Manuel E. Díaz Noda
Michael Giacchino parece querer competir en productividad y versatilidad con Alexandre Desplat. En un año en el que ya nos ha regalado partituras como la trepidante “Cars 2” o la emotiva “Super 8”, y a la espera de escuchar los resultados de “Mission Impossible. Ghost Protocol” o “John Carter”, ya para el próximo año, ha sacado tiempo para componer una pequeña pieza, discreta y humilde, que no va a poder competir con las anteriores en cuanto a divulgación y repercusión, pero que sí es lo suficientemente estimable como para dejarnos un buen sabor de boca, “Monte Carlo”.
Pese a la diversidad de estilos que podemos apreciar en estos trabajos, hay dos elementos que las unen de manera particular. En primer lugar, su carácter cinéfilo, demostrando el bagaje particular del compositor. En todas ellas Giacchino ha puesto su mirada en compositores clásicos como John Barry (con los guiños a Bond y otras partituras de películas de espionaje de los años 60 creadas por el músico británico), John Williams (referencia ineludible en “Super 8”, debido al homenaje que rinde J. J. Abrams a Steven Spielberg, pero también a otros compositores que dejaron su sello en la década de los 80) y Henry Mancini (su elegancia y estilo jazzístico impregna la partitura de “Monte Carlo”). En todas ellos, Giacchino tiene la capacidad de extraer la esencia de las señas de identidad particulares de estos artistas, pero sin caer por ello en la mera imitación o cita, aportando también su propia sensibilidad.
El segundo elemento que emparenta a estas partituras es la lealtad que el compositor mantiene con sus colaboradores habituales. Desde que en 2004 le fuera encargada la partitura de “Los Increíbles” (curiosamente, otra obra de fuertes ecos al James Bond de Barry), Giacchino se ha convertido en un colaborador habitual de la Pixar, siendo además el único en entregarle al estudio un Oscar a Mejor Partitura Original (Randy Newman ha obtenido dos hasta la fecha, pero ambos en la categoría de Mejor Canción, mientras que Thomas Newman sigue a la espera de que la Academia se digne a reconocer su trabajo). De la relación del músico con J. J. Abrams no es necesario hacer mayores comentarios. A este cineasta le debe gran parte de su éxito gracias a la huella dejada en la pequeña pantalla con “Alias” o “Perdidos”, dos trabajos que le abrieron las puertas de Hollywood, y a los que han acompañado también largometrajes de éxito como “Misión Imposible 3” o “Star Trek”. Finalmente, “Monte Carlo” es su segunda colaboración con Thomas Bezucha, después de coincidir previamente en “La Joya de la Familia”, una película de 2005 protagonizada por Sarah Jessica Parker, Diane Keaton, Claire Danes o Rachel McAdams.
El problema es que cuando hablamos de la Pixar o J.J. Abrams, lo hacemos de dos relaciones bien afianzadas en la industria, que aportan a Giacchino un importante estatus dentro de la jerarquía de compositores de Hollywood, mientras que la carrera de Bezucha, como quien dice, acaba de comenzar y ya está en recesión. Procedente del mundo de la moda, el director consiguió llamar la atención con “Big Eden”, una cinta independiente que él mismo guionizó. Este salto le permitió gozar de un reparto de lujo para su segunda aventura cinematográfica, “La Joya de la Familia”, cinta irregular, pero que obtuvo cierta repercusión gracias a su plantel femenino. Sin embargo, el interés que pudiera haber alcanzado su filmografía anterior se desinfla notoriamente con “Monte Carlo”, una comedia juvenil, bastante convencional, e ideada para el lucimiento de su trío de actrices protagonistas, especialmente la nueva niña mimada de la Disney, Selena Gómez, estrella de la serie “Los Magos de Waverly Place”, a la que acompañan también Leighton Meester (“Gossip Girl”) y Katie Cassidy (la nueva versión de “Melrose Place”).
La partitura de Giacchino es una composición de carácter nostálgico, de influencia jazzística en diferentes variantes (Big Band, Swing, Beat y algún toque Latino), dinámica, fresca y agradable de escuchar. Dentro de la película apoya el tono ligero de la comedia y da ritmo y elegancia a las secuencias que acompaña. La edición discográfica está compuesta por un total de 40 temas, muchos de ellos de corta duración, lo que puede afectar a la escucha aislada de la música, que resulta entrecortada y con poco desarrollo de muchos de los tracks (algo que también sucedía en “La Joya de la Familia”, aunque en el caso que aquí nos ocupa se echa de menos una suite que englobe y concretice mejor la partitura), pero a su favor podemos apuntar la variedad melódica y el carácter alegre y juguetón de la composición.
La partitura está dominada por un tema principal para piano y cuerda, cuya sencillez le permite múltiples variaciones a lo largo de la composición, sin llegar a ser reiterativo o pesado. Éste sirve así de hilo conductor de la historia, aportando al conjunto un carácter dulce, ensoñador y emotivo que define a la protagonista, Grace (apuntado desde el mismo arranque del disco con “Graceful Exit”, pero mejor definido en el corte 4, “Feeling Eiffel”). A su alrededor encontramos múltiples subtemas que son los encargados de dar variedad, dinamismo y colorido a la partitura. Composiciones como “The Full Monte Carlo”, “Junk in the Trunks”, "Of Another Color”, “Chasing Emma”, “Cordelia Arrives”, “Missing Links” o “Protection and (Room) Service” animan el cuerpo central de la partitura, dando muestras de la versatilidad de Giacchino y su capacidad para dinamizar las imágenes de manera elegante y fresca. Resulta una lástima que algunos de estos temas sean tan cortos, dejándote prácticamente con la miel en los labios.
En general, “Monte Carlo” es una partitura de poca trascendencia, modesta en su planteamiento y ambiciones, pero no por ello desdeñable. En su sencillez radica también su encanto y, aunque difícilmente vaya a ser recordada dentro de unos años ni siquiera por lo fans acérrimos de Michael Giacchino, sí nos proporciona un placentero interludio musical en la filmografía de un compositor acostumbrado ya a ligas mayores.
8-septiembre-2011
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