Pablo Nieto
Miedo, dolor y locura. Sobre esos parámetros hemos asistido al viaje redentor de un niño que presenció el asesinato a sangre fría de sus padres, del veinteañero adolescente confundido por la atracción de una revolución tramposa y megalómana, del héroe admirado y odiado buscando su paz interior a través del perdón y la admiración de un pueblo tan necesitado como egoísta. El miedo como motor de superación, el dolor como consolidador del sentimiento humano, la locura como atrayente sinrazón de una sociedad sin un referente, sin héroes, tierra de cultivo de un mal omnipresente y representado a través de formas diversas, llamémosles Rhas al Gul, Joker o Bane. Resulta imposible realizar una aproximación de este Dark Knight sin acudir a su exégesis y entroncarlo con ese final, epílogo necesario del murciélago que se convirtió en mariposa, dejando cerrado todos los episodios, cesión de testigo incluido y decidiendo que no hay mejor para florecer en el mundo que la ciudad paraíso construida alrededor de Il Duomo.
Christopher Nolan nos ofrece la resolución de este rompecabezas, mucho más irregular que la presentación y el nudo, mostrando ciertos signos de agotamiento en uno de sus fuertes como es el montaje, aquí impreciso e incapaz de llegar a cotas precedentes. Pero esta falta de oxígeno para hacer nueva cumbre en el Everest, no impide que el director británico alcance otras cotas de su particular Himalaya no menos interesantes, fijando su cámara en Bruce Wayne para lograr esa necesaria empatía con el espectador hasta ahora inexistente, dando el trato justo y digno que históricamente se le ha negado a Robin o, dejando al lado la precedente visión absurda y sadomasoquista, apostando por Catwoman como el alma gemela de un héroe que busca su redención en una ciudad sin valores y en decadencia.
Y si "The Dark Knight Rises" trata sobre la redención de Wayne, sobre su liberación personal, sobre su decidido abandono de la máscara, no podemos sino destacar las abundantes similitudes con el enfoque que del proyecto lleva a cabo Hans Zimmer. Si bien la dualidad con Newton Howard nos trajo momentos indudablemente brillantes, el traje resultaba demasiado estrecho para ser compartido, de hecho el compositor angelino siempre pareció sentirse como un convidado de piedra, como un simple colaborador, más que como el co-autor, excesivamente tímido y frió en sus soluciones musicales y sin la inspiración de antaño que tanto está dañando su trayectoria en estos tiempos.
No hace justicia el disco a la monumental propuesta de Hans Zimmer, ambiciosa y con puntos de genial megalomanía, acudiendo a las redes sociales para construir el "cántico de Bane", ese primitivo y omnipresente grito “Deshi Basara - ¡Levantarse” con cientos de voces de internautas, defendiendo con imposibles crecescendos el denostado tema de Batman y las dos notas que retumban en Gotham, demostrando una exquisita sensibilidad para dibujar a Catwoman y que, por supuesto, sigue en plena forma a la hora de transformar las percusiones, moldear la orquesta e insertar cientos de modulaciones electrónicas para dibujar como ningún compositor es capaz hoy en día, las secuencias de acción. Timbre e intensidad, ese es Hans Zimmer.
Hablábamos del cántico de Bane, omnipresente en las más de dos horas y media de película, pero su aplicación no es exclusiva de este terrorista urbano, sino que Zimmer, hábilmente, se sirve del mismo para subrayar la recuperación de Bruce Wayne, su bajada a los infiernos en prisión y su posterior alzamiento. Y es que al igual que éste se enfrentó a su miedo a los murciélagos, convirtiéndose en uno de ellos, para derrotar a este nuevo villano que le obligará a revisitar su pasado en la Liga de las Sombras, deberá pensar como él y repetir incesantemente su kharma, ese “Deshi Basara” que el coro y las pétreas percusiones martillean incesantemente durante todo el score en esta batalla final contra su verdadero némesis: el miedo.
La edición discográfica nos permite aproximarnos al mismo en cortes como la portentosa e inquietante “Gotham´s Reckoning”, fragmentos claves del intenso “The Fire Rises”, llegando a entremezclarse con el tema de Batman en el vibrante enfrentamiento entre el héroe y el villano de la caótica “Fear Will Find You” y por supuesto convirtiéndose en un binomio indisociable de la redentora reaparición de Batman para liberar Gotham en “Imagine the Fire”. Precisamente estos tres últimos cortes, nos remiten forzosamente a la quintaesencia zimmeriana de la música de acción, ecos reminiscentes de los vibrantes “Molossus” o “Antropous” de "Batman Begins" o “Like a Dog Chasing Cars” del film precedente.
“Despair” es otra pieza en la que merece la pena recrearse. Piedra Rosetta de la trilogía musical del caballero oscuro, donde Zimmer acentúa musicalmente su denostado tema de dos notas para Batman, llevando al límite el crescendo de los metales, en una pieza en constante movimiento gracias a los efectos de sonido de nuevo reivindicados por el compositor, con esa simulación del aleteo del murciélago, antes de dar paso a la decidida intervención de the bat, el vehículo aéreo que sustituye al Batmovil, donde el rotor de sus hélices tienen también su sofisticada puesta en escena musical.
Zimmer consigue dotar de la dosis adecuada de misteriosa sensualidad al personaje de Catwoman/Selina Kyle y aunque en el disco apenas lo podamos apreciar en “Mind If I Cut In?” y un pequeño apunte compartiendo plano con la elegía del tema de los Wayne en “Nothing Out There”, su labor será mucho más apreciable durante la película potenciando esa subtrama protagonizada por ella. Un tema construido a base de piano y cuerdas, especialmente solos de viola y violines, acompasados al tempo que marca el sonido de una cadena, representación metafórica del valioso collar de esmeraldas sustraído a Bruce Wayne por Selina y que supone el primer encuentro de este binomio protagonista.
No menos protagonismo que Catwoman tendrá durante el film la figura de John Blake, a la postre Robin, sin embargo Zimmer opta por huir de asociaciones melódicas del personaje que puedan desviar la atención del espectador y aliarse con Nolan guardando silencio sobre su identidad para causar mayor impacto en el post-finale. Por ello, tanto en la primera parte de la cinta, donde asumirá el peso de la investigación, como en la segunda, héroe de la resistencia de Gotham en la épica conclusión, lo integrará en el universo musical de Batman/Wayne como parte de la redención de ambos y dejando, quién sabe, abierta la puerta del futuro como su necesario sustituto.
Zimmer cerrará su trilogía sobre la decadente Gotham y el héroe que la ayudará a salir de las sombras, tras haber conseguido vencer él las suyas propias, apoyándose en las innegociables reglas impuestas en el génesis de la saga, por eso no sorprende la remisión directa a “Macrotus” y “Corynorhinus” de su “Batman Begins”, recuperando la grandiosa elegía para cuerdas alargadas hasta esta conclusión y que le servirán para conseguir anudar el lazo con el que cerrar su arriesgada propuesta. Los siete minutos de “Rise” que preceden a la necesaria suite de los end credits omitida en esta edición, son todo un viaje a los orígenes, con el apoyo de la voz ahogada de niño, recuperando un lamento que llega a su fin y consolidando el tema de los Wayne, siempre presente a través de la imprescindible presencia de Alred, que ayudará a mantener viva la memoria de los padres de un hijo aparentemente sacrificado por mantenerla viva.
Podríamos encontrar muchas similitudes entre la decadente Gotham y la crisis actual que vive la música de cine, donde sólo un grupo de autores consiguen aportar algo de creatividad y talento a la zozobra y parsimonia general. Zimmer no es Batman, de hecho incluso podría reprochársele que parte de los problemas de la industria hayan sido generados por su metodología de trabajo y sus clones defectuosos, pero ironías del destino, hace falta una revolución y referentes que la encabecen y el alemán deber ser uno de ellos. Ese debería ser su reto durante su madurez musical. Mientras tanto, justo es el aplauso para este capítulo final.
10-septiembre-2012
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