Miguel Ángel Ordóñez
Basada en la novela “Freak the Mighty” de Rodman Philbrick, “Un mundo a su medida” narra la historia de dos chavales con vidas problemáticas, uno condenado a una silla de ruedas y otro gigante, algo retrasado e inadaptado, que obsesionados por el mundo artúrico y sus Caballeros de la Tabla Redonda, deciden llevar la fantasía a la realidad creando un superhéroe, “The Mighty”, utilizando las partes de sus cuerpos que suponen una carencia para uno y un don para el otro, formando un complemento perfecto: las piernas de Max, el cerebro de Kevin.
Dirigida de manera edulcorada y en ocasiones empalagosa por Peter Chelsom, cuenta en su reparto con Sharon Stone, Gena Rowlands, Harry Dean Stanton y Kieran Culkin.
En plena etapa de madurez compositiva, Trevor Jones nos regala para mi gusto su mejor score, una obra de de profunda diversidad temática: desde cortes sumamente intimistas y líricos, utilización de orquestación escocesa y galaica, complejos momentos corales, arranques de enérgica acción con percusión y glissandos a las cuerdas, que desde “Desperate Measures” han supuesto una marca de estilo en Jones (llevados a su máxima expresión en “Dark City”), hasta lograr reveladores pasajes de sonoridad épica.
En esta edición de Pangea encontramos doce cortes compuestos por Jones (incluyendo su tema central cantado por Sting, en una doble versión) y un par de canciones, una interpretada por Maia Sharp, donde la voz y el piano son los únicos invitados, y otra por B. B. King y Zucchero, una especie de rock and roll de toque jazzístico. Existe a su vez la edición de un promo imposible de encontrar con el score completo que incluye un tema más de trece minutos.
Trevor Jones, compone un trabajo de dimensión circular, con un tema central cuyos títulos son reveladores de la estructura cerrada de la composición. “Past Times” arranca con la armónica de Mark Feltham, dejando al descubierto un leitmotiv de sonoridad étnica resuelto sin alarde orquestal, pero de rotunda atracción por su pegadiza melodía. Ese tema con ligeras variaciones y con la presencia del tema del caballero e inclusión de batería y flauta, con acercamiento más moderno, cierra este trabajo en su corte “Future Times”. Esa variación final logra contraponer la presentación inicial de unos personajes desubicados que finalmente, y gracias a su integración a través del superhéroe creado, tienen una visión de la vida más ajustada a los clisés sociales “americanos”.
Este magnífico tema lo desarrolla Jones a lo largo de esta obra magna otorgándole momentos intimistas y épicos, acorde con un uso de instrumentos solistas o con desarrollo orquestal.
Respondiendo a esa estructura circular y cerrada, el trabajo de Jones arranca cercano a un territorio mas delicado y atmosférico, para a medida que evoluciona la partitura, alcanzar momentos más de suspense y finalmente épicos. Ese tratamiento atmosférico comienza a desarrollarse en “Dreaming Clouds”, composición minimalista y de tono ensoñador que desemboca en dos temas resueltos de bella factura con uso orquestal y evocadora flauta para “First Flight” y con un delicado tema para piano, cuerda y arpa en “Life´s Rough”, corte que en su segunda mitad se muestra muy descriptivo en su tratamiento cómico de la acción.
“City Walkers”, punto intermedio del score, recupera el sonido folk de su tema central, desarrollando una melodía muy de ciudad con uso de harmónica y guitarra. El suspense y la acción se encuentran a caballo de dicho tema y emergen en “Danger By The Lake” y “The Mighty Quest”, el corte más largo de la edición. En el primero, unos tensos coros masculinos secundan los típicos crescendos en la cuerda que nos remiten a “Desperate Measures”, mientras en el segundo Trevor Jones recurre a esas mismas ideas armónicas, en un tema donde logra moverse a lo largo de sus catorce minutos de duración entre la nostalgia de su piano y guitarra inicial donde presenta el “tema del caballero”, asociado al superhéroe, el suspense y la tensa oscuridad provocada por el uso de aparato electrónico evocador de los pasajes menos luminosos de “Cliffhanger” y la exposición en tutti orquestal del tema del superhéroe en sus segundos finales, marcando el inicio de los pasajes épicos del score.
Si esta partitura entra por méritos propios entre lo más logrado de este maestro, injustamente considerado por algunos de segundo nivel, es por “My Noble Knight” y “Free To Fly”. Difícil es encontrar en la carrera de Jones mayores momentos de inspiración (que los hay y muchos) que en “My Noble Knight”. Tema antológico, de una delicadeza, precisión y preciosismo difícilmente superable. Iniciado en notas muy bajas con guitarra y violín eléctrico, la suave melodía, que supone la más clara rendición al tema del caballero, se va repitiendo hasta la sistemática introducción de la cuerda. A los tres minutos el oyente se prepara para gozar la irrupción de un solo de violín y de una voz angelical, que frasea en latín, hasta que la melodía sufre sucesivos crescendos alcanzando notas de paroxismo lírico. Ya en “Hideway”, el compositor de “El último mohicano” había esbozado estas ideas melódicas de crescendo de cuerdas sobre coro, que alcanzan en este corte su más satisfactoria expresión.
“Free To Fly” supone la rendición final a los dos temas importantes del score en tutti orquestal. Tema a caballo entre lo moderno y lo medieval, perfecta simbiosis del pasado y el futuro, supone otro de los grandes momentos en la relación Trevor Jones-London Symphony Orchestra. Ambos temas son expuestos en su variación más épica donde las trompas actúan de perfecto contrapunto.
Jones nunca se había mostrado tan poderoso.
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