oscarizada ”Spirited away”, -para muchos su mejor trabajo- las habilidosas y frágiles manos de Miyazaki emprenden su último vuelo. Mucho ha llovido desde el nacimiento de “Nausicaä, del Valle del Viento”, primera producción del estudio Ghibli y una de las mejores películas de animación jamás rodadas, pero esa es otra historia. Ahora bien, si algo distingue a ”Kaze Tachinu” del resto de producciones filmadas por Miyazaki es el realismo con el que está narrada la historia, no solo a través de su espectacular puesta en escena, muy alejada de los esquemas que antaño dominaban los originales trazos de sus cintas, sino también de su peculiar poesía que ahora se torna más real. No hay lugar en esta historia para la fantasía y la imaginación desbordante que si encontramos en sus primeras producciones. Estamos ante una obra de madurez que responde a la necesidad de contar una historia tangible, determinada, que no deje lugar a la especulación imaginativa. A grandes rasgos el relato está basado en la novela del escritor Tatsuo Hori, donde se narra las aventuras de Jiro Horikoshi, un visionario y miope ingeniero que sueña con diseñar aviones –diseñó el avión de combate Zero- inspirados en los modelos creados por el aeronáutico italiano Caproni. Miyazaki nos ha legado uno de sus trabajos más equilibrados que muestra el gran lirismo que todavía anida en el trazo artesanal del lápiz y el papel.
Como no podía ser de otra forma la música corre a cargo de su gran amigo Joe Hisaishi, posiblemente el compositor japonés más universal que ha conocido el país del sol naciente, con permiso de Toru Takemitsu. La colaboración musical entre ambos genios se ha sucedido a lo largo de los años de una manera magistral produciendo algunas de las mejores bandas sonoras de los últimos tiempos. A ojo de buen cubero puedo recordar la espectacular ”Princess Mononoke”, la intimista ”Spirited Away” o la etérea ”Totoro”, muy cercana a las texturas musicales del grupo japonés Himekami. Para ”Kaze Tachinu”, Hisaishi articula el score alrededor de tres bloques temáticos muy bien definidos que argumentan los sueños y las esperanzas de los protagonistas. La obra se inicia con una espectacular obertura (“Journey/Dreamy Flight”) que describe el sueño del protagonista, un pasaje donde el compositor aplica una sencilla y desenfadada melodía para describir la enorme belleza de los aviones y su onírica relación con el ingeniero Caproni, estamos ante el leitmotiv de Jiro, un motivo acometido por la guitarra, la mandolina y el acordeón que en un fabuloso crescendo de la cuerda acompaña al amanecer en su primer vuelo. Esta melodía, de marcada influencia mediterránea, será utilizada por Hisaishi cada vez que el protagonista se sumerja en la realidad de sus propios sueños. A través de esta visión onírica de la aviación el músico propone un motivo lírico que a modo de danza (“Sister”) recrea la inocencia del joven Jiro y su sueño por diseñar aviones de combate. Hisaishi utiliza esta forma musical para describir el romántico movimiento de los artefactos voladores -escobas o castillos- dibujados por el original lápiz de su amigo Miyazaki, idea que el compositor ha utilizado en numerosas ocasiones; baste recordar las melodías para las obras, “Kiki´s Delivery Service” o “Howl´s Moving Castle”. Por tanto, la idea principal que subyace bajo este primer pentagrama de la historia (“Dertermination” o “Wind of Italy”) no es otra que la sinceridad con la que el compositor muestra los sentimientos del protagonista, y es que como dijo alguien muy sabio, ”la música nunca miente…”
Para Caproni y el férreo universo de la aeronáutica militar, (“Engineer´s Dream”) representado por la fábrica de aviones alemana Junkers, imagen de la fuerza y la despersonalización de toda una raza, Hisaishi propone un leitmotiv marcial, -Illusory Giant Machine- una de esas melodías de pompa y circunstancia que tiene en los vientos y las percusiones a los verdaderos protagonistas. No solo describe los sueños compartidos del ingeniero italiano y el joven Jiro, sino que además se sirve de el para dibujar la fuerza inconmensurable de estos sueños alados. Este rítmico y enérgico leitmotiv acompañara a Jiro en su viaje hacia el éxito, en un periplo que la música marra desde el enfrentamiento musical de esas dos ideas antagónicas, imágenes que describen de forma muy distinta el universo de Jiro y el de Caproni.
El tercer y último bloque temático de la obra está definido por la presencia de Naoko, (“Crossing Paths”), amada de Jiro y su principal inspiración. Hisaishi construye un tema lírico donde la melancólica voz del piano y la desconsolada expresión de la cuerda (“Yearning”, el mejor corte del disco) ponen voz a los sentimientos de los dos protagonistas a través de un tempo sincopado que ahoga las lágrimas de los dos amantes. La melodía fluye con nostalgia prediciendo el fatal desenlace, ya que Naoko padece la terrible enfermedad de la tuberculosis. Este leitmotiv (“Shooting Star”) puede recordar a otras melodías del autor, como las realizadas para la maravillosa partitura de ”Castle in the Sky”, uno de sus trabajos más logrados. El epílogo de ”Kaze Tachinu” es un final cíclico, es decir, empieza y termina de la misma forma, en ese lugar donde los sueños de los dos amantes, Jiro y Naoko se dan la mano participando del leitmotiv principal, (“Journey”) pero con una notable diferencia, y es que ahora el lirismo y la elegancia con la que Hisaishi orquesta la pieza rompe con la mediterránea propuesta que definía, en primera instancia, los sueños de Jiro y de Caproni. Su desarrollo, más pausado y elegante tiene como maestro de ceremonias al ingeniero italiano, que esta vez está representado por la profundidad y soledad de la trompeta.
Puede que ”Kaze Tachinu” no sea la obra más inspirada de Joe Hisaishi, quizás no, lejos quedan sus maravillosas ”Arion”, “Kikujiro” o su arrebatadora sinfonía oriental ”Princess Mononoke”, obras de infinitas melodías. Aaun así, de lo que sí estoy seguro es de que la enorme capacidad que el músico japonés posee para narrar las historias propuestas por su amigo Hayao, no ha perdido ni un ápice de originalidad. Esta es una obra de madurez, sencilla y delicada, alegre y melancólica que demuestra, una vez más, que el genio nunca duerme.
15-mayo-2014
|