Frederic Torres
En un año marcadamente trekkie, esta nueva edición ampliada (en una media hora más o menos) de la segunda parte de la primigenia y genuina saga estelar, obra de un novel James Horner, nos permite observar, de primera mano, el variado y vigoroso tratamiento musical otorgado por el compositor a este incipiente trabajo cuando andaba todavía muy alejado de las ampulosidades posteriores a las que se ha ido entregando paulatinamente, cuando no compararlo (con notable alto) al de un no menos primerizo (aunque ya consolidado) Michael Giacchino, autor de la partitura de la reciente revisitación de la serie a cargo del famosamente televisivo J.J. Abrams.
Ambas son obras musicales vibrantes, con nervio y garra, cuidadas hasta el detalle, pese a la diferencia de presupuestos (que no de propósitos), puesto que no pueden compararse los recursos de los que dispuso Horner (en una secuela próxima a las características de una serie B) con los manejados por Giacchino en su colaboración con el nuevo intento de revitalización de la franquicia (un auténtico acontecimiento mediático –lo que los norteamericanos llaman un blockbuster-). Pero los dos coinciden en haber sabido interpretar su trabajo como una magnífica oportunidad para destacar en un panorama profesional donde, al fin y al cabo, sólo aquellos compositores que tienen una verdadera impronta personal, logran consolidarse gracias a la misma.
En este sentido, Horner, que en aquellos primeros momentos de su carrera era un aplicado seguidor de los dos maestros que en el cine norteamericano contemporáneo han sido, John Williams (que lo sigue siendo) y (el ya desaparecido) Jerry Goldsmith (además, en su sentido más literal, puesto que sus primeros trabajos –“Battle Beyond the Stars”, por ejemplo- parecían un “corta y pega” de diversas obras de los mencionados autores), presenta en esta partitura claras influencias en sus atonalidades, como podemos escuchar en “Surprise on Ceti Alpha V”, “Khan´s Pets”, “The Eels of Ceti Alpha V/Kirk in Space Shuttle”, “Inside Regula I” y “Brainwashed”, la mayor parte de los cuales estaban ausentes en el disco anterior editado por Crescendo, del “Alien” de Goldsmith, en su conseguido intento de reflejar la locura de la que queda cautivo el personaje de Khan (antiguo enemigo del capitán Kirk en la serie original, aquí recuperado felizmente como enemigo principal, alejándose de la trascendentalidad de la primera película de la saga), así como su apego a la música culta (que también demostrará posteriormente en, por ejemplo, “Aliens”, respecto de Aram Kachaturian, o en “Willow”, respecto de Franz Schubert) nos retrotrae a la figura de Dimitri Shostakovich (y a su “5ª Sinfonía”) en “Enterprise Attacks Reliant”, amén de las maneras wagnerianas empleadas en el crescendo de “Enterprise Clears Moorings”.
Pero no obstante ello, también logra despuntar su propia voz en una partitura que destaca por sus aportes inventivos y sumamente eficaces (casos del majestuoso tema central, escuchado en el “Main Title” tras una breve introducción sintetizada que da paso a la plenitud orquestal, o de “Spock”, de corte más exótico al estar está dedicado al legendario protagonista vulcano, y revestido, por ello, de una exquisita orquestación de características celestiales, con campanitas, arpa, etc.) y por descubrirnos a un compositor deseoso de poner “toda la carne en el asador”, como demuestran “Surprise Attack”, donde su famoso y posteriormente sobreexplotado “pa-ra-ra-rán” sonaba todavía como algo novedoso, y “Genesis Countdown”, auténticos tour de force repletos de variaciones rítmicas y tensionales que dan la verdadera dimensión del compositor en ciernes que, en aquella época, era Horner.
Así, exceptuando el ambiental “Genesis Project”, una pieza atmosférica sintetizada debida a Craig Huxley, por lo demás, bastante prescindible, Horner maneja todos los recursos exigidos para la necesaria complementariedad visual, se trate de dinamizar (con la percusión y el viento) el inicio de la misión, en “Kirk Takes Command/He Tasks Me”, de alcanzar el necesario crescendo tensional, en “Battle in the Mutara Nebula”, de oscuros pasajes como “Captain Terrell´s Death” y “Buried Alive” (con el pizzicato de protagonista) o del lirismo más intenso, a modo de himno funerario, para la despedida (gaitas incluidas) del héroe sacrificado (en nuestro caso, el Sr. Spock), en la ya mitómana secuencia que ilustra “Amazing Grace”.
Las diversas suites finales con que se cierra el disco, reuniendo los motivos centrales de la partitura, una con la versión original del “Epílogo” y la otra incorporando la voz original del capitán Kirk relatando la mítica descripción del propósito de la misión originaria de la Enterprise (“Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, en su misión de explorar nuevas civilizaciones…”), redondean, como broche inmejorable, una partitura dinámica a la par que evocadora, que sabe emplear recursos contemporáneos cuando es necesario (además, ya no copiando, sino citando el mejor modelo posible en la época, cual era el mencionado “Alien” de Goldmith), a la par que expresa toda la épica y la garra de unos personajes cuyo aliento mítico el compositor sabe situar en los cauces y márgenes de la mejor aventura genérica.
En definitiva, basta constatar el cameo como tripulante de la Enterprise del propio compositor para entender el máximo interés e implicación puesto en el proyecto, motivo por el cual volverá a ser elegido para la siguiente entrega de la serie, “The Search for Spock”, en la que reutilizará bastante material de la presente partitura, decepcionando a unos entusiastas aficionados que, tras el despliegue de vitalidad demostrado en este trabajo, depositaban (con cierto fundamento) las esperanzas en la futura trayectoria del novel compositor. Pero esa ya es otra historia.
15-octubre-2009
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