Ignacio Garrido
La cualidad maleable de la música de Pascal Gaigne le permite adaptarse a las necesidades narrativas y dramáticas más exigentes sin por ello perder solvencia como creación sonora independiente al tiempo que su capacidad sugestiva va de la mano con la firma personal que la rubrica. Tener estilo y ser capaz de plasmarlo en las más diversas aproximaciones temáticas era antes “conditio sine qua non” para el compositor cinematográfico a la hora de abordar cada nuevo proyecto, pero ahora más que otra cosa resulta ser un vestigio artístico reservado para un selecto club de insobornables. Esos tiempos han pasado de largo y casi pueden darse por difuntos a manos del 5.1, el 3D, el temp-track y demás elementos comunes a la música de cine actual.
Por suerte existe ese casi que permite, cual “irreductible aldea gala”, la existencia de un pequeño segmento de autores que aguantan contra viento y marea las embestidas de la post-modernidad asolando como una tormenta de arena en el desierto todo atisbo de arte en el proceso de creación fílmica. De este modo directores kamikaze como el finlandés Ren Rinnenkagas responsable del título que nos ocupa, se pertrechan de un arrojado grupo de colaboradores con la sensibilidad por bandera, haciendo de su locura nuestra admiración y permitiendo en el apartado que nos atañe la composición musical de trabajos con entidad en su forma y fondo. En su momento era el mínimo indispensable, ahora es motivo de sorpresa y regocijo encontrar esto.
Y Gaigne lo sigue manteniendo en esta intimista historia de dos artistas que comparten viaje hacia un metafórico Edén titulada “Matka Edeniin”. El trabajo acometido brilla por su nula complacencia hacia los gustos comerciales de hoy día, así como por una reseñable aspereza cromática que deviene en una audición desafiante pero finalmente satisfactoria propiciada por un pequeño conjunto de cámara (dos violines, viola, chelo, arpa y voz solista), donde el autor de "Gordos" aborda la ilustración de la soledad con tanta firmeza como lo hace en la vertiente colorista a la que nos tiene acostumbrados. Para resaltar los aspectos emotivos algo más luminosos de la trama, el compositor se vale -una vez más- de la maravillosa voz de Amaia Zubiría, confeccionando un tema central hermoso y lánguido, cargado de lirismo y melancolía con el que se abre y cierra la partitura en las pistas "Eve´s Song" y "El Último Minuto en Edén", así como apariciones a lo largo de la misma que salpicarán cortes como "Les Cheveux D´Êve".
Momentos que transmiten una fugaz jovialidad animosa como la primera mitad de "Remelluri" o "Amistades" destacan por escasos y atípicos dentro del conjunto, contrastando gracias a su esencia rítmica y juguetona con el tono sostenido y doliente del grueso de la composición sin perder por ello coherencia interna. Sugerentes pasajes tonales tiznados de una pátina existencial como "Las Manos" y "Según Dante" desarrollan un sencillo motivo con estructura de adagio, mientras que "Paisajes Riojanos" y "Viaje a Edén" rozan el impresionismo romántico, suponiendo el contrapeso dentro del lenguaje camerístico a la aridez expositiva de temas como "Matka Edeniin" o "Los Santos", prácticamente estudios de disección emocional del dolor de más ardua asimilación pese a la consistencia en sus formas para el oído veleidoso con ansias de tarareo.
Otros instantes más discutibles de inclusión en la edición discográfica (un cuidado digipack con notas del director y el compositor) por su escasa aportación a la misma son "Cámara Oscura" o "El Último Fuego", que sólo consiguen redundar en terrenos ya expuestos con anterioridad. Con todo, éstos son los menos y la homogeneidad de la obra -pese a quizás un exceso de duración del cd- no se resiente en demasía por su aparición. Igualmente destacable por motivos opuestos resulta la aparición de la pieza "Shen", una creación previa de Gaigne para chelo y electrónica que se emplea dentro del film como curiosa referencia metalingüística. Sorprendente, ecléctica y desafiante, cercana a la música concreta, esta larga composición de más de trece minutos ejemplifica el carácter multidisciplinar así como la variedad de registros que es capaz abrazar un músico que deja entrever en fragmentos como éste talento, inquietud y amor hacia su profesión. No es poco.
11-octubre-2011
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