Frederic Torres
Dentro de la imparable dinámica de recuperación efectuada sobre la obra de Jerry Goldsmith en los últimos años por los diversos (y no demasiado numerosos) sellos discográficos especializados existentes, articulada entre el lanzamiento comercial de partituras inéditas y la reedición de otras tantas en un formato expandido, ésta pertenece al primer grupo y nos retrotrae a un Goldsmith primerizo dado que la película fue dirigida por Delbert Mann en el ya lejano 1963. El film, ya en su momento un vetusto drama castrense con Rock Hudson como principal reclamo (narraba las “estresantes” circunstancias tanto laborales como personales/familiares que conllevaba la responsabilidad de ser un oficial de rango en el Alto Mando Estratégico Militar del ejército de los EEUU, convertido –unilateralmente- en “policía del mundo”), estaba imbuido del espíritu realista con que su director (que se hizo con cierto prestigio gracias el oscar que lograra con “Marty”, famoso film considerado la cima del neorrealismo norteamericano que consagrara, a mitad de la década de los 50, a Ernest Borgnine por su costumbrista interpretación) se empeñó en tratar las líneas argumentales de sus films, intención loable si bien poco lograda dado que si la película con la que consiguiera renombre conectó con la audiencia de entonces, identificando y mostrando los problemas del americano medio gracias a esos propósitos realistas incrustados en el tratamiento dramático de la historia, el proceso de identificación no funcionó en esta ocasión dada la condición elitista del personaje protagonista de la (antipática) historia.
En este contexto, la partitura de Goldsmith, cuya carrera despegaba por aquellas fechas (el año anterior, 1962, había obtenido la primera nominación al Oscar por su excepcional “Freud”), se articula en torno a las dos vertientes fundamentales del continente y del contenido que ofrecía el film encontrándonos, por un lado, con una parte fuertemente militarizada (con uso de una marcial percusión constituida básicamente por la caja y los timbales) y otra más dramática, de mayor lirismo, dedicada a los aspectos personales/amorosos de la trama. Así, el ritmo sincopado, de fuerte acompañamiento en la percusión, que desemboca en un crescendo generador de la tensión nerviosa necesaria para el arranque del film (“Alert and Main Title”) nos indica las pautas de esa sección de la partitura que, además, incorpora como motivo musical el creado para el logo de la Universal (productora de la película) escuchado al inicio del film (“Trademark and Prologue”) y que a partir de entonces se convertirá en la música oficial de la marca de estos estudios durante un extenso periodo de tiempo. El dato trasciende la pura anécdota, entre otras cosas, porque al ser el motivo musical central de la partitura lo encontramos a lo largo y ancho de toda la parte dedicada a los aspectos paisajísticos de la trama (la dedicada a los más puramente relacionados con la acción –“Carmody A.F.B.”, “Green Flash Alert”, “Fueling Around”, “Out of Contact”, etc.-), con lo que tiene un interés musical mayor que el del puro coleccionismo que, en principio, atendería tan solo a la incorporación a la discoteca de un inédito del compositor por el mitómano plus de ser aquel trabajo en el que el compositor compusiera la mencionada música del logo de la Universal.
Ante tan dinámico arranque musical no es hasta el dúo formado por “Victoria´s Arrival” (con el tema de amor en la cuerda, solo de violín incluido) y “Do Not Disturb” (que llega a ofrecer un delicado acompañamiento de piano) que la trama fílmica permite introducir un pequeño paréntesis de características más intimistas, lo que dosifica el relato (musical) expuesto hasta ese momento. Se trata de un pequeño aperitivo que tras un nuevo bloque de extrema tensión que culmina con “Flaps Up Landing”, de mayestática gravedad, se sumerge definitivamente en el tono dramático de características más vitales que el film pretende, tal como muestran “Fowler´s Accident” y “Victoria´s Plea”, incorporando numerosos solos de la madera (oboe, flauta), cuerda (violín) o metal (trompeta). En este sentido “Therapy” se convierte en el fragmento más complejo del bloque por cuanto establece unos juegos tímbricos con el piano que culminan en un desasosegante scherzo tras haber pasado por el solo de clarinete. Dicha sonoridad peculiar destaca también en “Seating in Out”, antes que la acción más marcial retorne momentáneamente en “It´s an O.R.I.” (en la que la presencia de la caja, los timbales y el xilófono es determinante), volviendo al dramatismo con “Hospital Beat” que, sin embargo, deriva hacia el costumbrismo (con el clarinete nuevamente de protagonista) para finalizar con el tema de amor.
Dicho costumbrismo está presente también en “Surprise Encounter” o en alguna pincelada de “Broken Date” y se muestra finalmente en el “End Title” (relacionado equivocadamente en la carátula trasera del disco puesto que dura unos cuantos minutos más de los indicados), como el desenlace más resolutivo para finiquitar el relato (al que además el compositor se ve obligado a incorporar algunos elementos humorísticos –de origen castrense-, como expresión de la feliz resolución de los conflictos personales de los protagonistas), antes de concluir con el tema de amor.
En definitiva, el aficionado agradecerá la edición debido a los criterios esgrimidos, propios de la idiosincrasia del coleccionismo, a saber: título inédito recuperado, peculiaridad mitómana relacionada con la aparición del motivo musical que diera lugar al empleado con el logo de los estudios y puro completismo. Lo que no será óbice para que aquel que simplemente pretenda acercarse y probar con la escucha de un clásico de estas características pueda, perfectamente, hacerlo, siempre que se sea consciente de la existencia del contexto expuesto. De cumplirse, además, esta última condición, podrá disfrutarse aún con mayor delectación una partitura comercial tan diáfanamente estructurada como ésta.
29-noviembre-2010
|