José-Vidal Rodriguez
Cuando en 1974 Roman Polanski escuchó el LP con la grabación de "Structures for String Orchestra" y "Music for Wind, Brass & Percussion", dos piezas obra de Philip Lambro, supo al instante que este avezado ejercicio avant garde podría ser el fondo sonoro perfecto para su proyecto cinematográfico más ambicioso hasta aquel momento, la mítica "Chinatown". Mucho se ha hablado de una cinta cuyo tortuoso rodaje desquició a más de uno, con continuos desplantes de dos divos como Faye Dunaway y Jack Nicholson (que incluso abandonó en más de una ocasión el stage para atender a los partidos de Los Angeles Lakers), y un sinfín de desencuentros entre el director parisino y el productor de la cinta Robert Evans. Pero dentro de esta marabunta de despropósitos, curiosamente fue el apartado musical uno de los pocos aspectos en los que Polanski encontró el apoyo expreso de Evans.
Pese a que la corta experiencia en el cine de Philip Lambro (tan sólo cinco partituras jalonan su curriculum) pudiera hacer dudar de su valía en el medio, su máximo aval residía en la consistencia de su discurso contemporáneo y su adecuación a la opacidad de este oscuro relato de cine negro moderno. No en vano, tras escribir y grabar la partitura, cineasta y productor quedaron satisfechos con los poco más de 20 minutos que al compositor le fueron encargados. Pero he ahí la imprevisibilidad de un Hollywood repleto de sorpresas y caprichos. En uno de los primeros screenings previos al estreno, con la plana mayor de la Paramount presente y Polanski acompañado de su amigo Bronislau Kaper, llegaría el desastre para un Lambro que se encontraba grabando bloques adicionales del score. Pese a la buena acogida de casi todos los asistentes, fue Kaper el que advirtió a Polanski de las supuestas carencias de la partitura, siendo especialmente crítico con sus últimos bloques, cuyo tratamiento en clave oriental consideraba erróneo y fuera de lugar. El director confió en las indicaciones de su amigo personal, y Lambro fue apartado del proyecto sin posibilidad de justificar o corregir su trabajo. El resto de la historia musical de "Chinatown" es bien conocida por la mayoría de los aficionados. Con tan sólo diez días para escribir y grabar un nuevo score, el maestro Jerry Goldsmith hizo gala de su talento al componer en tiempo record lo que a la postre sería una de sus obras más memorables, dotando al filme de una deliciosa personalidad sonora que encontraba su mejor baluarte en un tema central pleno de elegancia y sensualidad. El merecido premio a esta delicatessen cocinada a contrarreloj, vendría de la mano de una nueva nominación a los Oscar para el californiano, infructuosa eso sí ante la cantada victoria de Nino Rota y Carmine Coppola por su labor en ”The Godfather Part II” .
Así las cosas, sólo puede calificarse de única la oportunidad que nos brinda el sello Perseverance con la publicación del score rechazado de Phillip Lambro. Rescatado de unas grabaciones personales del autor, el álbum ofrece la posibilidad de comparar dos interpretaciones musicales sobre un filme de culto, deparando ambas instantes de incontestable calidad. Mientras Goldsmith se mueve por senderos brillantes aunque no exentos de cierto convencionalismo (su mirada, fuera de los bloques de suspense, parece ceñirse ante todo a esa relación entre detective y cliente que traspasará los márgenes mercantiles), la aproximación de Lambro resulta sin duda arriesgada, centrando por contra su discurso en los aspectos más oscuros del magistral guión de Robert Towne, con cabida para elementos tales como la corrupción, el abuso de poder, la sequía de un Los Ángeles camino de convertirse en desértico o incluso el incesto sufrido en el pasado por el personaje de Evelyn, hecho éste fundamental en la trama. Es precisamente esta mirada a la turbiedad del relato la que explica el lenguaje de un Lambro que, dentro de un tratamiento tonal, apuesta sin embargo por un molde de disonancias y timbres contemporáneos que conviven a su vez con otro bloque melódico adscrito a la tortuosa relación de la pareja protagonista.
Aunque Lambro maneja una mayor agrupación orquestal que la utilizada por su colega (quien redujo su paleta a cuatro pianos, una trompeta, cuatro arpas, dos percusionistas y una reducida sección de cuerdas), ambos coinciden sin embargo en la creación de un excelso tema central no exento de similitudes formales. El solo de trompeta, con un acompañamiento de música ligera propio de los años 30, preside la exuberante frase que quedará asociada a Jake y Evelyn que, en el caso de Goldsmith, copa gran parte de su partitura convirtiéndose en una de las creaciones más conocidas de su filmografía. Lambro reserva la aparición de su tema principal a instantes más puntuales, alcanzando sus cotas de mayor expresividad en la exquisitez del piano y cuerdas del “One Night with Evelyn”. Por ello, lo que realmente diferencia el ideario de ambos autores, no es sino la peculiar visión lambroniana de un entorno corrompido y de tintes innombrables (recordemos la mítica frase final ”Forget It, Jake. It´s Chinatown”), aspectos estos que anticipa mediante los ásperos contrapuntos que acompañan ya de entrada los “Main Titles”. Esta propuesta firme por la música disonante continúa en casi la totalidad del score, toda vez que Lambro propone una atrevida apuesta tímbrica y explota con esmero clichés vanguardistas (los efectos percusivos del “Noah Cross”, los guiños atonales del “Mailing Hollis”), fortaleciendo así la sensación de sordidez de una historia y unos personajes que nunca podrán tener final feliz.
La parte polémica del score de Lambro, que convirtió a la postre su trabajo en baldío forzando su salida del filme, viene conformada por los cortes “Welcome to Chinatown” y “End Titles”. Cuando la conclusión del relato se acerca y la acción se desplaza al barrio chino de Los Angeles, el compositor peca del convencionalismo que precisamente había evitado con su arriesgada parte inicial. Lo cierto es que la introducción de un nuevo motivo de timbres orientales rompe el climax de suspense que había presidido la cinta hasta el momento, teniendo en cuenta además que tanto Towne como Polanski planifican un desenlace en el que no es tan importante el “dónde”, sino el “por qué”.
Con sus virtudes y defectos, el score de Lambro revela una personalísima visión del género que no debería pasar desapercibida al aficionado, máxime tratándose de una cinta de la trascendencia de este “Chinatown”. Gran acierto también del sello Perseverance al completar el álbum con las mencionadas "Structures for String Orchestra" y "Music for Wind, Brass & Percussion", las piezas que sirvieron al compositor para entrar en un proyecto del que luego salió por la puerta de atrás. De indudable influencia en el encargo cinematográfico, cabe destacar dentro de las mismas los interesantes juegos anárquicos a las cuerdas del “Lively” y su traducción a los metales en el “Allegro con fuoco”.
19-abril-2013
|