Miguel Ángel Ordóñez
Uno de los primeros Horner, allá por 1983, momento del despegue del genio californiano gracias a “Krull” y “Brainstorm”, tras unos inicios interesantes de la mano del productor Roger Corman (“Battle Beyond the Stars” y “Humanoids from the Deep”), ve la luz de manera oficial tras dos ediciones fantasmas, la de la rumana Vivo Music (que incluía “In Country”) con un flojísimo sonido y una suite de 9 minutos y medio que se incluía en la de Natty Gann Records (sic) junto a “Honey, I Shrunk the Kids”.
La espera no ha merecido la pena, desde luego. Por varias razones. Primero porque la edición que realiza Cinefonia Records (recomiendo su revista, una de las mejores del mundo en cuanto entrevistas, editada en francés) es de una tirada limitadísima y su adquisición hoy día una utopía. Segundo, porque esta edición se ha convertido en uno de los mas oscurantistas episodios de la oferta musical cinematográfica. Puesta a la venta en la página oficial de Cinefonia (www.cinefonia.com), fue retirada de la misma a las pocas semanas debido al uso poco ético de ciertos compradores que conseguían varios ejemplares que acto seguido ofertaban en la página de Ebay, alcanzando la venta cifras astronómicas. Enterados de dicha manipulación, los directivos de Cinefonia optaron por restringir la venta a una petición expresa por mail a su página, retirando toda referencia a la misma (de hecho, solo al adquirir la revista se anunciaba la venta del CD).
La cuestión final es que esta edición se ha convertido en pieza de auténtico coleccionismo, cuando en realidad, y eso es lo peor de la misma, el material que recoge es el ya editado, de manera pirata, por aquellas compañías fantasmas que en el fondo son el auténtico azote de este negocio. Digo lo peor, porque la calidad del sonido no es que se haya mejorado en absoluto. Frente a un sonido aceptable de la larga suite inicial (“Testament-Full theme”) que recoge un compendio de los temas del disco, el resto del cuerpo sonoro tiene un sonido deficiente, con mezclas de audio muy bajas y con ligero rastro de fondo. Para paliar este defecto, Cinefonia ha encargado al productor Magali Nguyen-The, la orquestación y realización de cinco suites, música de cámara para cuatro instrumentos, que recogan el trabajo de Horner con una calidad de sonido impecable. Pero claro aquí entramos en la eterna discusión: score original - score arreglado. Indudablemente, lo primero. Por último la edición se cierra con los títulos de crédito finales para “Volunteers”, comedia realizada en 1985 donde la orquestación se vuelve exótica en un tema de raíz mas épica que cómica.
Por lo que respecta a “Testament”, se circunscribe a ese tipo de trabajos donde Horner crea una música íntima, apoyada por pocos instrumentos, alejada de sus fastos sinfónicos. Vienen a la cabeza títulos posteriores como “Jack, the Bear”, “House of Cards” o la reciente “Iris”. Un mundo post-apocalíptico sirve de base argumental a un trabajo compuesto para dos violines, un vibráfono, un clarinete y una flauta, una trompa, arpa, celesta, piano y coro. La trompa, en tono elegíaco, es el invitado especial en el “Main Title” y en el corte “Despair”. Junto al uso del silencio se convierten en el punto de apoyo de Horner para mostrar el sentimiento de abandono que sufren los protagonistas del film.
Un tema central más jovial emerge en “The Bicycle”, el corte más optimista de la grabación, donde la madera introduce una melodía gentil, conectada a la esperanza (“Remembering Tom”).
Una tercera idea fluye en el uso de coros en “Finding Dad” con acompañamiento de arpa, una nana trágica y de aspecto infantil, que acaba conectada con la idea inicial de abandono en la introducción de la trompa, mientras adquiere un sabor mucho más trágico en el corte “I Want My Dad”, con empleo de escalas marca de fábrica del compositor.
Con la ausencia casi por completo del piano, básico en scores de pocos instrumentos, Horner intenta ofrecer una visión apagada, alejada de toda esperanza, de una sociedad abocada al olvido que lucha por sobrevivir, por partir de cero, ajena a un pasado mejor. Es decir, que como sociedad cerrada, el tratamiento musical que se respira es en cierto modo, parecido al de “The Village”. Pero ni el primer Horner, ni el último, se acercan por asomo al actual James Newton Howard.
|