Frederic Torres
Con un retraso ciertamente notable en su edición si nos atenemos a la calculada planificación con que se producen los lanzamientos de las aparatosas superproducciones hollywoodienses, estudiadas hasta en sus más mínimos detalles y que habitualmente abarcan, claro está, a la banda sonora original del film en cuestión, se evidencian los problemas para ver la luz comercial que el score de John Debney para esta segunda parte del robótico personaje de la Marvel ha debido sufrir, pues a su ninguneada aparición discográfica (por su desubicado lanzamiento temporal) cabe añadir una pobrísima presentación comercial que no va más allá de la correctamente espectacular portada de la carátula del disco y poco más. El aficionado ni siquiera encontrará las cuatro fotografías de la película en blanco y negro de rigor para el sencillo interior de la doble hoja que conforma la carátula (al estilo de una antigua edición de Varèse), aunque sí contará (¡qué menos!) con el tracklist correspondiente pese a lo decepcionante del diseño de la presentación que lo repite (en la parte posterior de la carátula delantera y en la trasera del disco) para rellenar el ya de por sí escaso hueco informativo/gráfico ofrecido.
Está claro que, en esta ocasión (como en alguna otra, caso del “Spider-man 3” de Christopher Young), la lucha entre los propósitos creativos y los comerciales con la productora de turno (en este caso la Marvel) ha inclinado la balanza a favor de la edición (hasta en tres formatos distintos) del soundtrack con las canciones escuchadas en la película (debidas mayormente al grupo rock AC/DC) en detrimento de la música incidental de la misma, por lo que Debney ha debido de luchar de lo lindo, junto a Jon Favreau, también director de esta segunda parte del superhéroe metálico y productor de la edición discográfica, por ver su partitura finalmente en el mercado. Desde esta perspectiva cabe valorar dicho esfuerzo notablemente, sobre todo por cuanto el resultado final se ha saldado con la consecución del objetivo propuesto dado que el disco ha llegado finalmente a manos del aficionado, circunstancia que no siempre concluye así. Ahora bien, todo y ser un trabajo profesional y bien realizado (en el sentido del buen ensamblaje efectuado entre música e imágenes), la partitura únicamente destila, tras su audición discográfica, poco más que una adecuadísima corrección creativa que demuestra, una vez más, la indiscutible profesionalidad del compositor en un grado casi proporcional a su inventiva.
Evidentemente, puede que no sea este “Iron Man 2” el vehículo más adecuado para ofrecer innovadoras ideas musicales con las que zarandear artísticamente el panorama contextual referido a la música de cine (como sí podía serlo, en cambio, su espléndida colaboración para “The Passion” de Mel Gibson), pero no es menos cierto que este tipo de proyectos son una ocasión magnífica para alcanzar audiencias mayoritarias y en ningún caso se puede desperdiciar la oportunidad, por ello, de aprovecharlas (como bien supieron hacer, por ejemplo, el Danny Elfman de “Batman” o “Spider-man”, por no mencionar al John Williams de “Superman”). No debe entenderse por ello que estamos ante un trabajo execrable o deficiente, sino simplemente que se trata de una partitura funcional, entendida la calificación en su sentido más pragmático, por lo que desprovista de las imágenes para la que ha sido creada pueda carecer del interés que, con todo, el trabajo musical realizado sí posee. La incorporación de instrumentación electrónica (sobre todo guitarras eléctricas y cajas de ritmo) no basta para incrementar el posible potencial creativo musical a desarrollar, es cierto, pero sí consigue dotar de coherencia musical (en el sentido de continuidad) la ilustración del personaje protagonista, por cuanto dicha orquestación ya era incorporada (exhaustivamente) por el anterior compositor de la primera entrega de la saga, Ramin Djawadi, toda vez que permite a Debney reiniciar musicalmente al personaje abandonando cualquier otro rasgo de posible semejanza entre la primera y esta segunda parte. El envite se salda favorablemente a favor de este último por cuanto los contenidos narrativos musicales resultan, cuando menos, bastante más entretenidos a pesar de la presentación (ubicado prácticamente al final del disco) de un tema central para los títulos de crédito fusilado literalmente no ya tanto de la melodía del tema musical específico (que también), como de su estructura, entresacada (y van) del tema central que en su momento compusiera Jerry Goldsmith para “Total Recall” (tal vez ese sea el motivo de la “escondida” ubicación del tema en la edición discográfica).
A pesar de ello, el resultado es, además de funcional, homogéneo, mostrándonos a un Debney atento al contexto musical de su tiempo y dispuesto, por tanto, a incorporar situaciones/fórmulas musicales ya existentes debidas a otros autores, triunfantes creadores de las mismas como Michael Giacchino y John Powell. Porque a eso es exactamente (lo cual se agradece) a lo que se parecen algunos de los mejores temas de la partitura como el enérgico y destacable “Black Widow Kick Ass” (que ilustra vibrantemente la puesta en acción del personaje interpretado por Scarlett Johanson, el de la superespía ex-soviética conocida/traducida por estas tierras comiqueras como la Viuda Negra) o la breve y powelliana “Monaco Drive”. Es lo mejor de la función, porque aparte de estos ejemplos de buen ensamblaje y asimilación de los tiempos musicales que corren, si exceptuamos el par de guiños rockeros que suponen “Gun Show” y “Sledgehammer” (casi, casi atribuibles a la otra facción musical de la película, los mencionados AC/DC), el componente mayor de la selección musical del disco se centra en varios cortes de larga duración (superiores a los 6 minutos) como “Mayhem in Monaco” o “Iron Man Battles the Drones”, donde Debney eleva exponencialmente su tratamiento musical a través de crescendos y diversas combinaciones orquestales, pasadas por el tamiz de la percusión sintetizada, que incluyen el uso de coros masculinos para explicitar las batallas entre Iron Man y el malvado de turno, un oscuro y maltratado personaje (a cargo del resucitado Mickey Rourke) surgido de las cenizas de la extinta Unión Soviética que atiende al original nombre de Ivan, cuyo látigo electrificado causa estragos en la armadura del Vengador Dorado. Al respecto, el compositor le dedica el correspondiente tema musical con que identificarlo consistente en una especie de scherzo de raíces kachaturianas y un coro masculino de claras resonancias nacionalistas rusas que dejan al personaje listo para sus chanzas contra el Hombre de Hierro.
No corren tanta suerte los tema dedicados a Pepper (una nuevamente sosa Gwyneth Paltrow, que, al igual que Robert Downey, jr., como un guante en su caracterización, repiten personaje), la secretaria (esta vez llega hasta a ser Presidenta) y, a la vez, compañera sentimental del inefable Tony Stark, ni el de la nueva presencia femenina, la ya mencionada Viuda Negra, pues tanto los temas de una como de otra se solventan, además de brevemente (apenas un minuto de duración para cada una en el disco), de modo un tanto atmosférico, difuminándose las melodías bosquejadas sin dejar recuerdo ni rastro alguno de las mismas. La presencia de la canción “Make Way for Tomorrow Today” (en un par de versiones, una musical y la otra cantada), debida al clásico Richard M. Sherman (que versionea, a su vez, su propia composición “There´s a Great Big Beautiful Tomorrow” para una de las atracciones del parque Disneyland), cumple los propósitos diegéticos requeridos y finiquita la función dejándonos con una sensación liviana, lindante con el entretenimiento, con que Debney consigue superar, siquiera en esta ocasión, la mediocridad reinante.
13-septiembre-2010
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