Pablo Nieto
La perfección. Meta utópica e inalcanzable a la que se expone todo creador, en el momento en el que visualiza lo que quiere que sea su obra. Todo el mundo aspira a la perfección, pero muy pocos logran acercarse a ella. Sí, digo bien, acercarse, porque la idea de la perfección en sí misma es un término abstracto que bien puede decantarse por factores objetivos, o bien por una maraña de opiniones subjetivas. La perfección no es una rama de las matemáticas, por mucho que algunos se empeñen en demostrarlo. La historia del cine, nos ha regalado películas extraordinarias, imperecederas, carismáticas.... pero todas ellas imperfectas. Pero entiéndase esta imperfección como una virtud, pues en el fondo es la consecuencia lógica de la entrada en juego del subjetivismo.
"Million Dollar Baby" es una obra imprescindible de nuestros días, como "Casablanca" lo fue en los 40, "La Ley del Silencio" en los 50, "Matar a un Ruiseñor" en los 60, "Apocalipsis Now" en los 70, "Blade Runner" en los 80 y "La Lista de Schindler" en los 90. Todas ellas obras imperfectas. Todas ellas sustituibles por otras de ser otro el encargado de elaborar esta reseña. ¡Viva la imperfección!
Tenía que ser Clint Eastwood, quien nos hiciera volver a creer en la magia del cine, en su capacidad para trasladarte emocionalmente a una dimensión intermedia entre la realidad y la ficción. "Million Dollar Baby" es una película brutal. Un film que te golpea sin piedad cuando menos te lo esperas. Sincero y directo. Sencillo, pero demoledor... como los golpes de Maggie (Hilary Swank), una humilde chica entrada ya en la treintena y que ha visto como toda su vida ha sido un fracaso (familiar, personal, profesional...) que se plantea como meta ser boxeadora. Para ello, intenta que la entrene Frankie (Clint Eastwood), un viejo entrenador al que la vida continuamente le da revolcones (la joven promesa a la que entrena se va con otro manager y gana el campeonato... o su propia hija, con la que no consigue hablar desde hace años). Y entre medias de ambos Eddie (Morgan Freeman), un viejo boxeador que ahora se encarga de cuidar del gimnasio de Frankie.. al que años atrás también tuvo como entrenador. Y sí, la vida ha sido igual de perra con este como con Frankie y Maggie.
Tres historias que se entrelazan. Tres historias de perdedores. Tres historias que nos presentan lo cruel que puede llegar a ser el destino.
Narrada con sencillez, dirigida con maestría, interpretada con pasión y talento. "Million Dollar Baby" es el perfecto ejemplo de lo cerca que se puede llegar de la perfección.
Algunos estaréis pensando, que todo ese rollo de la perfección que os he contado, es la excusa perfecta para criticar la partitura escrita por Clint Eastwood para su film. Pero no... puesto que musicalmente hablando la calidad artística no condiciona en absoluto la valoración final de "Million Dollar Baby". Perdonad mi insistencia, pero la perfección no existe, y aunque John Williams hubiera escrito una pieza inolvidable de "Americana" en la línea de "Cuando el Río Crece" o Ennio Morricone hubiera compuesto una partitura con las cuerdas y los solos de voz femeninos de la Edda Dell´ Orso de turno, lo único con lo que quizás nos podríamos encontrar es con un acortamiento de las distancias…
Dejando a un lado todo esto, conviene analizar el score de "Million Dollar Baby", desde dos prismas diferentes: (1) las necesidades musicales del film; (2) la formación de Clint Eastwood como compositor.
En el primer caso, nos encontramos que la música cumple con el requisito de la sencillez. Es un 2 + 2 en construcción armónica, melódica y rítmica. No hay alardes, y eso ayuda al film. Pero es aquí donde entra en juego el factor Eastwood, el segundo punto, y es que esa sencillez es todo un ejemplo de aprovechamiento al máximo de los limitados recursos como compositor de Clint. Al film le viene de perlas esta partitura, pero de haber necesitado otra, Eastwood se habría visto superado como ya pudimos comprobar en "Mystic River".
No sabemos qué habría pasado, de haber delegado este en el bueno de Lennie Niehaus, ni tampoco si le hubiera encargado el score a un músico profesional, pero con toda seguridad la banda sonora habría salido ganando sin perder de vista el referente de la sencillez.
Entrando ya en el comentario del disco, nos encontramos con un primer corte, "Blue Morgan (Opening Titles)", con el que también abre el film. Es un blues construido en torno a punteos de guitarra y que acompaña los primeros compases de la narración en off de la historia por parte de Eddie. Al final de la película descubriremos, que en realidad no estamos ante una narración, sino ante la lectura de una carta que el propio Morgan ha escrito a la hija de Frankie, contándole quien era su padre, y sobretodo la historia de Maggie. Es el tema de Frankie, y será repetido en cortes como "Driving", "Frankie´s Office" (aquí con un piano en sustitución de la guitarra) y en los "End Credits", donde comparte espacio con el tema principal de la película: el tema de Maggie.
Suena a perogrullada, pero el principal valor del tema de la boxeadora es la sencillez. Piano, cuerdas y un ritmo reposado y tranquilo son los elementos fundamentales de esta melodía típica de Eastwood. Escuchado por primera vez en "A Nicce Viewing", será repetido en "Pick Up Money", "Nice Working with You", "The Letters" (con un interesante punteo de guitarra), "Deep in Thought" y "There are Amateurs".
Junto a estos dos temas de personajes, nos encontramos dos temas de decisiones. Por un lado, una dramática elegía para cuerdas que hace acto de aparición una vez que se produce el giro dramático de la trama, y que nos hace pasar de una hermosa y entrañable historia de superación y amistad, a un doloroso drama con la entrañable boxeadora tetrapléjica en una cama.
Cortes como "Maggie´s Plea" y "Lethal Dose", acompañan las inolvidables secuencias en las que esta le pide a Frankie que acabe con su vida, al mismo tiempo que ella intenta suicidarse por su cuenta. Es la decisión de morir.
Por otro lado esta la decisión que ha de tomar Frankie, de ayudarla o no ayudarla, y para ello Eastwood escribe otra elegía, pero con un aire más evocador y menos dramático que en el anterior motivo, como tratando de reivindicar el valor de la amistad surgida entre Frankie y Maggie. Un tema que bebe y mucho, del Ennio Morricone de "Érase una vez en América". Podemos escucharlo en "May Have to Lose It", "Frankie´s Dilemma" y "Frankie´s Decision".
No podemos concluir, sin hacer mención a los cortes "Boxing Baby" y "Blue Dinner", donde Kyle Eastwood y Michael Stevens, escriben dos temas cuasi-diegéticos, en clave de blues americano y blues con referencias al jazz, que rompen un poco la linealidad y el tono grave de la partitura.
No será "Million Dollar Baby" un score que sea recordado por sus valores musicales, o su capacidad para emocionar, pero eso no significa que no deba ser defendida su eficiente funcionalidad y por haber captado (teniendo en cuenta las razones aportadas anteriormente) la verdadera esencia del film: la sencillez.
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