Ignacio Garrido
Gracias a los excesos editoriales de las discográficas americanas, principalmente de Intrada y La la land en los últimos tiempos, los aficionados a Goldsmith podemos estar ya tranquilos en lo relativo a la disponibilidad, con ciertos márgenes temporales de seguridad, de prácticamente cualquier trabajo suyo. No solo ya de todo el material inédito en formato digital, que más tarde o temprano ha ido apareciendo y aparecerá en forma de recuperación de lps, scores íntegros o recopilaciones variadas, sino de la continua avalancha de reediciones y ampliaciones de títulos previos expandidos, ampliados, completos, descatalogados y similares. La cuarta edición de "Bandolero", como ya vaticinó este escribiente hace unos años prácticamente es una promesa en forma de disco hacia los completistas del compositor. Todo lo por el firmado se volverá reeditar una y otra vez sin asomo de temor alguno.
Pero si hay una faceta que nos excita y anima a algunos de nosotros a alabar este bombardeo de propuestas goldsmithianas es sin duda la regrabación de trabajos como "The Salamander", este sí absolutamente inédito de forma oficial desde su estreno. Tan solo un pirata de enlatado contenido ejercía el papel de píldora sustitutiva de esta destacable obra de 1981, fecha que el seguidor del músico asociará a la época cumbre de su dilatada carrera profesional en cuanto a calidad de su trabajo dentro y fuera del mainstream americano. Siendo de hecho el título aquí reseñado un ejemplo de coproducción europea que fracasó estrepitosamente en taquillas yankees.
Conceptual y formalmente "The Salamander" es la prima hermana de "The Final Conflict", la famosa tercera entrega de Goldsmith para la saga maligna del anticristo, bien recordada por los fieles del músico como la más espectacular y grandilocuente de la trilogía original gracias a un empleo coral masivo y rotundas ideas sinfónicas de gran calado stravinskyano y ecos nacionalistas rusos. En esta misma línea pero con tintes más mediterráneos (la localización de la cinta se deja notar en la orquestación y ciertas armonías del trabajo) que suavizan el tono agresivo de aquella, el inicio de la partitura no deja lugar a dudas sobre lo comentado, "The Salamander Main Titles" arranca con una robusta fanfarria de ocho notas para metales y potente percusión de inmediata filiación polifónica, piano y sutil electrónica incluidos, que dan paso a un nervioso tema de acción con todo el sabor goldsmithiano de antaño. Como inmediata continuación, "Funeral: Requiem for a General" nos retrotrae de nuevo y de modo directo a la tercera aventura de Damien y a su memorable "The second coming", con una pieza coral mixta y arabescos en la cuerda como contrapunto.
A partir de aquí arranca la acción con cinéticos pasajes que mezclan la polirritmia sincopada habitual del californiano con un sugerente misterio en el que se amalgaman efectivos sintetizadores con los efectos orquestales típicos del Goldsmith más juguetón y dinámico. En esta terna entran de lleno pistas como "Dante runs upstairs/The Surgeon", la breve y salvaje "The car chase", la violenta "Assassination Atempt" o la inquietante "Photographs/Steffi´s Abduction", de nuevo muy próxima a las ideas de "The Omen". El tema de amor hace su delicada aparición en "Dante and Lili", una hermosa melodía de adscripción inmediata al imaginario romántico del californiano que en sus manos fluye con infinidad de registros y variaciones. Dicho tema volverá a recuperarse en "Manzini" con acordeón y nítidos violines o en "Phone call to Lili", mientras que el tema central se deconstruye de modo elegante a lo largo de la estupenda "Island Adventure", la segunda pieza más extensa del score en la que se desarrolla un elaborado y sinuoso recorrido por el suspense y la intriga sin perder durante un segundo la uniformidad musical ni la narrativa dramática; un prodigioso tour de force del detalle que solo puede venir firmado por uno de los grandes.
En "Dante/Zurich/Lili" encontamos una cita al tema central y un motivo en ostinato a la "Outland" que hará las delicias del seguidor del músico con ganas de unir ideas musicales concomitantes en el tiempo de su creación, para acto seguido desplegarse un pasaje con etéreas florituras al viento y cierre con intervención del tema de amor. El dolor soterrado se plasma con elegancia sostenida en "Steffi´s dead/The mortuary", dando paso al -sin duda- instante más sorprendente del trabajo durante "Car bomb/Torture/Death of the Surgeon", una pieza construída sobre pulsátiles efectos electrónicos, reberveraciones, ecos acústicos e ideas melódicas disonantes mezcladas con malsanas intenciones que acaban por explotar en un agresivo segmento final de una virulencia arrolladora seguido de una lastimosa coda.
Como de costumbre en el compositor, la construcción in crescendo de la partitura se articula sobre la progresión temática y la gradación de la intensidad, dejando para el final los momentos más expresivos del trabajo que acontecen en los preparativos de "The Guests Arrive/After the show ended", que de nuevo suenan con similitud a los poderosos y stravinskyanos fragmentos incidentales de "Outland". Y como colofón y tutti final en "Goodbyes & End Titles" se despliega con plena sensibilidad primero el tema de amor en su aparición más exquisita, extensa y florida, encadenada de modo vivaracho a modo de breve fantasía para maderas con la fanfarria inicial, que explota en su versión más ominosa interactuando con el tema de amor hasta culminar un cierre apoteósico. Uno de esos épicos grand-finales made in Goldsmith que hacen vibrar al melómano que llevamos dentro.
Se incluyen de modo algo innecesario, aunque agradecido en cualquier caso, dos pequeños extras a modo de bonus-tracks con pequeñas suites de "El puente de Cassandra" y "Ransom", interpretadas por la misma formación orquestal y buenas intenciones complementarias, pero que poco tienen que ver con el trabajo titular y que tan solo deben entenderse como un plus por la inversión realizada, la posesión de sus derechos de edición por parte de la casa o quizás a tiempo sobrante en las sesiones de grabación que permitieron añadir estos minutos de más al producto final. Bien resueltas y con toda la calidad que destila el Goldsmith de los setenta, resultan un añadido agradable e intrascendente.
La impecable producción del disco por parte de Prometheus (desconozco los motivos por los que no han firmado este lanzamiento como Tadlow, como ya hicieran con la magistral "Lawrence de Arabia", pero sí igual que "Conan el Bárbaro"), tanto a nivel de interpretación, grabación como de presentación, consigue que la inmejorable sensación que deja su escucha se torne en salva de aplausos y fervorosa recomendación de un soberbio trabajo que hará las delicias de todos los seguidores de Jerry Goldsmith y de cualquier aficionado a la música de cine con sabor a grandeza.
25-septiembre-2013
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